“Lo que nadie dice sobre la profesión y las y los profesionales en sostenibilidad”

Por: por Adriana Pulido S., Directora de ILUNKA, Estrategia Sustentable.

Es bien sabido que la selección de una profesión, de cualquier tipo, tiene un trasfondo basado en una íntima conexión con nuestra experiencia de vida, nuestros deseos, miedos, incluso, tradiciones familiares (mantenemos la “tradición” para mantener el “reconocimiento de papá y mamá”). Y si bien, en los últimos años se ha puesto de moda “la búsqueda del propósito” como detonador de una vida más feliz, fluida y armonizada, la pandemia por COVID-19 ha encrudecido la realidad de nuestras vidas y nos ha demostrado que más del 50% de la población mundial no es feliz ni con su profesión, ni con su trabajo, ni con su vida en general.  Para muestra, el tan mencionado libro de “Start with why” de Simon Sinek, al que se hace referencia en casi cualquier programa de liderazgo, emprendimiento o coaching profesional. Porque un líder que no conoce su propósito, no inspira (sin spoiler). 

Como profesional con formación en psicología y maestría en Responsabilidad social que inició a los 14 años de edad con acciones de voluntariado y responsabilidad social, muchas veces me he preguntado sobre estos rasgos de personalidad, habilidades, aptitudes y hasta similitudes en las experiencias de vida por las que atravesamos las personas que nos dedicamos a esto. Y es que no hay que negar que hay un componente generacional importante. En un estudio que realicé entre 2016 y 2017, en donde entrevistamos a varios profesionales del campo, tanto del lado corporativo como del lado de consultoría; se detectó que uno de los principales hallazgos relacionados a los retos a losque se enfrentaban estos profesionales para permear una toma de decisiones alineada a una visión de Desarrollo Sostenible, era la brecha generacional naturalmente existente en las sociedades. Evidenciándose como un componente estratégico a gestionar si se quería destrabar algo. Esto implicó hacer un análisis más allá de las diferencias de edad y profundizar en lo que esto significaba y cómo se materializaba, empezando por la mentalidad, la brecha tecnológica, y los niveles de consciencia relacionados a la forma en la que conectamos y entendemos la naturaleza.  

Pero la brecha generacional no lo es todo, por eso pensar en el contexto personal del profesional en sostenibilidad, no es cosa menor. Principalmente porque las temáticas con las que trabajamos en sí mismas son complejas, profundas y complejas. Sí. Doblemente complejas. Y es que, aunque las discusiones internacionales han derivado en acuerdos, tratados, protocolos y cambios en la propia legislación de un país que deriva muchas veces en ajustes a la regulación y los sistemas de gestión y lineamientos de las empresas. Aunque eso ayuda, no ha sido ni será suficiente para escalar y/o masificar los objetivos globales de sostenibilidad. Por otro lado, viene de manera contundente y cada vez más acelerada, la transformación del sistema financiero. La ola ahora llamada ESG¹ que las y los inversionistas empiezan a solicitar y que tan solo en 2020 representó 1.8 billones de dólares según datos de Morningstar, empresa estadounidense de servicios financieros. Tal vez algunos solo lo hagan como una forma de “blindar sus inversiones” ante riesgos y desastres sociales o ambientales, pero al menos, lo empiezan a hacer.  Y este, es desde mi visión, uno de los factores que más rápido provocará la transformación del sistema. Dicen por ahí, si quieres conocer algo: “Follow de money”. Aplica también para hacer que cualquier cosa suceda. Y créanme, colegas de sostenibilidad, tribu llena de consciencia, la intención no alcanza para la transformación que este mundo necesita.

Por eso quise dedicar estas reflexiones a nosotras, a ustedes. Lo que nadie dice sobre la profesión y las/los profesionales en sostenibilidad. Claro que hablamos muchas veces de esto en pequeños grupos, pero no abiertamente, ni regularmente, pero conocernos y entendernos como personas dentro de la profesión de sostenibilidad, nos permite ser más resilientes, estratégicas, contundentes al momento de transmitir una idea a un grupo, a un director, directora, a la Dirección General, a nuestros amigos, amigas, a nuestra propia familia.  En la medida en la que entendamos por qué hacemos lo que hacemos a nivel personal y sigamos desde lo técnico y la realidad fundamentando con datos duros, casos, evidencia, entonces lograremos entablar conversaciones que lleven la dosis exacta de inspiración y realidad. Sin caer en los extremos del pensamiento mágico o de la confrontación violenta. Solemos buscar lo blanco o lo negro, lo bueno o lo malo…la magia de la transformación sucede en la capacidad de administrar la amplia gama de los grises.    

                Por eso, para cerrar te dejo los 10 puntos sobre los cuales he reflexionado más, en torno a la profesión y a las personas que la desempeñamos. Algunos de ellos son aprendizajes, otros son recordatorios, otros solo son descubrimientos que he querido compartir hoy contigo. ¿Te identificas?

1. La sostenibilidad no es una profesión, está embebida en nuestra vida y en quiénes somos.

2. Tenemos una profunda conexión con las personas y la naturaleza, así como empatía con el dolor.

3. No seamos ingenuas, también somos personas. Y estamos en el camino de aprender a ser más sustentables.  

4. Tu “tolerancia a la frustración” de seguro es mucho más alta de lo que imaginas, solo procura tener espacios de catarsis, pues el burn out está latente.

5. No somos salvadoras del mundo, aunque a veces quisiéramos o pareciéramos.

6. Agilidad de movimiento en diferentes entornos. Esto nos caracteriza.

7. Vemos lo que la mayoría no ve. Esto nos da una responsabilidad que debemos asumir.

8. Líderes por naturaleza. Sí, pero hay que aprender a usarlo.  

9. El reto es nuestra Kriptonita (sin comentarios).

10. Hay días de oscuridad, pero siempre se disuelven con la proactividad, la determinación y el profundo saber de que otro mundo es posible.