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Lodo Mortal

Forma y Fondo CXXXV
Por: Pedro Silva Gámez

Aunque el aluminio tiene múltiples aplicaciones en la industria química, farmacéutica, metalúrgica, arquitectura, aeronáutica, electrónica e ingeniería aeroespacial; en la fabricación de utensilios de cocina y aparatos domésticos, muebles, película para proteger alimentos y múltiples usos más, para llegar al consumidor final pasa por diversos procesos. Su versatilidad le permite combinar las ventajas de los metales más nobles y casi ninguna de sus desventajas.

La base para producir alúmina es la bauxita de la que hay varios tipos. Entre sus compuestos tiene muchas impurezas sólidas y metálicas que son las que separa la industria del aluminio.

El resultado es el barro o lodo rojo que no se puede eliminar y que los países productores almacenan en depósitos o estanques, también conocidos como balsas. El problema inicia porque la superficie ocupada ya no queda apta para edificar ni cultivar, aún cuando el lodo se seque.

Por los altos costos de producción, la industria es de países desarrollados; sin embargo gran parte de las minas dentro o fuera de sus territorios, siguen la norma de la industria minera mundial: lo que importa es la extracción del producto y los daños colaterales a ecosistemas y poblaciones son secundarios.

Hace unos días, tocó al pequeño pueblo húngaro de Kolontar, con menos de novecientos habitantes, sufrir la inundación con este lodo tóxico debido a la rotura del depósito cercano. Sus calles están cubiertas de una masa venenosa de hasta dos metros de altura que calculan las autoridades tardarán al menos un año en remover porque ha cubierto más de cuarenta kilómetros cuadrados.

El accidente ocurrió el pasado cuatro de octubre a causa de una explosión que destruyó parte del muro del depósito de desechos tóxicos y se calcula que se derramaron un millón cien mil metros cúbicos de barro rojo. Los últimos datos mencionan siete fallecimientos, un desaparecido, ciento veinte víctimas con traumas y quemaduras y el estado grave de otros cuarenta habitantes.

Para disminuir los niveles de contaminación, los expertos vierten continuamente grandes cantidades de yeso para neutralizar el efecto del hidróxido de aluminio y del óxido de hierro. No falta el comentario, en el sentido de evitar por todos los medios, que el sueño y la poesía musical del Danubio Azul inmortalizado por Johann Strauss, se convierta en rojo.

El riesgo a la salud se extenderá cuando el lodo seque al inhalarlo humanos y animales. La sustancia contiene grandes cantidades de silicio, hierro, plomo y otros metales, generadores potenciales de polvo cancerígeno.

El lodo rojo no es tóxico por el aluminio, metal que es utilizado en diferentes formas por la medicina. El componente más dañino es el hidróxido sódico, más conocido como sosa cáustica, que se utiliza como base química para obtener el producto.

Además el pH (potencial de hidrógeno) del agua en el río Marcal, importante afluente del Danubio, es superior a trece unidades, lo que indica un alto grado de alcalinidad muy venenosa. Estos niveles de pH miden la acidez o la alcalinidad del agua. En una escala del uno al catorce, el barro rojo se aproximó a trece. El pH neutro, como el del agua es siete, y el de la piel humana oscila entre cuatro punto cinco y cinco punto nueve, lo que explica la alta corrosión del lodo. Los niveles de pH muy elevados son incompatibles con la vida, mientras que entre seis y ocho se consideran normales.

La gravedad de las afectaciones dependerá de la concentración, tiempo de exposición y superficie de contacto. Los metales pueden favorecer el desarrollo de alteraciones neurológicas, renales y dérmicas entre otras y el tratamiento oportuno es desde un lavado con suero fisiológico, hasta injertos de piel, aunque en los casos más graves, producen la muerte.

Las consecuencias ambientales inmediatas son la afectación al aire, suelos y aguas, provocando daños en cultivos, flora y fauna de la zona. A mediano y largo plazo el tiempo y el monitoreo constante revelarán afectaciones imposibles de percibir al momento.

Existen presas de lodo activas, en producción, e inactivas o abandonadas. Aunque el mayor peligro lo representan las activas, porque cuando llueve en abundancia cabe la posibilidad de desbordarse, por la saturación, las inactivas a pesar de estar secas, debido a la evaporación, son peligrosas por los vientos o por la nueva agua que se acumula en ellas cada temporada.

La forma: estas noticias evidencian la falta de supervisión e inspección a la observancia de normas internacionales. Lo frágil de los sistemas de seguridad y prevención que están diseñados para cubrir el requisito de que existen, pero no para responder exitosamente ante las emergencias.

El fondo: en cualquier tragedia ecológica, aunque se recupere la zona de desastre, nunca será la misma que antes de los accidentes. La limpieza y el auxilio para reconstruir las afectaciones quitan los vestigios de los daños, pero no el miedo y zozobra de quienes lo padecieron. Y no lo olvidemos: TODOS SOMOS NATURALEZA.

Fuente: Acacia Fundación Ambiental, A. C.

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