Los bosques concentran una buena porción de la biodiversidad del planeta. Además, estas áreas ocupan un papel fundamental en el proceso de cambio climático ya que retienen cantidades monumentales de carbono, el cual, de no ser así, estaría siendo liberado y contribuiría a acelerar aún más el calentamiento global.
Pero eso no es todo. Ya en un plano relacionado con el ser humano, ingrediente que jamás debemos ignorar cuando hablemos de medioambiente, los bosques representan un sustento para millones de personas alrededor del mundo que forman parte de las comunidades locales y grupos indígenas que habitan los bosques. Se calcula que 1,600 millones de personas dependen en alguna medida de los recursos forestales, mientras que 350 millones dependen exclusivamente de ellos para subsistir. Dicho de otra forma, además de los determinantes beneficios que su existencia tiene para el planeta en términos ambientales, los bosques también ofrecen la oportunidad de ganarse la vida para una buena parte de la población mundial.
En el caso de México, este se ubica entre los 11 países con mayor superficie forestal, y la relevancia ambiental, económica y cultural de estas áreas es sustancial. Así que si México quiere estar a la altura de los compromisos adquiridos contra el cambio climático, a favor de la conservación de su y a la par aprovechar la oportunidad de generar recursos, de manera sostenible, a partir de los bosques, es fundamental que garantice diseñar e implementar un plan integral para cuidarlos.
Considerando lo anterior, parece más que pertinente hacernos una sencilla pregunta ¿quiénes son los principales enemigos de los bosques en México? Si queremos conservar y aprovechar nuestros bosques es elemental detectar, para luego enfrentar y vencer, aquellos factores que amenazan el patrimonio forestal mexicano. Antes de proceder, cabe destacar que si bien la tala ilegal es un problema que enfrentan los bosques mexicanos, la causa de fondo tiene que ver más con un marco legal insuficiente que, por ejemplo, no reconoce los derechos de las comunidades a su territorio –recordemos que el 80% de los bosques y selvas del país se encuentran bajo régimen de propiedad social–, o dificulta la certificación, por medio de una sobrerregulación, para que muchas comunidades aprovechen legalmente los recursos de sus bosques de manera sustentable. En todo caso, aquí compartimos 3 soluciones para combatir la tala ilegal en México.
A continuación te compartimos algunas de las principales amenazas que enfrentan los bosques en México, aquellos agentes que tendremos que combatir mediante un marco legal apropiado, acciones civiles organizadas y, en general, una conciencia generalizada sobre el invaluable papel que los bosques tienen en este país.
Sobrerregulación
Como está ya bien documentado, el manejo forestal comunitario permite que se conserven, regeneren y aumenten en superficie, los bosques. Esto quiere decir que el reconocer legalmente las facultades de las comunidades que habitan los bosques de México, e incentivar el aprovechamiento sustentable de los mismos por parte de estos grupos, es uno de los mejores recursos existentes a favor de los bosques. El problema es que en el país este modelo se entorpece al sumirlo en una larguísima secuencia de cerca de 50 trámites que dificultan, y en algunos casos imposibilitan, el que una comunidad gestione sus bosques y los recursos que proveen –algo que en cambio incentiva la tala ilegal–. Aquí una buena propuesta para enfrentar la sobrerregulación.
Minería e hidrocarburos
Si bien el programa de Áreas Naturales Protegidas ha reforzado las labores de conservación en México, incluso estas superficies, por no mencionar a las que están fuera de su resguardo, se han visto amenazadas por concesiones de explotación, principalmente de minería e hidrocarburos. Actualmente existen cerca de 30 mil concesiones mineras en el país, de las cuales casi dos mil de estas trabajan en zonas que se superponen con las ANP –un área de 1.5 millones de hectáreas–. Entre las industrias más contaminantes, y las actividades de exploración y explotación amenazan multilateralmente el entorno: remoción de cubierta vegetal, contaminación de acuíferos y ríos, generación de gran cantidad de deshechos contaminantes, entre otras. Si consideramos lo anterior, aunado a una acelerada emisión de concesiones por parte de la Secretaría de Economía, y a falta de una normatividad más estricta, entonces podemos entender por qué estas industrias están entre los grandes enemigos de los bosques de México.
Cambio de uso de suelo
La tasa de deforestación que se ha registrado en México en décadas recientes mucho tiene que ver con este problema. El cambio de uso de suelo ocurre cuando se pierde superficie forestal a favor de cultivos de subsistencia o comerciales, de nuevos asentamientos humanos o industriales (por ejemplo para construir un fraccionamiento o establecer una fábrica) o del desarrollo de carreteras, presas y bordos, entre otras. Aquí el punto es que cuando esto ocurre de forma desorganizada, mal regulada o poco estratégica, entonces los estragos son enormes ya que atentan directamente contra la superficie forestal y se convierten en una causa mayor de deforestación. Si el manejo de los bosques ofreciera una oposición rentable para sus propietarios –ejidatarios y comuneros–, entonces pocos optarían por cambiar el uso de suelo y esto implicaría una victoria significativa para la conservación de estos territorios.
Políticas forestales deficientes
Si bien ya advertimos que la sobrerregulación es uno de los grandes enemigos de los bosques mexicanos en la actualidad, ya que entorpece la implementación de un agente fundamental de conservación –los programas de manejo comunitario–, también tendríamos que señalar que la actual Ley Forestal presenta distintas deficiencias, lo mismo que múltiples políticas que tendrían que replantearse. Entre otros ejemplos, mencionaríamos la política de subsidios, orientada a premiar la no-acción (vía los pagos por servicios ambientales (PSA), que son pasivos–, que recompensa el que no se toquen los bosques en lugar de incentivar el desarrollo de capacidades y el aprovechamiento sustentable entre las comunidades. Otro aspecto importante es la importación de madera en lugar de beneficiar el mercado interno y a las empresas forestales comunitarias, o el financiamiento de campañas de reforestación poco estratégicas y poco sustentables, en lugar de destinar dichos recursos a programas de manejo que integran labores de saneamiento, restauración y prevención. Por estas razones es urgente reformar, de manera integral, la Ley Forestal, para contemplar estos y otros puntos.
Fuente: Ecoosfera