Peter Drucker es denominado el padre de la administración moderna. Durante sus últimos años abandonó en gran parte el énfasis que había puesto en la gerencia corporativa para enfocarse en las organizaciones sin ánimo de lucro. Muchos autores sugieren que esto sucedió porque perdió la confianza en la gerencia corporativa.
William A. Cohen, uno de sus más avezados alumnos y autor del libro «En Clase con Drucker«, sugiere en su obra que el gurú estaba profundamente desencantado de la actitud imperante en directores y gerentes, incluso algunos conocidos y estimados, que ejercían el liderazgo, en primera instancia para su beneficio personal.
De acuerdo con Cohen, Drucker estaba abismado con los privilegios y niveles salariales astronómicos de los altos directivos, salarios exorbitantes que frecuentemente seguían devengando aún cuando sus organizaciones atravesaran dificultades y tuvieran que despedir trabajadores.
En este marco cabe resaltar que Drucker, a pesar de su enorme éxito, vivía de forma modesta en una calle de clase media con su esposa con la que duró casado más de sesenta años.
Drucker le señaló al mismo Cohen en alguna ocasión que la integridad debe ser lo primero. Un líder puede caer muy bien, ser muy popular e incluso ser competente, sin embargo, si carece de integridad, sencillamente no es apto para ser un buen lider.
La pregunta real es ¿Se dan cuenta estos pseudo líderes de que carecen de integridad? Difícil pensar que así sea…
