Un informe suizo ha señalado que muchas marcas mantienen un «escepticismo sustancial» frente a las etiquetas que garantizan la sostenibilidad de un producto.
Las prácticas de los etiquetados ecológicos podrían haber llegado a un punto de saturación y se están convirtiendo en algo confusas para las compañías y también para los consumidores, según ha advertido un nuevo estudio publicado en conjunto por la escuela de negocios suiza IMD, el Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial y la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL), Suiza.
La investigación, reseñada por Europa Press, sugiere que el proceso de «etiquetado ecológico» se ha convertido en algo tan fragmentado que la actual percepción industrial está dominada por una retasación de amplia gama.
El Ministerio de Medio Ambiente de Alemania presentó la primera etiqueta ecológica del mundo, «Blue Angel», en 1978, a fin de destacar las credenciales medioambientales y de sostenibilidad de los productos. Ahora se utilizan más de 400 en 25 industrias, promoviendo unas preocupaciones cada vez mayores en torno a la proliferación, credibilidad y conocimiento de los consumidores.
Los investigadores de IMD y la EPFL encuestaron a más de 1.000 ejecutivos de todo el mundo en torno a sus actitudes frente a las etiquetas ecológicas. El profesor de IMD Ralf Seifert, coautor del estudio, explicó: «No son solo los consumidores los que están confundidos. La selección de una etiqueta ecológica se ha convertido en una decisión altamente compleja para las firmas».
«La tendencia hacia la fragmentación, que se hace peor a causa de la falta de consenso frente al criterio de calificación, está causando una mayor oposición y frustración», ha destacado Seifert. «El hecho es que el momento inicial y las elevadas expectativas de hace más de 30 años están dando vía a diferentes retos, unos que deben superarse de forma urgente», ha añadido.
«Escepticismo sustancial»
La investigación ha descubierto la fragmentación continuada, confusión de consumidor y falta de consenso de los criterios de calificación que se ven como los principales retos para las esperanzas de la continuidad del etiquetado ecológico en su forma actual.
El estudio advierte de que las compañías y clientes están en riesgo de verse «agobiados» a no ser que se de un diálogo mejor y cooperación entre los accionistas. La doctora Joana Comas Martí, experta en gestión de la cadena de suministros medioambientales, comentó que «existe también un sentimiento entre las firmas de que muchos de los proveedores de etiquetas medioambientales se han lanzado con buenas intenciones, pero se han transformado en organizaciones cuyo deseo es sobrevivir en lugar de prestar servicio».
Y añade que «esto hace surgir preguntas en torno a la eficacia del etiquetado ecológico en el despliegue de resultados reales y del potencial para ayudar a conseguir una auténtica transformación de mercado».
Compañías internacionales como Hewlett-Packard, Nestlé o Canon han tomado parte en el estudio, que se ha dedicado en primer lugar a investigar el motivo por el que las firmas han adoptado etiquetas ecológicas.
Los encuestados han indicado que han fortalecido su marca haciendo frente a la demanda de sostenibilidad de los consumidores y de protección contra los ataques de los grupos de presión como principales beneficios de esta práctica. Pero también han expresado lo que el estudio denomina «escepticismo sustancial» frente a la credibilidad de las etiquetas ecológicas y el rigor del criterio y de los procedimientos de certificación.
Fuente: abc.es
Publicada: 11 de Julio de 2012