Las manchas de mugre enturbian las ventanas de las torres de edificios en esta parte de Londres que el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos (Locog, por su acrónimo en inglés) se ha empeñado en esconder. Desde Carperterns Estate uno puede mirar a la distancia el moderno complejo deportivo del Parque Olímpico.
Pero en esta zona de Stratford no existe otra cosa que no sea promesa. A los habitantes de este suburbio, uno de los más pobres de la capital británica, la justa veraniega no les asegura un futuro mejor.
Se respira descontento, incertidumbre. Desde el siglo XIX el este de Londres fue considerado como un territorio olvidado, hasta que el Locog decidió que sería justo dicho lugar en el que se construirían las instalaciones que albergarían las competencias olímpicas.
Nos quieren desalojar”, aseguro Betty Scott, una de las habitantes que lleva más de 35 años viviendo en los rojos edificios que rodean el Olympic Park. Y es que, según sus palabras, el auge inmobiliario que se generó gracias a JO, la University College London (UCL) quiere comprar esta zona para hacer un centro de investigación y un campo deportivo.
Betty se intimidó ante la grabadora, aunque reconoció que ya muchos periodistas han ido a buscar la nota en ese lugar: “Sólo estamos inconformes y no sabemos qué hacer, tenemos hecha nuestra vida aquí y no sabemos qué sucederá”.
Quizá por ello, a Scott, quien cuenta con ayuda gubernamental para sobrevivir, prefiere no mirar los Juegos Olímpicos. “Yo quería ver a Michael Phelps, pero ya no. No quiero pensar en que esas competencias están a punto de quitarme mi hogar”.
Brixton, el mercado de colores sin héroe
Invade un mercado la Electric Avenue. Es el barrio de Brixton, al sur de Londres, un sitio que se mueve entre basura, moscas y olor a pescado. Desde muy temprano trabajan estos inmigrantes que, de tantos años en esta ciudad, se sienten londinenses.
En este suburbio afrocaribeño puede encontrarse los más diversos productos y a buen precio: ropa usada desde dos libras (42 pesos), zapatos para toda la familia desde tres libras (63 pesos), accesorios, aretes, lechuga, papa, carne fresca, reggae.
Parece otra ciudad, una a la que los Juegos Olímpicos apenas llegan con un par de banderas que el Comité Organizador colocó en los postes que abarcan la avenida principal Hill Brixton. Poca gente se acerca aquí, porque han advertido a turistas, atletas y periodistas que es uno de los barrios peligrosos en la ciudad.
Tiene las manos frías Rick Bryan, un octagenario que se dedica a vender ropa usada desde hace ya casi 40 años. Llegó de Kenia a la capital británica “porque quería un mejor futuro”. Pero le falló la suerte y hoy reconoce que Londres “apenas me ha dado para vivir”.
Le cuesta trabajo entender por qué ahora, con los Juegos Olímpicos, su vida no cambia. “Esperaba aumentar mis ventas, pero hasta ahora no ha pasado”, explicó. “¿Mi favorito? No, no sé quien compite. Hace mucho que yo no veo unos Juegos Olímpicos”, concluyó, mientras atendía a una clienta que había llegado a abrir su día de ventas.
Fuente: eleconomista.com.mx
Por: Cristina Sánchez Reyes
Publicada: 30 de Julio de 2012