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Los límites del crecimiento

Por: Forma y Fondo CLXXXI

En abril del lejano 1968 se reunieron en Roma una treintena de personas: científicos, educadores, economistas, humanistas, industriales y algunos políticos, procedentes de diez países. La invitación procedía del doctor Aurelio Peccei. El tema era discutir acerca del presente y futuro de la especie humana, independientemente de sus diferencias: la paradójica pobreza en medio de la riqueza, degradación del medio ambiente, descrédito de las instituciones, urbanización descontrolada, inseguridad en el empleo, crisis y falta de oportunidades en la juventud, rechazo de los valores tradicionales, inflación y los demás fenómenos económicos magnificados al punto tragedia, que hoy en día conviven con la humanidad.

Todo este escenario se denominó el Club de Roma y estaban firmemente convencidos de que podían aportar un diagnóstico de la situación mundial y su solución. En paralelo, un equipo de investigadores del Massachussets Institute ofTechnology (MIT) estudió los cinco factores básicos que determinan y limitan el crecimiento de las naciones y de la humanidad: índice demográfico, producción agrícola, recursos naturales, producción industrial y contaminación. Las conclusiones, a cuarenta años de distancia, llaman la atención de los actuales sistemas económicos y políticos, por su visión adelantada al deterioro de la calidad de vida y dirección del ser humano.

Fue en 1972 cuando se publicó el libro Los Límites del Crecimiento con los resultados de esa reunión del Club de Roma. Destaca una cita: “La humanidad posee hoy la más poderosa combinación de conocimientos, instrumentos y recursos de todos los tiempos. Tiene todo lo que es físicamente necesario para crear una forma de sociedad humana completamente nueva… pero para ello es necesaria una visión prospectiva y una firme voluntad” Difícil y con tintes fantásticos les hubiera resultado vislumbrar en esos años, que los adelantos tecnológicos y científicos se suceden por horas en este 2011.

Determinaban entonces, que si las tendencias en cuanto al crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación, producción alimentaria y utilización de recursos naturales no se modificaban, los límites del crecimiento del Planeta se alcanzarían dentro de los siguientes cien años. Propusieron modificar esas tendencias de crecimiento y establecer condiciones de estabilidad ecológica y económica, de forma sustentable en el futuro. Pero se requería diseñar un esquema de equilibrio global que permitiera la satisfacción de las necesidades básicas de cada ser humano en la Tierra, con igualdad de oportunidades para desarrollar su potencial individual. Era la búsqueda para transitar desde el crecimiento al equilibrio global.

Los principales antecedentes que les impulsaron a tomar la iniciativa eran: el crecimiento exponencial de la población, de 1,000 millones de habitantes de la Tierra en 1800, a 2,600 en 1950 y 6,000 en el año 2,000. Nunca esperaron que en el 2011 se alcanzaría la cifra record de 7,000 millones de habitantes en el Planeta. El incremento de la longevidad era otro dato a tener en cuenta por los múltiples factores en su derredor.

La producción de alimentos debía incrementarse con un crecimiento también exponencial, con mayor productividad y en espacios mejor aprovechados. La explotación excesiva de las reservas minerales y el consumo de energía per cápita ya alertaban entonces sobre las altas concentraciones de anhídrido carbónico en la atmósfera. El incremento desmedido de la población lleva al riesgo de alcanzar el límite de la capacidad de alojamiento de la Tierra, de ahí la necesidad imperiosa de regulación demográfica mediante un adecuado control de la natalidad. Y finalmente ya veían los nocivos efectos colaterales de la tecnología al no tomar las medidas de protección adecuadas.

La relación entre los límites de la Tierra y la actividad humana se ha forzado; las curvas de crecimiento exponencial añaden cada año millones de personas, miles de millones de toneladas de contaminantes al ecosistema. Incluso el Océano que parecía como inalterable pierde especies y capacidad nutritiva en forma permanente. Lo deseable, sin pensar en lo ideal dado que es algo cada vez más inalcanzable e inexistente, es vivir en el marco de los límites determinados por convicción natural y con base en el rigor científico, antes que tener que hacer frente a los graves problemas que ya se viven por no haber observado unas pautas de sabia contención.

Veinte años después, en 1992, el mismo equipo alertó del incumplimiento de las recomendaciones en el primer informe, con la publicación Más allá de los Límites, alertando del colapso al que se precipitaba el mundo. Doce años más tarde, en 2004, otra publicación Límites del crecimiento a los Treinta años, informaba de señales evidentes como que el nivel del mar había crecido entre diez y veinte centímetros desde 1900. La mayoría de los glaciares no polares se están reduciendo y la extensión y espesor del hielo del polo Ártico decrece especialmente en verano.

En 1998 más del 45 por ciento de los habitantes de la Tierra vivieron con ingresos alrededor de los dos dólares diarios y la población rica del mundo posee el 85 por ciento del PIB global, profundizándose la brecha entre ricos y pobres. En el año 2000 la FAO anunció que el 75 por ciento de la pesca en los océanos sobrepasaba los límites que podían garantizar su conservación. Los suelos dedicados a la agricultura también presentan una extraordinaria degradación. Es evidente que son síntomas de un mundo explotado en exceso del que se extraen recursos más rápidamente de lo que pueden regenerarse y recibe a cambio desechos y contaminantes que superan la capacidad del Planeta para absorberlos y hacerlos inocuos.

La forma: aún es posible la transición de crecimiento a equilibrio global. El fondo: es tiempo de acción, de una visión prospectiva y firme voluntad para definir los límites de crecimiento y caminar juntos, porque: TODOS SOMOS NATURALEZA.
ACACIA FUNDACIÓN AMBIENTAL A. C. [email protected]

Este artículo es responsabilidad de quien lo escribe y no refleja la opinión de Expok ni de sus colaboradores.

Fuente: Acacia Fundación Ambiental A.C

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