Número 34
Dr. Roberto Delgado Gallart
A veces parece que, mientras más crecemos, menos inteligentes nos vamos haciendo.
Ojo: No hablo de educación, ni de cultura, ni de habilidades. Esas se incrementan hasta que se nos empiezan a olvidar. No: hablo de ser verdaderamente inteli-GENTES, es decir, mejores seres humanos.
Los niños pequeños, al igual que nuestras mascotas hogareñas, nos quieren simplemente porque sí, no por el color de nuestra piel, ni nuestros sueldos, nuestros coches o nuestros peinados.
Los niños pequeños quieren y demuestran su cariño sin complicarse la existencia, sin considerar las ventajas económicas a largo plazo de tal o cual amistad, o el gastado “qué dirán los demás”. Los niños quieren a quien quieren, y a quien no, simplemente no. Y se acabó.
A los adultos se nos ha olvidado esta calidad de cariño, esta sinceridad de emociones, esta naturalidad de aceptar, reconocer, valorar, buscar y querer a otro ser humano sin esperar nada a cambio más que cariño el cual, por cierto, no se vende ni se compra.
Quizá vale la pena volvernos un poco más niños diariamente: seguramente haría de todos nosotros mejores seres humanos. Después de todo, ser adulto nunca ha sido tan divertido y emocionante como ser niño ¿no lo creen?
Esto fue responsabilidad social, en pocas palabras, y yo soy su amigo, Roberto Delgado. Muchas gracias.
Dr. Roberto Delgado Gallart
Doctor en Administración de Empresas por la Universidad de Aix-Marseille, Francia, es Fundador y Director del Centro Latinoamericano de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac, desde donde se imparten tanto la 1ª. Maestría en Responsabilidad Social en América Latina, así como el Diplomado de Administración de Instituciones de Asistencia Social a todo el país. Premio Nacional al Altruismo 2004, miembro del Consejo Directivo del Centro Mexicano para la Filantropía CEMEFI, así como de diversas organizaciones y fundaciones, ha participado en innumerables proyectos de Desarrollo Social, fue Coordinador General de Logística de la IV y V Visitas de S.S. Juan Pablo II a México.