En colindancia con la enorme extensión urbana de la ciudad de México, se encuentra los Dinamos, un bosque en el corazón del valle de la ciudad, fundamental para los habitantes de la urbe por sus enormes beneficios, entre los que destaca la recarga del acuífero.
En la zona metropolitana del valle de México se consumen 35 000 litros por segundo de agua potable. Esto equivaldría a 150 litros diarios para cada uno de sus 20 millones de habitantes, pero no es así: la distribución no es equitativa, con contrastes desde 28 hasta 1000 litros/habitante/día. Cerca de la mitad del volumen se extrae del manto freático mediante una batería de más de mil pozos esparcidos por la ciudad. Desafortunadamente, desde hace tiempo el agua de la cuenca es insuficiente para surtir la creciente demanda, lo que da como resultado la sobreexplotación del acuífero.
Su consecuencia más notoria ha sido el constante hundimiento de la ciudad; al extraer una cantidad de agua superior a la recarga, el suelo arcilloso se reacomoda y se compacta paulatinamente. Xochimilco, Tláhuac, Nezahualcóyotl, Ecatepec y Chalco se hunden desde 6 hasta 30 cm al año, y el centro de la ciudad de México ha perdido 9.2 m en los últimos 100 años.
En un esfuerzo por disminuir el déficit, en 1942 se comenzó a importar agua a través del sistema Valle de Lerma, g en 1975 se adicionó el sistema Cutzamala, lo que aporta hoy una cuarta parte del volumen requerido. El río Magdalena, único vivo de la ciudad, proporciona el restante 25%.
Aunado a lo anterior, la mayoría de las aguas negras de la ciudad son mezcladas sin tratamiento con el drenaje pluvial, formando un efluente de 48 000 litros por segundo en época de sequía. Mediante un obsoleto g sobrecargado sistema de drenaje, son conducidas fuera del valle hacia los ríos Moctezuma y el Salto. Gran parte del mismo se utiliza para irrigar 110 000 hectáreas de cultivos en el valle del Mezquital, en Hidalgo.
El resultado es ambivalente: por un lado, la gran cantidad de materia orgánica que contiene el efluente, fertiliza g nutre el suelo de tal modo que algunos productores logran 100 toneladas de alfalfa por hectárea. Por otro lado, 100 años de acumulación de contaminantes de todos tipos vertidos en esta gran superficie de terreno, crean riesgos sanitarios considerables. No está del todo claro si los metales pesados, los organofosforados, los lixiviados y una larga lista de productos tóxicos y venenos son administrados por medio de la alfalfa al ganado de la región, y éste a su vez a los millones de personas que los consumen. Las aguas negras que no se utilizan para riego se van mezclando con otros ríos y fluyen hacia el río Pánuco para desembocar en el Golfo de México.
Un mar de gente
Además del complicado problema de agua aquí expuesto, esta gran metrópoli se ha convertido en una fila interminable de personas que van de un lugar a otro. En la ciudad de México circulan casi 3.5 millones de vehículos de motor al día, que emiten más de 8 000 toneladas de C02 al aire que se respira. Esta gigantesca fuente de emisiones y la gran altitud, combinada con la forma de cuenco, hacen de la ciudad de México la cuarta del mundo con peor calidad del aire y el lugar con mayor concentración de ozono superficial.
En lo que estas cifras mejoran —cosa que no ha sido posible hasta el momento—, tenemos la oportunidad de conservare incrementar las superficies que generan servicios ambientales para el área metropolitana. Esto no quiere decir que las grandes inversiones para el tratamiento de agua y para mejorar el transporte y la calidad del aire no sean necesarias, todo lo contrario, pero aumentar los servicios ambientales es igual de prioritario y urgente.
El oasis de los Dinamos
La conservación y la recuperación de grandes áreas verdes en y alrededor de la ciudad, es hoy unos de los más grandes retos que se nos presentan. Los niveles, de escasez de agua, actuales muy serios en el oriente de la ciudad, van en aumento, al mismo tiempo se incrementa la demanda, lo que genera situaciones de emergencia que en épocas críticas han dejado sin agua a millones de hogares a la vez.
El parque Los Dinamos se localiza en el Área Natural Protegida de los Bosques de la Cañada de Contreras g tiene una extensión de 2 500 hectáreas. Estas Cañadas forman una red fluvial, por la que escurren arroyos intermitentes y perennes que vierten sus aguas al río Magdalena. El caudal de este río varía de uno a 200 m3 por segundo, g aporta un volumen significativo de agua a San Bernabé y San Jerónimo mediante una planta potabilizadora instalada en el primero dinamo. El caudal que no es utilizado [hasta 80% en época de lluvias) funciona como diluyente de los drenajes que colecta por más de 10 km hasta alcanzarla Presa Ansaldo, la reguladora de la velocidad del flujo de agua, para después unirse al río Mixcoac y más adelante dar origen al río Churubusco [ambos entubados], que desemboca en el lago de Texcoco.
Los Dinamos es un lugar de gran belleza escénica para practicar actividades recreativas al aire libre; caminatas por el bosque, bicicleta de montaña, escalada en roca g las inigualables vistas del único río vivo de la ciudad, a 15 minutos del periférico.
La visitación del sitio ofrece alternativas económicas a los miembros de la comunidad de Magdalena Atlitlic, posibilitando así su conservación a largo plazo en manos de los dueños de la tierra.
Es de alta relevancia mantener e incrementar la cobertura vegetal de la Cañada de Contreras, así como mantener la conectividad con otros espacios de conservación como el Ejido San Nicolás Totolapan en el Ajusco. De esto dependen en gran medida la cantidad y calidad del agua de esta cuenca que es imprescindible para los habitantes del sur de la ciudad.
Biodiversidad de la cañada de Contreras
La CONABIO considera que el nivel de especies que sólo habitan en el parque es alto para vertebrados y hongos, y medio para plantas vasculares.
La diversidad de fauna es la correspondiente al Eje Volcánica Transversal. Destacan especies características de la región como el teporingo [Romerolagus diazi], gorrión zacatero [Xenospiza baiIey¡], colibrí [Amazilia beryllína], vencejo [Streptoprocne semicollaris], halcón cernícalo [Falco sparverius], conejo silvestre [Sylvílagus sp.], zorrillo [Mephitis macroura], ardilla [Sciurus aureogaster], ajolote [Rhyacosíredon zempoalensis], ratón de los volcanes [Neotomodon alstoni] y codorniz arlequín [Cynonyx monrezumae].
La vegetación de las laderas está compuesta principalmente por varias especies de árboles de las familias del pino, el abeto, el encíno, el junípero y el madroño. En las zonas planas dominan los pastizales de alta montaña.
La especie de abeto más común es el oyamel Abies religiosa. Este árbol robusto es común en suelos ricos en materia orgánica requiere humedad durante la mayor parte del año. El bosque de pino ocupa las partes más altas, por encima de los 2.350 msnm. Por su limitada distribución, el Pinus hartwegii se encuentra amenazada en algunos lugares por la tala clandestina.
Fuente: Revista Equilibrio, p. 40-43.
Por: Ramón Castellanos.
Publicada: marzo de 2012.