En muchas ocasiones, dentro de sus programas de RSE, las empresas desarrollan buenas campañas de voluntariado para concientizar a su personal acerca de qué es y cómo se vive cuando se tiene una discapacidad.
En este contexto, se hacen jornadas en las que se conviven con gente de capacidades diferentes y posteriormente se apoyan programas que pueden ayudar a ciertas personas a recuperar la vista.
Son buenas acciones, ni duda cabe… El problema es que a veces esas mismas empresas, aún cuando es posible, no adaptan sus productos para que puedan ser usados por esos grupos sociales. Otra vez el problema del asistencialismo vs la estrategia.
En este contexto, la acción realizada por Visa Europa es espléndida, desarrollando un nuevo distintivo táctil que se integrará en sus tarjetas de crédito, débito o prepago. El objetivo es facilitar la identificación y el uso de las tarjetas a las personas ciegas o con discapacidad visual.
La marca táctil consistirá en un relieve que bordeará el logotipo de Visa; el distintivo será tan sutil que no alertará a posibles delincuentes de la discapacidad del usuario.
Con esta nueva marca, las personas que tengan problemas de visión podrán reconocer y localizar más fácilmente su tarjeta de pago. Además, les ayudará a colocarlas correctamente en las terminales de pago.
Según anunció Visa Europa, el distintivo podrá ser integrado a bajo coste en diseños ya existentes para cualquier tipo de tarjetas Visa o V Pay.
Esto es pensar estratégicamente y no de forma asistencialista. Se mejora un producto existente, se toma una política verdaderamente incluyente, se beneficia a un grupo social enorme (tan sólo en Reino Unido hay registrados más de 2 millones con esa discapacidad), se genera publicity y se obtiene una sólida reputación corporativa.
El asistencialismo es dar un pez, el desarrollar productos incluyentes es enseñar a pescar.
