La violencia de género –en especial la que sufren las indígenas–, la mortalidad materna, el embarazo adolescente, la pobreza, los estereotipos de género y la desigualdad de derechos entre mujeres y hombres son algunos de los principales retos que debe afrontar el país.
El Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) señala que si bien ha habido avances en la construcción de indicadores de género, persisten vacíos de información que impiden cuantificar y caracterizar muchos temas y contar con estadísticas oportunas y adecuadas sobre la situación de distintos grupos de población. Esto representa un serio obstáculo para dirigir, de manera más certera y objetiva, acciones específicas e implementar políticas públicas para prevenir la violencia, promover la igualdad de oportunidades y erradicar la discriminación y exclusión de género.
Esta carencia de información, dice, es particularmente notable respecto de los adultos mayores, discapacitados, indígenas y migrantes, así como en temas como feminicidios, trata de personas y medio ambiente, entre otros.
En el libro 40 años del Consejo Nacional de Población, el Inmujeres indica que la violencia de género, por ejemplo, ha sido reconocida como un problema de salud pública que ya tiene la atención del Estado, pero sigue siendo un desafío a vencer.
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011, una tercera parte de las mujeres casadas o unidas es víctima de violencia perpetrada por su pareja, situación más frecuente en las zonas urbanas que en las rurales.
En cuanto a la mortalidad materna, los esfuerzos realizados no han sido suficientes y persisten niveles muy elevados en algunas entidades y grupos de población. Las acciones no deben enmarcarse en los programas de atención, es importante que se establezcan acciones que incidan en la prevención.
Entre los logros destaca la consideración en el Plan Nacional de Desarrollo de incluir la perspectiva de género en todos los programas de la administración pública federal. La participación económica de las mujeres, así como en su contribución a la economía de los hogares.
Un avance importante es el reconocimiento nacional e internacional del trabajo doméstico como actividad productiva con valor económico y, por tanto, de las labores que realizan cotidianamente casi la totalidad de las mujeres mexicanas, entre otras.
Fuente: La Jornada