Por: Josep M. Lozano
Acabamos de publicar el volumen Valors tous en temps durs. La societat catalana a l’Enquesta Europea de Valors 2009, resultado del estudio impulsado por la Fundació Lluís Carulla y la Cátedra de Liderazgos de ESADE. Esta encuesta se viene realizando en 45 países europeos desde el año 1981 repitiéndose cada década.
En Catalunya disponemos de los resultados correspondientes a los años 1990, 2000 y 2009, tiempo suficiente para poder comparar respuestas, detectar cambios y estudiar la evolución de determinadas valoraciones. Estos instrumentos siempre son como un juego de espejos, en los que a veces se confunden diversas miradas, no fáciles de discernir (cómo nos vemos, cómo nos pensamos, cómo somos, cómo creemos que somos…). Pero la perspectiva comparada nos permite detectar tendencias que, sin caer en la tentación de la generalización, nos pueden ayudar a identificar algunos rasgos que nos configuran y pueden enriquecer nuestro debate público.
En primer lugar, se vislumbran tres evoluciones de largo recorrido presentes ya en los estudios anteriores. Hay un acentuado proceso de individualización que muestra un distanciamiento progresivo de las instituciones sociales tradicionales y de los vínculos colectivos. Sigue aumentando la preferencia por la realización personal. Y se da prioridad al bienestar emocional (por encima de la razón) deslegitimando todo deber moral impuesto externamente por las instituciones.
Podemos destacar nueve rasgos tendenciales. 1. La familia continua siendo un valor central pero padece profundos cambios: se desinstitucionaliza, pluraliza sus formas, democratiza sus relaciones y sus roles, pierde su carácter indisoluble y debilita sus relaciones de solidaridad intergeneracional. Tenemos una «familia plástica». 2. Hemos internalizado de manera unánime la igualdad de género y de roles y la mujer sigue apropiándose terrenos sociales antes negados. Esta igualdad «de iure» no significa sin embargo todavía una igualdad «de facto». 3. Hay una progresiva pérdida de centralidad del valor del trabajo. El trabajo es cada vez menos un valor final y cada vez más un valor instrumental. Aumenta la deslealtad mutua entre empresa y trabajador y se debilitan los valores de pertenencia y compromiso. 4. Emergen dos nuevas centralidades: el ocio y el valor de las relaciones sociales o de amistad. 5. Sigue aumentado la participación asociativa, pero esta es mayoritariamente de signo pasivo (pago de cuotas), clientelar (deportivas, recreativas) o corporativo (profesionales). Desde 1990 crecen los denominados nuevos movimientos sociales (especialmente entre jóvenes) y descienden sindicatos, partidos políticos y organizaciones religiosas. Se produce a marchas forzadas una feminización del fenómeno asociativo. 6. Aumenta el grado de interés por la política y la participación informal de los ciudadanos, pero también es creciente la desafección hacia la clase política y sus instituciones y el alejamiento de las vías formales de participación. Se expresa un profundo sentimiento demócrata pero una gran insatisfacción con el desarrollo de la democracia en nuestro país. 7. Aumenta el sentimiento de pertenencia únicamente o prioritariamente a Catalunya y disminuye el sentimiento de pertenencia a España. Retrocede la opción autonomista y aumenta claramente la opción independentista. Y en todos los casos se expresa una rotunda radicalidad democrática basada en el «derecho a decidir» de los catalanes. 8. Todos los segmentos sociales opinan que la inmigración comienza a ser excesiva en Catalunya. Es una queja más de tipo socioeconómico (relacionada con la escasez de recursos y la competencia laboral) que de tipo cultural. 9. Se refleja una secularización creciente y un aumento del ateísmo. Y en paralelo emerge una nueva forma de religiosidad desinstitucionalizada. Tenemos creyentes sin iglesia e iglesias sin creyentes.
Recapitulando… para el debate. La apropiación individualista de los diferentes espacios de nuestra vida nos lleva al rechazo de toda estandarización, de todo deber moral externo y a la personalización o adaptación de todo aquello que nos es significativo a nuestras preferencias personales. Llevamos una «vida tuneada» y tendemos a tunearlo todo: la familia, la religión, el trabajo, el ocio, la política… Contradictorio o no, este bricolaje vital se traduce en un lema simple: «ley y orden» en la esfera pública y «vive y deja vivir» en la esfera privada, con derivas hacia la laxitud moral, el presentismo y el hedonismo.
En lo colectivo, el elemento que, comparativamente, cohesiona nuestras individualidades es justamente la identidad nacional. Combinamos un claro individualismo liberal con un fuerte sentimiento nacional, probablemente porque se sigue considerando que (el reconocimiento de) la dimensión nacional sigue siendo un componente relevante y valioso de nuestra individualidad.
En conclusión, hay tres grupos de valores que mueven y conmueven a los catalanes de hoy. Son tres grupos de valores en tensión que suponen tres retos de futuro. Por un lado, ¿sabremos equilibrar bien la combinación de nuestra autoafirmación individual y colectiva? En segundo lugar, nuestra progresiva desinstitucionalización y el rechazo de toda autoridad externa impuesta nos obligará a reinventar nuestras pautas de vida cotidiana y nuestro sentido de la autoridad. Y, por último, ¿podremos conciliar los nuevos valores vinculados a la autonomía individual con los viejos valores colectivos de la solidaridad, la responsabilidad y la cohesión social?
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Josep M. Lozano
Profesor del Departamento de Ciencias Sociales e investigador senior en RSE en el Instituto de Innovación Social de ESADE (URL). Sus áreas de interés son: la RSE y la ética empresarial; valores y liderazgos en las organizaciones; y espiritualidad, calidad humana y gestión. Ha publicado sus investigaciones académicas en diversos journals. Su último libro es La empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible (Trotta) Otros de sus libros son: Ética y empresa (Trotta); Los gobiernos y la responsabilidad social de la empresa (Granica); Tras la RSE. La responsabilidad social de la empresa en España vista por sus actores (Granica) y Persona, empresa y sociedad (Infonomía).
Ha ganado diversos premios por sus publicaciones. Fue reconocido como Highly commended runner-up en el Faculty Pionner Award concedido por la European Academy of Business in Society i el Aspen Institute. Ha sido miembro de la Comissió per al debat sobre els valors de la Generalitat; del Foro de Expertos en RSE del MTAS; del Consejo Asesor de la Conferencia Interamericana sobre RSE del BID; y de la Taskforce for the Principles for Responsible Business Education del UN Global Compact. En su página web mantiene activo un blog que lleva por título Persona, Empresa y Sociedad