Desde luego que no se trata de ponerse «al tú por tú» con los grandes de la industria del agua embotellada; es mucho más importante que eso: es la autosustentabilidad, la salud y el recurso que puede ingresar a comunidades que están insertas en la más absoluta de las pobrezas colindando con la miseria.
Ahí Wal Mart, junto con la Fundación Pro Mazahua, tienen una experiencia fabulosa que hoy se embotella y se vende en las tiendas del supercomplejo comercial. Las comunidades indígenas de Atlacomulco han llegado a la necesidad de caminar cuatro horas para «ir por agua» y ni siquiera potable. Paradógicamente, la población involucrada en esta historia Pyme de éxito lleva por nombre San Felipe del Próspero.
En el pecado no lleva la penitencia. Hundidos en la pobreza, se intentó contribuir a que esas comunidades lucharan por la autosustentabilidad alimentaria y mejoraran sus marcos de salud realizando mejoras al entorno en el que coexisten.
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