Existen datos contrastantes: por una parte, se habla de estabilidad económica y se aplauden las acciones que se han sostenido; incluso se celebra una estabilidad envidiable frente a países como España, Grecia y otros de la Unión Europea. Sin embargo, a pesar de los importantes avances y logros en la materia, esa estabilidad financiera no se refleja en los bolsillos de los ciudadanos.
¿De qué sirve tener una macroeconomía sólida, si la población no puede comprar más? Al contrario, le alcanza para menos. No hay indicador económico más relevante para un país que el desempeño para superar la pobreza, y no me refiero a los programas sociales que pudieran aplicarse; el verdadero reto es la productividad.
Según información que expusiera recientemente el secretario de Hacienda y Crédito Público, a pesar de tener una
economía estable, con una posición geográfica privilegiada, con recursos humanos y naturales, ésta no está creciendo al nivel que debería y no se generan los empleos requeridos.
«Si México hubiera tenido un crecimiento de la productividad en los últimos 50 años como el que tuvo Corea, hoy nuestro Producto Interno Bruto per cápita sería cuatro veces mayor al que tenemos, señaló Luis Videgaray, y agregó: «en México habría 86% menos pobres, solamente habría 6.4% de mexicanos en pobreza».
La productividad está directamente ligada con la metodología y, por supuesto, con las tecnologías implementadas. Así, se observa, por ejemplo, que mientras en Chile, Irlanda y Corea el crecimiento promedio en los últimos 30 años fue superior a 4% (destaca Corea, con 6%), en México apenas fue de 2.4%. Todos estos países han empleado nuevas tecnologías ecológicas de simplificación.
Para ahondar un poco más: imaginemos que hay dos parcelas agrícolas, con tierra similarJ que producen maíz; no obstante, sólo una cuenta con infraestructura y tecnología, con un sistema de riego por goteo. Podemos concluir que ésta presentará un rendimiento casi cuatro veces superior a la otra, y sus gastos económicos y consumo de agua serán sensiblemente menores, de hasta 40%.
La implementación de tecnologías sustentables brinda mayor productividad a las empresas, genera mayores ahorros, menores consumos y agilidad en la producción.
Como otro ejemplo: si existen dos tortillerías, una con producción tradicional, con tecnología de hace años, contra otra equipada con paneles solares y sistema de tratamiento de agua, el costo de producción de la segunda es 13% más bajo, y la venta del producto es al mismo precio. El uso de luz es mucho menor, la reutilización de agua disminuye costos, la producción es más rápida y significativamente más barata.
Como éstos, encontramos un sinfín de modelos y concluimos que aumentar la productividad no es necesariamente explotar de manera desmedida los recursos y horarios de trabajo, sino echar mano de nuevos y diferentes avances, que además de ser amigables con el medio ambiente, reducen costos y generan más alta productividad.
Fuente: Revista Equilibrio No. 58
Publicada: Junio de 2013