Hace poco, en su natal Tabasco, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador celebró el último triunfo de su gobierno: una nueva refinería de petróleo, pero con ello también dejaba en claro que durante su mandato el país a su cargo escoge fósil en vez de renovable, como lo reporta The New York Times.
En lo que parece ser la consolidación de la estrategia por arrebatar el control del sector energético a las empresas privadas, y permitir que las estatales dominen el mercado, la administración —en la búsqueda de la autosuficiencia de combustibles— parece socavar los esfuerzos para expandir la energía renovable.
Combustibles fósiles vs energías renovables
En un momento en que los científicos hacen sonar las alarmas sobre la necesidad de alejarse de los combustibles fósiles que contribuyen al catastrófico cambio climático, está ocurriendo una transformación global en la dirección opuesta, pues con la invasión rusa de Ucrania se ha provocado que Estados Unidos y los países europeos se muevan para aumentar el petróleo y producción de gas y así contrarrestar las prohibiciones sobre la dependencia de energía rusa.
Pero México va aún más lejos, aunque la refinería de Dos Bocas, ubicada en el sureste del país, aún no está en funcionamiento, el jefe del ejecutivo federal la ha señalado como una pieza central de su gobierno para asegurar la independencia energética.
«Se apostó [en el pasado] a vender petróleo crudo y comprar en el extranjero gasolinas y diésel. (…) Ahora se está cambiando, ya no vamos a vender petróleo crudo, vamos a procesar toda nuestra materia prima para producir las gasolinas y el diésel».
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.
¿Y los compromisos climáticos de México?
México ha recibido fuertes criticas por su inacción climática y más recientemente fue señalado de no cumplir con el acuerdo comercial regional T-MEC. Esto último porque se considera que hay políticas energéticas mexicanas que limitan la competencia, perjudican a las compañías norteamericanas y obstruyen la lucha contra el cambio climático. Al respecto, López Obrador señaló que las corporaciones extranjeras están haciendo lobbying contra las autoridades debido a lo anterior.
Sin embargo, el actual gobierno parece continuar con su estrategia política de bloquear a las proveedoras de energía renovable —es decir, aquellas que emplean recursos naturales inagotables, como el Sol, el viento o el agua—, manteniéndolas fuera de acción y apoyando las plantas que funcionan con combustibles fósiles, administradas por el Estado, según lo revelaron entrevistas con más de una docena de ex funcionarios gubernamentales, analistas y ejecutivos de energía.
Como resultado, es casi seguro que México no cumplirá su compromiso con el mundo de reducir 22% sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para 2030.
La transición a las energías renovables se hará… a su tiempo
El presidente ha argumentado que, si bien la transición a la energía renovable eventualmente ocurrirá, México simplemente no está listo. Pero no se han abandonado por completo las energías renovables, pues la administración planea invertir alrededor de $ 1.6 mil millones para construir una planta solar gigante en el norte, así como restaurar más de una docena de hidroeléctricas estatales.
«Ese avance tecnológico se hará realidad, pero para llegar allí, necesitamos más tiempo”.
Andrés Manuel López obrador, presidente de México.
Actualmente, la nación genera casi el 80% de su energía a partir de combustibles fósiles, mientras que las energías renovables y la nuclear proporcionan el 20% restante, de acuerdo con cifras gubernamentales.
Para sus partidarios, la postura actual de México que escoge fósil en vez de renovable busca tener mayor control sobre el sector energético y cualquier transición hacia las energías renovables. Esta política es fundamental en un país con débiles antecedentes de supervisión pública hacia el sector privado, indica Fluvio Ruíz Alarcón, analista y ex asesor de Pemex.
Energías renovables en México varadas
Hasta junio del 2022, más de 50 proyectos eólicos y solares propuestos por empresas privadas y extranjeras esperaban los permisos de la comisión, y algunas solicitudes datan de 2019, la última vez que se aprobaron nuevos permisos para compañías privadas de energía, detallan algunos registros gubernamentales.
En total, estas representan un potencial de casi 7,000 megavatios de energía renovable, suficiente electricidad para alimentar una ciudad del tamaño de Los Ángeles.
Pero, al parecer López Obrador se ha centrado en revertir las amplias reformas energéticas aprobadas por sus predecesores, que abrieron los mercados energéticos mexicanos a la industria privada, incluida la extrajera que produce energías renovables.
En 2019, canceló una subasta pública por los derechos para generar energía eólica y solar, a pesar de que las subastas anteriores habían dado lugar a algunos de los precios renovables más baratos del mundo. Además reescribió las reglas que rigen el orden en que las plantas de energía alimentan la red, revirtiendo los avances anteriores que requerían que se despachara primero energía más barata, a menudo renovable, y en su lugar dar prioridad a las plantas de propiedad estatal.
México escoge fósil en vez de renovable
El gobierno ha dado preferencia a la energía de las plantas de quema de carbón, gas y fuel-oil, propiedad del Estado sobre las energías renovables que provienen de la iniciativa privada, para que suministren energía a la red nacional.
Incluso, mientras México escoge fósil en vez de renovable, el Estado planea invertir $6.2 mil millones para construir 15 plantas que funcionen con combustibles fósiles para 2024, según muestran los documentos del gobierno. Estas acciones están teniendo resultados, ya que se han convertido en una fuente creciente de tensión con el gobierno de EE.UU.
«Hemos expresado reiteradamente serias preocupaciones sobre una serie de cambios en las políticas energéticas de México».
Katherine Tai, la representante comercial de Estados Unidos.
Por lo que las acciones del actual presidente de México no parecen estar cerca de cumplir los objetivos climáticos, sino estar enfocadas en combustibles fósiles, como el petróleo, para el desarrollo económico del país. Esto pese a que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha instado a todos los Estados a dejar su dependencia los contaminantes, y así limitar el incremento de la temperatura global, la cual es el origen de situaciones críticas como las históricas olas de calor que se viven en Europa.
Y aunque las recomendaciones y compromisos se encuentran presentes, lo cierto es que la administración mexicana actual no ha frenado sus intenciones de fosilizar, aún más, la industria y el sector energético nacional, apostando por fuentes que no solo están siendo desplazadas sino que repercuten gravemente al futuro del planeta.
De todos modos México seguiría comprando gasolina a E. U.
E. U. sigue produciendo y vendiendo combustibles fósiles.
Lo ideal sería que ningún país lo hiciera.