En México, sólo 4% de donadores de sangre son voluntarios y el resto es por reposición, es decir, cuando el voluntario tiene algún familiar internado.
Pero a pesar de que la mínima parte es altruista, todavía hay quien lo hace desinteresadamente, como Teodoro, quien al menos dos veces al año acude a algún hospital público a que le extraigan sangre.
“Se trata de dejar a un lado el egoísmo, quitar la mala idea de los hospitales de gobierno, ver y tomar en cuenta que uno recibe mucho de ellos a cambio de nada o de, simplemente, ayudar al semejante”, señaló.
El objetivo
La intención de los gobiernos es que la cifra de altruistas aumente, de acuerdo con el director del Hospital General de México, Francisco Navarro. “Sí hay una participación de la gente, aunque las necesidades son tantas que se requeriría que aún más apoyaran”.
Tan sólo en el Hospital General de México acuden dos mil 500 donadores al mes, pero sólo pueden alrededor de mil 600. Cerca de 900 son rechazados por no tener el estado de salud óptimo.
No pueden donar quienes tengan menos de 18 años o más de 65, si tuvieron hepatitis o están tomando medicamentos, están bajos de peso o si tiene alguna enfermedad viral.
El protocolo es donar casi medio litro de sangre. De hecho, hace alrededor de 15 años, por cada bolsa de sangre que donaban las personas, se les pagaba una cantidad equivalente a los 200 o 300 pesos en la actualidad.
Desde 1993, la Norma Oficial Mexicana excluye como donadores a homosexuales masculinos, bisexuales, heterosexuales con varios compañeros sexuales y quienes ejercen la prostitución.
Los tipos de sangre más comunes son ORH positivo y negativo en los grupos A, B, O y AB. Quienes tienen O-Positivo se convierten en donadores universales, o sea que pueden donar a cualquier persona.
En 20 días el donador repone su sangre sin necesidad de seguir una dieta. Con la acción de una persona se pueden beneficiar hasta seis más.
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