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México y los objetivos de desarrollo del milenio

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En el no muy lejano septiembre del año 2000, prácticamente la totalidad de países del mundo, 189, entre los que se contaron 147 jefes de estado, aprobaron y firmaron la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas. De ella derivaron ocho ambiciosas metas conocidas como Objetivos de Desarrollo del Milenio, a ser alcanzados por el mundo entero en el 2015.

Como proyectos de desarrollo son bien vistos, pero en los tiempos que corren parece que se quedan en el camino. Vale la pena recordarlos para tener en automático una opinión al respecto.

1.- Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
2.- Lograr la enseñanza primaria universal.
3.- Promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer.
4.- Reducir la mortalidad infantil.
5.- Mejorar la salud materna.
6.- Combatir el VIH-Sida, el paludismo y otras enfermedades.
7.- Garantizar la sustentabilidad del medio ambiente.
8.- Fomentar la asociación mundial para el desarrollo.

Cada uno en sí, encierra una vertiente de desarrollo y bienestar. Ninguno sobra. Todos en conjunto se resumen en el concepto del desarrollo sustentable, que comprende todas las actividades que desarrolla el ser humano durante su estancia en la Tierra, en equilibrio con la naturaleza. La comunión entre el uso y disfrute razonado de los recursos y satisfactores, con la visión de heredarlos a las nuevas generaciones para que satisfagan a su vez sus necesidades; y así sucesivamente en una ininterrumpida cadena.

Sin embargo el cumplimiento de estos acuerdos está en riesgo por los daños causados por los fenómenos naturales, la permanente crisis económica mundial y la problemática política y social que aumenta en el mundo.

Esa red global para luchar contra la pobreza y el hambre, mejorar la cobertura, calidad y equidad en la educación y la salud, revertir el deterioro ambiental y promover la equidad de género, suena a menú demagógico en el banquete político mundial y local en el que unos pocos se arrebatan y atragantan con el poder, sin importar los ciudadanos a quienes se deben.

La firma consolida los compromisos asumidos en otras Cumbres y Conferencias en la década de los noventa, que a su vez eran resultado de otros reportes como: Nuestro Futuro Común, mejor conocido como Informe Bruntdland. Reconoce la dependencia recíproca entre el crecimiento, la economía, la educación y la reducción de la pobreza con el medio ambiente, para alcanzar un desarrollo sustentable. Considera que el desarrollo se basa en la gobernabilidad democrática, el estado de derecho, el respeto a los derechos humanos o fundamentales, la paz y la seguridad.

La propuesta tiene metas con plazos e indicadores para supervisar los progresos obtenidos y combina la interacción entre países desarrollados y en desarrollo sobre la base de una alianza mundial, según quedó pactado en la Conferencia Internacional sobre el Financiamiento para el Desarrollo en Monterrey, México, y en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable en Johannesburgo, ambas celebradas en 2002.

Pero, todo lo anterior requiere de un elemento indispensable: una eficiente y decidida inversión en las capacidades de las personas. Exigencia sine qua non para ser competitivos como nación en el concierto mundial, para hacer crecer el ingreso como país y generar riqueza con la garantía de una equitativa distribución. Planear una economía estable y traducirla en apoyo a la inversión productiva, a un nuevo modelo educativo, a la producción agropecuaria y a la adopción de tecnologías verdes como cimientos de crecimiento y empleo.

A pesar de la diversidad de ideologías, intereses y circunstancias de los diferentes actores políticos nacionales e internacionales, los acuerdos se logran. Está el mundo posiblemente cerca de la última llamada para ver con objetividad la esencia de la crisis en sí y su cauda de problemas, más allá de los gobiernos en turno y de los intereses partidarios y particulares, para emprender acciones decididas hacia un futuro mejor para todos.

Es la oportunidad obligada de demostrar de cara a los ciudadanos y ante la comunidad internacional, una mayor transparencia en la aplicación de recursos y rendición de cuentas de las acciones que en pro del desarrollo realizan las autoridades y los diferentes actores políticos, siempre temerosos y evasivos de las Organizaciones de la Sociedad Civil. Aunque, paradójicamente, el discurso oficial invita a ciudadanía y ONG’s, de preferencia simpatizantes con sus propuestas, a trabajar codo con codo.

Afortunadamente México sigue en pie porque cuenta con el potencial humano de su ciudadanía participativa cada vez más consciente y exigente y sus recursos, que harán realidad el sueño de convertirlo en un país próspero. El desafío continúa y los objetivos por alcanzar son el recordatorio, la guía de lo que hay que alcanzar, pero ya, para sacar al pueblo a flote.

La forma: el rostro del mundo y de México será diferente y amable cuando la ignorancia, la pobreza, el hambre y las enfermedades sean superadas.

El fondo: aceptar como ineludible el deber ético, histórico, político y social para enfrentar nuestros retos, en la búsqueda de un mundo, un país, un estado, un municipio y una comunidad mejores.

Y no lo olvidemos: TODOS SOMOS NATURALEZA.

NOTA: Inició la cuenta regresiva para la Hora del Planeta 2011. Este año será el sábado 26 de marzo y a las 20:30 horas nuevamente nos uniremos en la lucha contra el cambio climático.

Fuente: ACACIA FUNDACIÓN AMBIENTAL A. C.

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