Los resultados de las bolsas de valores del mundo en los últimos días de enero de 2012 dan signos de una recuperación financiera leve, pues los indicadores han llegado a ganancias de hasta un diez por ciento en dicho mes, como el caso del indicador tecnológico Nasdaq de Estados Unidos. Síntoma de que las cosas marchan bien, en otros países.
El caso mexicano es diferente, pues la Bolsa Mexicana de Valores apenas alcanzó un tres por ciento en el mismo período, a pesar de ser puntal de América Latina en torno al mayor crecimiento económico esperado. Los aspectos macroeconómicos nacionales están en orden y las finanzas públicas lucen más fuertes que nunca. Es aquí donde surge nuevamente la pregunta de ¿qué está pasando para que México no se desarrolle?
Una hipótesis surgida desde hace mucho tiempo en Japón es que para que los países crezcan se debe dar una condición importante: la responsabilidad social de cada persona y de las instituciones que representan a la sociedad en su conjunto.
Por desgracia esa parte no está en México, no sólo por la narcoviolencia. Hay más irresponsables que poca o nula atención han atraído y que vale la pena reflexionar sobre ellos. El mundo de los abusos aquí es omnipresente a tal grado que la economía es regida por conductas de robo continuo y bajo esa premisa no se puede lograr un crecimiento sostenido.
Las evidencias de una falta de responsabilidad social a nivel de las personas está lejos de ser lo que se necesita. La gasolinera que despacha litros incompletos, el taxista que cobra de más porque detecta que el pasajero es foráneo, en general gran parte de los agentes económicos actúan irresponsablemente porque esa conducta deja beneficios extraordinarios, o al menos eso parecía porque el nivel de descomposición actual parece estar cobrando la factura de todas esas irresponsabilidades.
Tampoco el gobierno ha contribuido a cambiar esta problemática. La falta de transparencia en la administración de las finanzas públicas, la corrupción endémica y el abuso percibido de la sociedad por parte de la clase política establece una pauta que es muy difícil de evitar. México está en la posición cien de 183 países que conforman el índice de corrupción. Esto no es un honor para ningún país y mucho menos si se quiere alcanzar un mayor nivel de desarrollo en el corto plazo porque en el largo plazo todo estará perdido.
Para cambiar esta economía basada en la irresponsabilidad social, es necesario comenzar por crear las instituciones y las instancias que marquen el ejemplo para todo tipo de personas. Se requieren las mismas normas éticas y valores pero acatándolos y para ello hay que aprender a ser socialmente responsable, pero no empezar por los que menos tienen, sino por los que más tienen, ya que casualmente son ellos los que más ventajas del sistema toman y hasta abusan de él.
El problema actual de la economía no es que el sistema de producción no sea capaz de producir para todos, más bien la irresponsabilidad social de todos los que participan ha llevado a una falta de respeto de las leyes y de las instituciones, desconfianza en el prójimo y por consiguiente se tiene un gobierno débil que carece de credibilidad y de liderazgo.
La pobreza se incrementa porque no sólo la economía no funciona bien, tampoco el engranaje social y por consiguiente el asistencialismo social se convierte en el único paladín de los que menos tienen. Si se quiere el progreso y el desarrollo es necesario educar en la responsabilidad más que en la asistencia social y para ello es necesario entender que el respeto a la integridad ajena es la mejora de la economía.
Fuente: Eldiariodecoahuila.com.mx
Por: Francisco Antonio Serrano Camarena, profesor de tiempo completo, Facultad de Economía UAdeC
Publicada: 1 de febrero de 2012.
¿Más claro? El problema de nuestro país y su solución estan en el mismo ciudadano. Todos los días escuchamos que si el gobierno es corrupto, que si las autoridades carecen de credibilidad, que si la educación es pésima, que si los Maestros, los Medicos, Abogados etc, no tienen vocación ni etica, …pero ¡¡Cuando vamos a asumir que, «la responsabilidad de educar con valores y fuertes bases morales solo le corresponde a la familia» . Es tiempo ya de «madurar» como ciudadanos y dejar de culpar a otros de nuestra situación actual.
Coincido con el autor, el cambio está en las manos de cada uno al actuar éticamente, desde no pasarse el alto o ir en sentido contrario, hasta pagar nuestos impuestos, así podremos exigir una conducta ética no sólo del gobierno, del resto de los actores sociales.