Por: María José Evia H. Google
La mayoría de las empresas hacen una evaluación anual a sus empleados, donde se discuten sus logros, áreas de oportunidad y planes a futuro dentro de la compañía. Lo que es menos común es que los jefes permitan a los colaboradores hacer lo mismo y evaluar el desempeño de sus superiores. Sin embargo, esta actividad puede ser muy necesaria, como demuestra el caso de Greg Hoy, CEO de un estudio de diseño digital.
Happy Cog es una start-up que ha crecido mucho desde que fue formada en 1999. En la actualidad cuenta con 33 empleados y sedes en tres ciudades de Estados Unidos. Según relata Greg Hoy, todos los años los colaboradores son evaluados por sus compañeros y sus jefes, pero el CEO se excusó a sí mismo de este proceso en los últimos años.
Cuando finalmente se prestó a la evaluación, Hoy descubrió una brecha muy grande entre su percepción sobre el tipo de jefe que es y la realidad que viven sus subalternos todos los días. En su artículo, el empresario describe cómo no anticipó ninguna de las críticas, y cómo algunas fueron especialmente difíciles de escuchar: «Mientras yo andaba por ahí sintiéndome el Señor Accesible, realmente muchas personas estaban evitando tener contacto visual conmigo. ¿Cómo había llegado a eso? Después de mi familia, esta compañía es lo más importante de mi vida. La amo y amo a mis compañeros de trabajo. Pero ellos me tienen miedo. ¡Dios mío!»
Además de afirmar que lo encuentran intimidante, los empleados de Hoy tenían otras quejas: sienten que no se toma el tiempo de enseñarles cómo hacer las cosas, creen que toma decisiones impulsivas y sin consultar, que no pasa suficiente tiempo conociendo a su equipo, que se pone siempre a la defensiva, que es inconsistente y que no toma bien el fracaso. No es una lista corta, ni fácil de digerir.
Al principio, Hoy no se tomó muy bien los resultados: «Mi primera reacción fue sorpresa, después ponerme a la defensiva. Tal vez me enojé un poquito. Pensé cosas como ‘Bueno, Steve Jobs tenía problemas pero a Apple le iba muy bien'». Pero después, decidió usar las opiniones de su equipo para mejorar.
Cómo reaccionar a una mala evaluación
Lo primero que hizo Hoy fue ser honesto consigo mismo y encontrar las causas de sus errores. En su situación en particular, resultó que eran tres: la distracción de construir una nueva oficina, el pensar siempre «esta es mi empresa» y el cambio que sufrió su estilo de vida al tener hijos. Estas razones son únicas a la situación de cada compañía y su CEO. Como bien demuestra Hoy, la vida personal puede tener un efecto muy claro en el liderazgo, lo mismo que los cambios en la rutina laboral diaria, como los causados por un gran proyecto de construcción.
Lo siguiente que hizo Hoy fue encontrar soluciones prácticas a cada uno de los tres obstáculos que encontró. Por ejemplo, la ya mencionada construcción de una oficina se había vuelto abrumadora porque estaba intentando hacerlo todo solo, en lugar de delegar.
Finalmente, el CEO admite que el principal error fue esperar demasiado para someterse a una evaluación: «Solo al someterte a mismos protocolos y estándares que le impones a tus colegas podrás entender exactamente cómo los impactan.»
[…] estas conversaciones no escuchamos lo que queremos oír, sino lo que la gente realmente piensa. Esto puede ser muy diferente a lo que pensamos de nosotros mismos, pero vale la pena conocerlo para mejorar. Aquí cinco tips para lograr recibir con ecuanimidad […]
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