Las metrópolis del planeta consumen más del 75% de la producción de energía mundial y generan 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), debido a esta realidad, las naciones apuestan a la creación de smart cities o ciudades inteligentes que fomentan el transporte sustentable, las empresas sustentables, las áreas verdes y los hogares tecnológicos, aspectos que deberán adaptarse a la nueva realidad post-COVID-19.
En México existen cuatro urbes consideradas ciudades inteligentes por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID): Maderas en Querétaro, Ciudad Creativa y Tequila, en Jalisco, y Smart en Puebla. Además, la Ciudad de México se cataloga como una gran urbe que impulsa la tecnología y la vivienda sustentable.
Juan Flores, director de investigación de mercados de Newmart Knight Frank, dijo que la COVID-19 es algo nunca visto y modificará la vivienda, las empresas, las oficinas, la sanidad, la sana distancia, el home office, la salud y los espacios urbanos de forma permanente para evitar la proliferación de enfermedades.
“No sabemos qué futuro nos espera y qué tanto las ciudades inteligentes deberán ir modificando sus esquemas de crecimiento. Pero si sabemos que la sanidad, la convivencia laboral, el transporte y los espacios urbanos se transformarán para siempre. Además que deberán cumplir con la Agenda 2030”, detalló.
“En México es lamentable que este tipo de planes urbanos estén muy lejanos de los proyectos gubernamentales, pues las autoridades federales, estatales y municipales cada sexenio no mantienen los programas de autoridades pasadas y siempre se reinicia de cero”, lamentó.
El especialista catalogó a la responsabilidad de las corporaciones y el buen empleo de las personas como dos factores esenciales para el desarrollo de una smart citie, ya que la gente al sentirse cómoda y con empleo, defiende a su empresa y su ciudad y esto permite impulsar planes de mejora urbana con participación ciudadana.
Ejemplificó que Cancún, Quintana Roo, nació bajo ese precepto y con el objetivo de ser un polo sostenible donde toda la población viviera exclusivamente del turismo, sin embargo, al paso de unos 50 años se ha convertido en una urbe desbordada y desordenada, a diferencia de urbes que están siendo más ordenadas en su planeación social, como Tijuana, Torreón, Ciudad Juárez, San Luís Potosí, Guanajuato, León, Querétaro, Aguascalientes y Toluca, donde las empresas juegan un papel esencial al tener proyectos en sinergia con las instancias oficiales y educativas para la preparación académica de sus futuros empleados.
El investigador explicó que las smart cities se apoyan en empresas de tecnologías de la información y la comunicación (TICs) y el big data para gestionar de forma eficaz y sostenible desde el funcionamiento del transporte hasta el uso de los recursos energéticos o hídricos, los espacios públicos y la comunicación con sus habitantes.
La empresa británica de software Sensat, detalló, cataloga a la COVID-19 como el mayor transformador del sector privado de la construcción, obligándoles a apostar por la tecnología urbanística, la responsabilidad empresarial y gubernamental.
Diego León, analista de mercados de Newmart Knight Frank, comentó que la clave de la sanitización de espacios urbanos será esencial en las futuras ciudades inteligentes y para las grandes urbes como la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), que presenta un grave desorden en sus edificaciones.
Recordó que tras los sismos de 2017 padecidos en la capital del país, los reglamentos de edificación se modificaron, sin embargo, ahora la COVID-19 fijará nuevas reglas de construcción, trabajo en casa y convivencia social.
Además, dijo que los gobiernos municipales deben colaborar más estrechamente con los líderes comunitarios y las organizaciones sociales que trabajan en los asentamientos informales y otras comunidades de riesgo, tanto para comprender mejor lo que está sucediendo sobre el terreno como para comunicar mensajes sanitarios, enfatizó.
El especialista acotó que las grandes metrópolis batallarán mucho para transformarse en ciudades inteligentes. Dicha labor será posible con grandes sinergias e impulso de la responsabilidad de empresas, ciudadanos y gobiernos de todo orden.
Empresas irresponsables y autoridades omisas
Carlos Samayoa, especialista en urbanismo de Greenpeace, enfatizó que la COVID-19 impacta al urbanismo y es evidente que el espacio público no está diseñado de forma eficiente y equitativa, el transporte público padece de hacinamiento además de que los peatones no cuentan con espacios verdes y sitios adecuados para caminar, mientras que las mayores inversiones públicas se destinan al automovilista privado.
“La iniciativa privada no ha sido responsable y colaborativa en tener ciudades inteligentes y la Ciudad de México es muestra de ello, pues padece de vivienda desordenada, movilidad ineficiente e impulsan políticas que afectan a la población más vulnerable”, indicó.
Acotó que las nuevas políticas de urbanismo requerirán poner en primer orden a la salud y el respeto a los espacios abiertos y la vivienda inteligente. “Las smart cities son un sistema que requieren obligatoriamente de la participación de la iniciativa privada y el gobierno con iniciativas de responsabilidad social”, puntualizó.
Reducir la desigualdad urbana, esencial ante COVID-19
El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por su sigla en inglés) sede México detalló que la COVID-19 marcará a las ciudades durante generaciones y apenas se comienzan a detectar los primeros efectos de la pandemia en el desarrollo humano.
En su informe “Hacia una ciudad más igualitaria”, reportó que la falta de acceso a servicios esenciales como el agua, la vivienda y la salud ha complicado (sino hasta imposibilitado) que miles de personas vulnerables cumplan a cabalidad con las medidas impuestas para disminuir la velocidad de propagación de la COVID-19. En ciudades de Asia, África y América Latina la realidad está muy lejos de ser compatible con ese supuesto, concluyó.