Forma y Fondo CXVI
El próximo cinco de junio se cumplen treinta y ocho años de haberse iniciado la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente. En 1972 la Asamblea General de las Naciones Unidas lo instituyó en recuerdo del día que se inauguró en Estocolmo la Conferencia sobre el Medio Humano.
El año pasado, México fue sede de la conmemoración por su interés, más que por sus logros, en la reducción de CO2, su participación en los mercados de carbono, su apoyo a la biodiversidad, a la conservación de bosques y recursos hídricos. Pese a sus esfuerzos y buenos deseos, aumenta la contaminación urbana y rural, y crece su dependencia de los hidrocarburos. A su favor queda el impulso de un tratado para afrontar el cambio climático.
Este 2010 el anfitrión es Ruanda, país del este africano que decidió transitar hacia una economía verde. Su lema es: “Muchas Especies. Un Planeta. Un Futuro” Es el mensaje que enfoca el bienestar de todo lo que es vida sobre la faz de la Tierra, en estrecha relación con el Año Internacional de la Diversidad Biológica, también celebrado este año:
La sola mención de África trae a la mente regiones exóticas, desconocidas y ricas en recursos y especies; con costumbres raras, desde la óptica occidental y su peculiar educación y desarrollo. Sin embargo es un país que tiene fenómenos sociales comunes al ser humano en cualquier latitud.
Desde siempre enfrenta pobreza, insuficiencia alimentaria, explotación descontrolada de recursos y habitantes, degradación de tierras y muchas coincidencias más con nuestro acontecer nacional. Se conoce como la tierra de las miles de montañas y está empeñado en desarrollar estrategias para un desarrollo sustentable entre las que destacan la preservación del gorila de montaña, especie en extinción, fuentes alternas de energía como la solar y la generación de biogás.
Es reconocida internacionalmente su iniciativa para prohibir las bolsas de plástico y el desarrollo de un corredor en los países africanos para la preservación de los chimpancés. Su visión del futuro como país es aprovechar racionalmente su diversidad biológica para desarrollar negocios modernos y sustentables. A pesar de sus grandes retos está fortaleciendo la visión de políticas verdes basadas en el manejo inteligente de los recursos naturales y uso de tecnologías avanzadas, limpias y renovables.
Esta variedad de esfuerzos va ligada al Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sustentable iniciado el primero de enero de 2005. Es resultado de estudios e informes especializados que detallan la estrecha relación entre hábitat y hombre desde siempre. Esta relación es de doble sentido porque el individuo ha influido en el entorno y éste ha condicionado su modo de vida.
Si en el último siglo la intervención del hombre, como especie, se aceleró sobre el medio, en las últimas décadas el uso y abuso de recursos desembocó en la generación de gases de efecto invernadero, el hoyo en la capa de ozono, la desertificación, el agotamiento de recursos naturales. Su repercusión social: aumento de pobreza, migrantes ambientales, reparto injusto de riqueza, problemas raciales en aumento y en las relaciones entre los pueblos, analfabetismo, desintegración familiar, aumento de violencia e inseguridad.
No es enlistando las dolencias sociales como llega la solución, pero sí recuerdan que han sido los factores para hacer inviable una vida digna en cualquier lugar. Lo que sigue es el cambio razonado en los patrones de convivencia social y ambiental. Está documentado que los hábitos de vida, los modelos de producción y consumo especialmente los de la sociedad occidental aumentados desde hace unos años por los de los gigantes asiáticos, detonaron la crisis actual.
Ahora sigue además de resolverlos, prevenir su reaparición partiendo de la actividad individual, familiar y colectiva para obtener un mosaico de fuerzas regeneradoras encaminadas en sentido opuesto: el desarrollo sustentable. El entender la degradación del medio como un problema social hace volver la vista a la educación ambiental.
En 1987 el Congreso Internacional de Educación y Formación sobre el Medio Ambiente en Moscú propuso como definición: “… un proceso permanente en el cual los individuos y las comunidades adquieren conciencia de su medio y aprenden los conocimientos, los valores, las destrezas, la experiencia y también la determinación que les capacite para actuar, individual y colectivamente en la resolución de los problemas ambientales presentes y futuros…”
La forma: facilitar la comprensión de los procesos ambientales y su relación con los sociales, económicos y culturales, para adquirir nuevos valores pro ambientales y fomentar actitudes críticas y constructivas.
El fondo: desarrollar una ética que promueva la protección del medio ambiente desde una perspectiva de equidad, solidaridad y responsabilidad compartida, porque: TODOS SOMOS NATURALEZA.