Movimientos sociales como el MeToo (Yo también) han permitido a las mujeres denunciar públicamente el acoso y la agresión sexual que han padecido por años, en medio de una cultura machista que normaliza la violencia en todas sus formas hacia ellas. Además, el movimiento social también ha servido para un llamado urgente a empresas y gobierno para mantener la acción en los esfuerzos para erradicar todas estas formas de agresión.
Es significativo el avance contra el acoso, en parte gracias a colectivas feministas que han levantado la voz y aprovechan el uso de redes sociales para nombrar estas conductas. Un caso reciente de denuncia de acoso en gimnasios ha tomado relevancia a través de la plataforma de TikTok, en la que las mujeres han aprovechado el tema para sumarse a las denuncias en estos espacios, demostrando el arduo trabajo por hacer para eliminar estas conductas que socavan el desarrollo igualitario, en línea con los objetivos de desarrollo. Pero ¿será este caso una nueva denuncia de MeToo?
Mujeres piden alto al acoso en gimnasios
El acoso en gimnasios sigue a una larga lista de violencias disfrazadas de atención masculina, ayuda no solicitada y comentarios no deseados por citar algunos. No obstante, en esta ocasión las mujeres han decidido no dejar pasar más la situación y atrapar a los acosadores en la acción.
En TiK Tok bajo el hashtag «gimnastas raros», mujeres que asisten a estos espacios han subido videos «infraganti» donde queda al descubierto cómo sus congéneres les observan el trasero mientras realizan ejercicio. El hashtag que se ha viralizado tiene hasta el momento más de 1.9 millones de visitas, con videos que muestran a hombres que intentan coquetear o ligar con mujeres que solo quieren pasar sus sets sin ser molestadas.
Gina Love es una de esas detectives de TikTok. Ella va al gimnasio por lo menos cuatro veces a la semana, porque el aumento de endorfinas que proviene de un buen peso muerto contrarresta el estrés diario de la vida. «Mira a este asqueroso venir a mi burbuja personal mientras hace [peso muerto rumano]», escribió Love en el pie de foto.
En el video, ella revela que el gimnasio estaba prácticamente vacío, y había tantos rincones para estar, pero el hombre eligió un lugar cerca de ella. Puesto que en la grabación se ve al hombre que se para directamente detrás de Love mientras ella levanta pesas antes de decidir irse.
Por qué no denuncian los acosos en el gimnasio
Si bien existen argumentos que sostienen que las miradas inapropiadas o los comentarios no solicitados son una característica tan importante en el gimnasio para las mujeres como el equipo de entrenamiento, ello podría ser una simple apreciación resultado de machismo interiorizado. Un estudio de 2021 encontró que el 76% de las mujeres se sienten incómodas haciendo ejercicio en público debido al acoso. En otra encuesta de Run Repeat encontró que el 56% de las mujeres reportó haber sufrido acoso durante sus entrenamientos.
En su intercambio de historias con otras usuarias, que también han vivido estas formas de agresión, Love compartió lo incómodo y ansioso que es vivir esta situación de miradas lascivas y comentarios sugestivos. «Es casi como si estuvieran tratando de desvestirte en sus cabezas».
Como era de esperarse, la denuncia ha causado la incomodidad de algunos que invalidan las acusaciones de las mujeres sobre el acoso en gimnasios y citan estos reclamos como exageradas. «No es tu espacio personal», escribió una persona en respuesta al clip de Love. «¿WTF es una burbuja personal en un gimnasio público?», preguntó otro.
Este tipo de comentarios que vuelven juzgan la historia de las mujeres son una de las razones de peso por las que deciden no denunciar este tipo agresiones en espacios públicos, además del estigma social que persiste en culpabilizar a la mujer por lo que le ocurre, «Siempre hay un cuestionamiento de la víctima cuando son temas de género», de acuerdo con la especialista Carmen Ruiz Repullo, doctora en Sociología en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla, España).
Mujeres en espacios históricamente masculinos
Natalia Mehlman Petrzela, historiadora y autora de Fit Nation: The Gains and Pains of America’s Exercise Obsession, comenta que durante mucho tiempo los gimnasios han sido espacios de género del terreno masculino.
«Cuando escucho acerca de hombres comiéndose con los ojos o coqueteando con mujeres en el gimnasio, a menudo recuerdo cómo, durante décadas, el ejercicio de las mujeres se consideró una especie de espectáculo sexy».
Natalia Mehlman Petrzela, historiadora.
Ella cita que, en junio de 1972, Nueva York celebró su primera minimaratón, que fue televisada y organizada por la marca de calcetería L’eggs. «Está claro a partir de las imágenes, que algunos de los espectadores masculinos estaban allí para mirar con lascivia, en lugar de animar, a las atletas femeninas», dijo Petrzela.
Mientras que, en la década de 1980, después de que los gimnasios mixtos se convirtieran en la norma, los columnistas escribieron artículos sobre cómo los gimnasios eran «los nuevos bares para solteros», un concepto que impulsó la comedia romántica de 1985 Perfect (1985), protagonizada por John Travolta, un reportero que se enamora de la coach.
«Las mujeres están sobrerrepresentadas en los estudios y en los equipos de cardio, mientras que los hombres acuden desproporcionadamente al piso de pesas».
Natalia Mehlman Petrzela, historiadora.
Finalmente, el caso de acoso en gimnasios impacta en sus integrantes. Puesto que la investigación de RunRepeat también señaló que estas formas de violencia normalizada generan inseguridades, orillan a las personas a cambiar rutinas o evitarlas, e incluso dejar de asistir. Aunque no sabemos si este nuevo hashtag «gimnastas raros» será el nuevo MeToo, combatir el acoso en gimnasios es responsabilidad social de los directivos, no solo por una cuestión de rentabilidad, sino que es parte de crear un mejor mundo para todos, en cada rincón del planeta.
