El tema de la brecha salarial entre hombres y mujeres se ha visibilizado en los últimos años, lo que antes era considerado normal poco a poco se ha convertido en un tema a resolver. Tanto las instituciones como las empresas han adquirido el deber de eliminar esa diferencia en los salarios entre hombres y mujeres, sin embargo, existe un largo camino por recorrer para decir que se erradicó por completo.
De acuerdo al Convenio sobre igualdad de remuneración de la OIT, todas las personas trabajadoras tienen derecho a recibir la misma remuneración por la realización de tareas idénticas, sin importar su sexo, origen étnico, clase social o inclinación sexual.
La brecha salarial de género se refiere a el porcentaje resultante de dividir dos cantidades: la diferencia entre el salario de los hombres y las mujeres, dividida entre el salario de los hombres. De acuerdo con datos de la OCDE, en México esta brecha salarial ronda en un 16%, esto quiere decir que por cada 100 pesos que gana un hombre por su trabajo al mes, una mujer percibe 84 pesos.
A nivel mundial, la brecha salarial de género es del 20%, lo que significa que las mujeres trabajadoras ganan el 80% de lo que ganan los hombres. Para las mujeres de color, las migrantes, las que sufren discapacidades y las que tienen hijos, la brecha es aún mayor.
Recientemente el Centro Nacional del Derecho de la Mujer ha publicado un estudio que afirma que la brecha salarial de género cuesta a una mujer latina en Estados Unidos un promedio de 1.3 millones de dólares. Esto si consideramos los salarios acumulados durante una carrera de 40 años. ¡Entérate el porqué!
Brecha salarial, un obstáculo más por ser mujer
Existen diferentes factores que explican las diferencias de salario entre mujeres y hombres. Es importante identificar cuales son esos factores.
La razón principal de esta situación es que históricamente las mujeres han sido relegadas a los espacios y actividades domésticas, lo que tiene como consecuencia no sólo la estereotipación de las capacidades de las mujeres, también les impide desarrollarse profesionalmente, lo cual tienen como consecuencia que, al dedicarse más a labores no remuneradas, no puedan acceder a los mismos trabajos y a los mismos salarios que los varones.
Las mujeres realizan diariamente tres horas más de trabajo de cuidados que los hombres a escala mundial. Esto incluye tareas domésticas como cocinar, limpiar, recolectar leña y agua, así como cuidar de niñas y niños y de personas de edad. Aunque el trabajo de cuidados es la piedra angular de las familias, las comunidades y las economías prósperas, sigue estando infravalorado e insuficientemente reconocido.
Además se tiene que tomar en cuenta que las mujeres normalmente ocupan empleos informales que a menudo quedan fuera del ámbito de la legislación laboral, lo que las atrapa en entornos de trabajo mal retribuidos, inseguros y sin prestaciones sociales.
Es importante reconocer que la remuneración no se limita al salario base; engloba todos los elementos de los ingresos. Por lo tanto, incluye el pago de horas extraordinarias, bonificaciones, dietas de viaje, acciones de la empresa, seguros y otras prestaciones.
Las mujeres latinas ganan mucho menos que el hombre blanco promedio
El estudio, publicado en el Día de la Igualdad de Pago para las Latinas, destacó que en 2023, el último año del que se disponen datos, las latinas trabajando a tiempo completo todo el año ganaban un promedio de 58 centavos por cada dólar que ganaba un hombre blanco no hispano.
Esos 42 centavos perdidos cada día, mes y año a lo largo de 40 años suponen casi 1.3 millones de dólares. Las investigaciones muestran que una latina tendría que trabajar casi 30 años más en las mismas condiciones que un hombre blanco no hispano, hasta los 89, para ganar lo mismo.
El estudio del NWLC señaló que la brecha se da en todos los niveles educativos, y “algunas de las latinas con mayor formación tienen algunas de las brechas salariales más sorprendentes respecto a sus contrapartes masculinos no hispanos”. Sumado esto las mujeres latinas con un título profesional se disponen a perder 2.9 millones de dólares en su carrera por la brecha, dice el informe.
Además, las mujeres latinas que residen y trabajan en EE.UU. afrontan barreras “racistas y sexistas” en todos los escalafones de la economía, lo que las sitúa “sistémicamente infravaloradas e infrapagadas” y les quita la oportunidad de invertir en su educación, propiedad y jubilación y, en definitiva, de crear riqueza generacional.
De acuerdo al reporte de Forbes, las comunidades más perjudicadas por la brecha salarial en EU son las mujeres guatemaltecas (48 centavos por cada dólar) y salvadoreñas (51 centavos). Se amplía en el caso de las latinas que trabajan a tiempo parcial y por temporadas, pues en 2023 ganaban un promedio de 51 centavos por cada dólar obtenido por el perfil masculino del estudio, y perjudica más a determinadas nacionalidades.
La pobreza tienen nombre de mujer
A medida que aumenta el número de mujeres sumidas en la pobreza, la lucha por la igualdad salarial y la equidad de remuneración adquiere un nuevo sentido de urgencia, porque las personas que menos ganan son las más perjudicadas por la discrepancia en los ingresos.
El efecto acumulativo de las disparidades salariales tiene consecuencias negativas reales y cotidianas para las mujeres, sus familias y la sociedad, especialmente durante las crisis. Los efectos generalizados de la COVID-19 han sumido a 95 millones de personas en la pobreza extrema, y una de cada diez mujeres del mundo vive en la pobreza extrema. Si se mantienen las tendencias actuales, 342,4 millones de mujeres y niñas vivirán con menos de 2,15 dólares de los Estados Unidos al día en 2030.
Afortunadamente existen legislaciones que gobiernos han ideado en conjunto par mitigar el tema, por ejemplo, en 2020, Nueva Zelandia aprobó el proyecto de modificación de la Ley de Igualdad de Remuneración, que garantiza que mujeres y hombres reciban el mismo salario por un trabajo diferente pero de igual valor. Incluso en sectores en los que predominan las mujeres y en los que los salarios son crónicamente bajos.
Para acabar con la brecha salarial de género se necesita un conjunto de medidas que impulsen el trabajo decente para todas las personas. Entre ellas, medidas que promuevan la formalización de la economía informal, proporcionen una protección jurídica y efectiva a las trabajadoras y los trabajadores informales y empoderen a estas personas para defender mejor sus intereses.
Un elemento importante de la solución a este problema es garantizar el derecho de organización y negociación colectiva de las personas trabajadoras. Es crucial que las mujeres participen en la dirección de las empresas y los sindicatos, posibilitando una legislación que establezca marcos integrales para la igualdad de género en el lugar de trabajo.