Por Edgar López
En un país donde la narrativa del crimen organizado se entrelaza con la vida cotidiana, la reciente noticia sobre juguetes regalados por el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Nemesio Oseguera, alias El Mencho, en Coalcomán, Michoacán, pone en primer plano un tema delicado y complejo: la Licencia Social y su conexión con el tejido comunitario.
El concepto de Licencia Social se refiere a la aprobación y aceptación que una comunidad otorga a las actividades de una organización. Aunque términos como “Responsabilidad Social Empresarial” y “Sostenibilidad” suelen relacionarse con empresas y ONGs, sorprendentemente, los cárteles del narcotráfico también emplean estas prácticas para garantizar su permanencia y operatividad.
Qué es la Licencia Social y cómo se obtiene
La Licencia Social no es un documento formal ni un permiso regulado por autoridades, sino un acuerdo implícito sustentado en la confianza, el beneficio mutuo y la aceptación de una comunidad hacia las actividades de una entidad. Esta “licencia” se construye a través de:
- Relación cercana con la comunidad: Escuchar activamente las necesidades locales y atenderlas con acciones tangibles.
- Generación de valor social: Resolver problemas concretos, desde acceso a recursos básicos hasta infraestructura.
- Reconocimiento público: Ganar confianza al involucrarse directamente en el bienestar de las personas.
Aunque estas prácticas suelen atribuirse a corporativos responsables, es evidente que grupos criminales también las adoptan para consolidar su poder. Desde regalar despensas durante pandemias hasta construir iglesias, centros deportivos o repartir juguetes, estas acciones responden a un modelo estratégico que busca legitimidad en un contexto de ilegalidad.
Rentabilidad del vinculo social
El ejemplo de Coalcomán evidencia la rentabilidad de mantener un vínculo directo con la comunidad. El CJNG logró:
- Confianza y lealtad: Los beneficiarios perciben al cártel como un actor que se preocupa por ellos más que las propias autoridades.
- Licencia de operación: La comunidad otorga una aceptación implícita a sus actividades, reduciendo riesgos de denuncias o confrontaciones locales.
- Imagen de benefactor: Las acciones altruistas construyen una narrativa positiva que suaviza el impacto de sus actividades delictivas.
El llamado a las organizaciones lícitas
Si estas prácticas son tan efectivas que incluso organizaciones fuera de la legalidad las adoptan, la pregunta es obvia: ¿qué esperan las empresas y organizaciones legales para construir y fortalecer sus propias Licencias Sociales?
- Ir más allá de los informes y compromisos corporativos: No basta con cumplir normativas o tener compromisos en materia responsabilidad social. La clave está en conocer a las comunidades y generar impacto directo.
- Inversiones sociales estratégicas: Invertir en educación, salud, infraestructura o actividades culturales puede garantizar no solo la aceptación social, sino también la sostenibilidad a largo plazo.
- Construir confianza genuina: La transparencia, la comunicación abierta y la inclusión de las comunidades en la toma de decisiones refuerzan los lazos.
El peligro de ignorar la Licencia Social
Las organizaciones que descuiden esta “licencia” están expuestas a crisis de reputación, rechazo social y obstáculos operativos. Empresas extractivas o industriales enfrentan bloqueos comunitarios y escándalos que afectan sus resultados, precisamente porque descuidaron la gestión social.
En contraste, los cárteles entienden que la aceptación social puede ser su arma más poderosa. Esto debe ser una alerta para el sector corporativo: si quienes operan al margen de la ley logran consolidar un vínculo con la comunidad, las empresas lícitas tienen la responsabilidad y el potencial de hacerlo aún mejor.
Un aprendizaje desde lo aberrante
La Licencia Social no es solo un concepto idealista; es una herramienta pragmática para la sostenibilidad. Aunque los cárteles la utilizan con fines oscuros, las empresas pueden convertir estas estrategias en motores de desarrollo positivo. La clave no es si deben actuar, sino cómo y cuándo hacerlo.
Es curioso reflexionar sobre esto un domingo de fin de año, un momento donde se mezclan los balances y los aprendizajes. Estas historias, aunque lamentables, nos recuerdan que incluso de los temas más oscuros y censurados hay lecciones. La clave está en analizarlas, entenderlas y encontrar maneras de aplicar ese aprendizaje para seguir promoviendo la generación de valor.
Edgar López Pimentel, es actualmente Director en Expok, ejerciendo su liderazgo día a día con pasión por la responsabilidad social y el desarrollo sustentable. Su labor ha contribuido significativamente al posicionamiento de empresas líderes en materia de responsabilidad social.
Su formación académica, enriquecida por programas de Alta Dirección de Empresas en el IPADE e IE Business School, así como una maestría en Responsabilidad Social Empresarial en la Universidad Anáhuac Norte, respaldan su liderazgo.