Incentivar la felicidad de los colaboradores de una organización con el fin de incrementar su índice de satisfacción laboral y, por consecuencia su nivel de productividad, es una tendencia que ha crecido tan aceleradamente en los últimos años, que muchas compañías han comenzado a integrarla dentro de sus prácticas de forma permanente, incluso generando puestos especialmente dedicados a su desarrollo.
Coordinaciones e incluso direcciones de felicidad han comenzado a hacerse cada vez más comunes dentro de las organizaciones. Seguramente muchos trabajadores desearían que sus compañías integraran estos puestos como parte de la plantilla; pero ¿es realmente la existencia de estos una garantía de satisfacción?
Contrario a lo que podría parecer, la tarea de un director de la felicidad no es siempre un cúmulo de diversión y sonrisas; procurar el bienestar de los colaboradores de su organización y promover un ambiente laboral agradable no es un trabajo fácil y al mismo tiempo, requiere gran habilidad para conseguir un incremento en la productividad, al mismo tiempo que se aumenta la satisfacción.
Equilibrar los intereses de la compañía con las necesidades de sus stakeholders es esencial en la labor de un coordinador o director de la felicidad, por lo que su trabajo va mucho más allá de la creación de un clima organizacional agradable; se trata de generar la estrategia más adecuada para aprovechar al máximo las habilidades disponibles dentro de un equipo de trabajo. El enfoque puede variar para centrarse en lo individual o en lo colectivo, pero el objetivo siempre debe ser bidireccional: ofrecer beneficios que superen las expectativas de la empresa y de los trabajadores.
Un excelente CHO (Chief Hapiness Officer) trabaja bajo la premisa de que los trabajadores felices se comprometen a profundidad y dedican una mayor cantidad de tiempo a su organización, como una forma de corresponder a los beneficios que ésta le ofrece para impulsar su desarrollo personal y profesional, por lo que se interesa en ellos más allá de los números y los contempla como personas únicas con necesidades distintas. De ahí la importancia de ajustar la oferta institucional a los requerimientos individuales de cada miembro del equipo.
A través de la creación de una cultura emocional positiva, la empresa puede esperar une mejora considerable en el comportamiento de sus colaboradores, un compromiso profundo de éstos con los valores institucionales, mayor satisfacción laboral y por consecuencia un importante incremento de la productividad. Así que, más allá de la excelente relación que pueda existir entre los miembros de tu personal ¿no crees que la gestión de esta cultura vale la pena?
Hola, muy interesante la temática de la felicidad y creo que también muy importante a la hora de incorporarla a la dinámica de la empresa, quisiera saber más del tema y su estructura o como se puede implementar en una organización más tradicional. MUCHAS GRACIAS