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¿Necesitamos mejores mecanismos de evaluación de riesgo? Caso Volkswagen

Quka / Shutterstock.com
Quka / Shutterstock.com

Por Josh Brewer & David Tozer (EIRIS)

El escándalo de emisiones de Volkswagen (VW) ha generado una enorme cobertura, tanto en la prensa normal como en la financiera. Esto no es tan sorprendente dada la enorme magnitud de la cantidad de hasta 11 millones de vehículos afectados, costos estimados de reparaciones entre los 6.5 y 10 mil millones de dólares, posibles multas de 18 mil millones, la ejecución de posibles demandas colectivas y la posibilidad de un procedimiento penal en contra de la compañía en los Estados Unidos. La noticia de que el CEO de la compañía, Martin Winterkorn, presentó su renuncia en los últimos días confirma la magnitud del problema para VW y parece que hay muchas más consecuencias por venir.

El escándalo también ha dado lugar a un cierto grado de preocupación en el espacio de la inversión responsable ya que la mayoría de las calificadoras han evaluado a VW como una empresa relativamente sostenible en comparación con otros en el sector.

EIRIS no es diferente en este sentido; después de haber evaluado como «avanzada» la gestión de riesgos ESG de la compañía, basándonos en la información proporcionada por la misma e incluyendo también un buen desempeño en su evaluación de gestión ambiental. Sin embargo, EIRIS sí incorpora un desempeño negativo como parte de su evaluación general y éste último escándalo se verá reflejado en la evaluación de la empresa.

El problema ha servido para enfatizar la importancia de poder balancear la información divulgada por la compañía con las métricas de desempeño reales, con el fin de llegar a una evaluación precisa del nivel de riesgo ESG de una empresa. Sin embargo, sería difícil para los inversionistas responsables y la evaluación de EIRIS poder anticipar lo que puede convertirse en un presunto o posible fraude, o incluso una conspiración criminal. Tal vez la inadecuada rendición de cuentas reflejada en asuntos como el cercano control familiar, las estructuras cruzadas de propiedad o la flotación libre limitada (lo que limita el «control» de los inversionistas y que en el caso de VW era inferior al 20%) se debe revisar más de cerca. Y esto va al corazón del reto del gobierno corporativo en empresas como VW.

Ciertamente, ha habido preocupaciones de gobierno corporativo alrededor de VW por cierto número de años. Los inversionistas han tomado a menudo una postura crítica sobre su mal gobierno corporativo y los conflictos de intereses percibidos. Por ejemplo, un estudio realizado en 2009 por IVOX, un grupo consultivo de accionistas de Alemania, indicó que VW tenía «por mucho» la peor estructura de gobierno corporativo de cualquier compañía blue chip alemana, incluyendo malas calificaciones en acciones sin derecho a voto, así como la no independencia de los representantes de los accionistas miembros del consejo En 2012, Hermes Equity Ownership Services escribió a VW argumentando que los miembros independientes de alto calibre habían abandonado el Consejo en los años anteriores y no habían sido sustituidos adecuadamente. De hecho, deberíamos también tomar en cuenta que mientras el señor Winterkorn ha renunciado como CEO de Volkswagen, en términos de la estructura de gobierno corporativo sigue siendo presidente del consejo de la compañía propietaria de VW, Porsche Automobil Holding SE.

Es decepcionante que todo el trabajo que se dedica a fomentar la gobernanza y los compromisos corporativos con la sostenibilidad y la mitigación de riesgos no haya podido prevenir este escándalo (a pesar del objetivo de buscar que este tipo de cosas sean menos probables). Conforme surjan más detalles de lo que sucedió en VW (y tal vez más ampliamente en el sector automotriz), caerá la responsabilidad sobre los inversionistas en considerar lo que pueden hacer en el futuro para reducir la posibilidad de que ocurran eventos similares. La creación de culturas corporativas en donde este tipo de cosas no suceden, es en gran medida el objetivo del compromiso vigoroso de los inversionistas responsables con las empresas.

Además de los enormes impactos financieros, el caso de VW ha sido objeto de una cobertura generalizada porque se ocupa de las cuestiones fundamentales de la contaminación del aire y los daños a la salud en una escala potencialmente masiva. La compañía claramente ha participado en actividades completamente en contra de lo que la marca se ha tratado de presentar como empresa sostenible, y por lo tanto socava en gran medida la confianza del público y de los consumidores en la empresa. Es el ejemplo perfecto de haber sido capturado con las manos en la masa.

Pero, ¿está VW realmente tan mal comparado con el resto del sector? Es muy interesante comparar la cantidad de cobertura que ha recibido el caso de VW con otros casos en el sector. A principios de este mes el Departamento de Justicia de Estados Unidos llegó a un acuerdo con General Motors por el que la empresa pagará una multa de 900 millones de dólares para evitar cargos criminales por encubrir un fallo en los sistemas de encendido de un gran número de sus vehículos y retrasar el retiro por el misma cuestión. Se ha estimado que más de 100 muertes fueron causadas por el fallo, que provocó el apagado del encendido, deshabilitando las bolsas de aire y la dirección asistida. Se afirma que muchas de las muertes se produjeron tiempo después de que la compañía se dio cuenta de la falta.

En un caso similar al de GM, el presidente de Takata renunció a finales de 2014 a raíz de un escándalo en el que la empresa no llamaba a reparación los coches equipados con bolsas de aire, a pesar de saber que bajo ciertas condiciones podrían explotar. Se han atribuido cinco muertes a las bolsas de aire defectuosas.

Tanto los casos Takata como GM han marcado similitudes con el caso de VW en el que se ha producido una ruptura con el gobierno corporativo en el que los ejecutivos de la compañía parecen deliberadamente romper las reglas con el fin de tratar de maximizar el beneficio. El caso de VW ha ganado más titulares, pero en términos de actuar de manera responsable, bien podría decirse que el comportamiento de VW puede ser igual al de GM o Takata. De hecho, dadas las denuncias de muertes ocurridas como resultado directo de las acciones de GM y Takata algunos podrían argumentar que se trata de casos flagrantes. Sin embargo, lo que sí muestran es que VW no es un caso aislado y el sector automotriz está en un alto riesgo de incumplimiento de las regulaciones.

¿Quién más ha estado haciendo trampa?

Hay otro elemento en esta cuestión, ¿quién más ha estado haciendo trampa? Según el grupo de defensa de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (European Federation for Transport and Environment, EFTE) hay un problema con las pruebas de emisiones europeas. Lo que demuestran sus pruebas es que, aunque ha habido una mejora constante de la eficiencia de combustible y emisiones de dióxido de carbono indicado por los fabricantes de vehículos, las pruebas realizadas en condiciones normales de conducción no han mostrado mejoría. Según el EFTE el coche diésel promedio produce emisiones cinco veces mayores a lo permitido, con una brecha de 40% entre las pruebas de laboratorio y del mundo real el año pasado.

De acuerdo con informes recientes de la prensa alemana automotriz, una prueba de condiciones normales en un vehículo BMW ha demostrado que emite muchas veces más los niveles de partículas permitidos. Esta noticia llevó de inmediato a una fuerte caída en la cotización de las acciones de la compañía y elevó el espectro de que esto puede ser más un problema de toda la industria que sólo limitado a VW.

Aunque es pronto todavía, puede ser que el caso de VW sea un momento ‘Barclays’, donde es el primero en ser presentado como culpable en truquear al sistema, pero, al igual que con el escándalo de la tasa LIBOR, hay más empresas en el sector en cuestión. La industria automotriz se enfrentará ahora a un mayor escrutinio y la acción punitiva de los reguladores. En esta historia que sigue moviendo rápidamente, el gobierno del Reino Unido a través de la Agencia de Certificación de Vehículos (junto con Francia e Italia) han anunciado que van a realizar pruebas de emisión renovadas en todos los modelos en el segmento y ha pedido una investigación de la Unión Europea en todo el sector.

Lo que esto significa para los inversionistas responsables es que tal vez las evaluaciones de riesgos para la industria del automóvil deberán ser ajustadas para reflejar un mayor riesgo de ESG, tal como lo han sido para los sectores bancario y de los combustibles fósiles. Los inversionistas tienen que ver el riesgo desde el punto de vista del cumplimiento de los requisitos legales y de reglamentación (sobre todo en los EE.UU.), y que éste debe ser un aspecto central de su revisión del gobierno corporativo.

En tal escenario, es más importante que nunca que los inversionistas utilicen evaluaciones de empresa ESG con el fin de identificar y poder tomar decisiones informadas para reducir su riesgo.


EIRIS tiene más de 28 años de experiencia en el análisis ESG de empresas a nivel mundial, actualmente analiza más de 300 indicadores de casi 4,000 empresas y da seguimiento a indicadores seleccionados de 7,000 empresas globales.

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