Por: Emilio Guerra Díaz
Nos están tocando vivir tiempos que incrementan la intolerancia, ignominia, el oprobio y la infamia. No sólo en el plano internacional por el caso de los ataques terroristas a Francia. Némesis anda suelta… también en México atacando a la filantropía y la generosidad.
Dolores Padierna publicó en El Financiero un artículo, “La coartada de la filantropía” (19 de noviembre), donde expone su descontento porque el Senado de la República otorgó la Medalla Belisario Domínguez al empresario Alberto Bailleres. Afirma que… “debemos lamentar que en México, sin generalizar, no tengamos una élite empresarial que se distinga por su compromiso social, su comportamiento ético o su esfuerzo por generar riqueza sin la necesidad de recurrir al amparo del poder público”.
Denisse Dresser a propósito de la publicación del libro Slim de Diego Enrique Osorno, señaló sobre el empresario: “Alguien que en comparación con otros multimillonarios en el mundo, ejerce una filantropía bastante tacaña, calculadora y que se vuelve una forma de hacer política por otros medios” (en Slim: rey de reyes”, Reforma 9 de noviembre). Sin tener ocasión de defender a nadie, vale la pena preguntarnos si en realidad sabemos el monto que destina Carlos Slim Helú a causas filantrópicas, pero al menos el apoyo que da en becas estudiantiles a través de la Fundación Telmex y las fianzas para primo delincuentes no son nada cicateras.
Como varios simpatizantes de izquierda, Padierna centra el problema de la riqueza y la pobreza, pasando por la desigualdad en el modelo económico neoliberal, y no deja títere con cabeza. Todo empresario es, por antonomasia, corrupto, inhumano, explotador, adepto al filantrocapitalismo para lavar culpas, etc.
Némesis aviva el fuego de Padierna, quien afirma que: “El modelo neoliberal se ha empeñado en crear y reproducir un discurso homogéneo que elimina al ciudadano –en tanto fuente de legitimidad de un sistema democrático– por una ‘participación ciudadana’ enfocada a la primacía del ‘voluntariado’, de la ‘filantropía’ o, cuando mucho, de la ‘responsabilidad social’ de las empresas, coartadas que, como nos dicen todos los indicadores, nada han conseguido para combatir en serio la desigualdad y la miseria”.
Queda claro que para ella se requiere más Estado, más burocracia y sólo un poder: el público. En varios países liberales, gobernados por la izquierda moderna, conviven los tres sectores: el público, el empresarial y el ciudadano contribuyendo al bien común. Pero muchas personas estiman que las verdaderas prácticas filantrópicas son las que hacen los funcionarios con los recursos públicos para evitar que el dinero personal se done a organizaciones que abusan y que evitan que “más recursos económicos lleguen como impuestos”.
Está claro que a ella, como a muchos mexicanos que se dicen de izquierda, les molesta la riqueza. Parece ser que en lugar de trabajar para generar más riqueza, sólo es necesario que aquella se reparta quitando a los ricos para dárselos a los pobres (vía el estado, el gran administrador y único filántropo). Esas personas ponen más atención en su indignidad hacia la riqueza, mientras que la pobreza de millones es materia para responsabilizar al gobierno en turno y es la bandera de una supuesta oposición. Para muchos parece ser que no hay empresario honesto, riqueza bien habida o generosidad centrada en el bien común. Claro que los hay, como también malos, pésimos, hombres de negocios y políticos, algunos que reciben dinero de los empresarios que corrompen desde el poder público.
Pero Némesis sigue tejiendo vínculos de rencor. El 19 de este mes, Virginia González Melgarejo, publicó en La Jornada de Oriente una nota intitulada “¿El Teletón defrauda a los mexicanos?”, donde sus suspicacias y el desconocimiento de las disposiciones fiscales le hacen afirmar que: “el asunto es donar y entre más se done mucho mejor, pero en este caso no los mueve la filantropía, los mueve la trampa y el engaño, pues para Televisa los donativos captados y utilizados en los Centros de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT) son deducibles de impuestos”. Virginia quizá desconozca que hay un límite en el monto que cada empresa puede donar pero lo que más llama la atención es que estime que toda donación que recibe Teletón, sea deducida por la televisora y quizá desconozca que la información de las donaciones recibidas por cualquier donataria autorizada pueden ser consultadas en la página del Sistema de Administración Tributaria gracias a los informes de transparencia que deben rendir cada año.
González Melgajeno agrega: “Estos recursos se utilizan para la construcción de los CRIT. Pero ojo, no hay que olvidar que el Estado abandona su obligación de proveer a la población discapacitada de espacios propios para la recuperación y atención a este sector de la sociedad altamente vulnerable, dejando esta atención en manos de terceros que, mañosamente distraen recursos de los impuestos que deberían pagar al Estado”.
Para acotar los supuestos abusos que percibe Virginia González Melgarejo comparte en la misma publicación que Morena, el partido político propiedad de un solo hombre, intentó presentar una iniciativa de ley “para establecer como delito de defraudación fiscal a la deducción de recursos provenientes de aportaciones ‘filantrópicas’ de terceros (sic). Esto con el fin de evitar que esos impuestos se paguen con dinero ajeno, proveniente de las donaciones” (sic).
González Melgarejo y Padierna desean, sin duda, despertar al Ogro Filantrópico referido por Octavio Paz, que confunde obligaciones de gobierno con la filantropía del gobernante en turno que usando recursos públicos para “sus viejecitos”, genere un beneficio personal de su propia imagen pública como sucedió con uno de los anteriores Jefes de Gobierno al que Padierna y su esposo sirvieron incondicionalmente y apoyando que la información sobre costes de obra pública se fuera a reserva por varios años.
Sin duda, Némesis seduce a miles de personas acrecentando envidia, odio, rencor y venganza todo ello disfrazado de la otra cara que tiene la figura mitológica: La justicia retributiva. La generosidad y la ayuda filantrópica debiese ser más profusa, abundante y su práctica más profusa entre nosotros y la transparencia y rendición de cuentas en todos los niveles de gobierno.
Desde el Consejo Directivo
¿Qué despierta más incomodidad para los mexicanos, ver la pobreza en nuestro país, o bien, una persona millonaria?, preguntó el presidente del Directorio. No cabe duda que algunos políticos gustan de hacer filantropía… pero con recursos públicos. Nada de su bolsillo. En tanto muchos empresarios pueden demostrar cómo amasaron su fortuna, miles de políticos y funcionarios públicos (de todos los partidos políticos) que se dicen defender al pueblo y ver por su bienestar no podrían probar siquiera el origen de sus fortunas creadas a partir del sueldo que reciben como servidor público.
Recién se entregó el Premio a la Filantropía en el estado de Chihuahua, dijo el tesorero de la organización. Sin embargo llamó la atención que este reconocimiento está altamente desorganizado y mal estructurado, toda vez que se entregaron premios a 38 instituciones provenientes de todos los sectores sociales. Entre esta gran variedad de reconocimientos, uno vale la pena, el que recibió la Fundación del Empresariado Chihuahuense por fomentar la cultura de la legalidad.
Bien por la Fundación Gigante que sigue apoyando a diversas organizaciones de la sociedad civil, dijo la secretaria del consejo de la organización. Hace unos días junto con el Grupo Ambrosía, apoyó el Bazar de Vida y Familia que apoya a mujeres embarazadas en desamparo. Recordó que esta organización ha realizado un ejemplar para fortalecer el marco legal de la adopción en México, mostrando que la sociedad civil puede influir en la construcción de políticas públicas.
En los últimos años, la ciudad de México ha sido gobernada por la izquierda que lejos de resolver algunos problemas, los agrava. Reinan en las decisiones gubernamentales las ocurrencias y la improvisación. Las ciclovías no funcionan. El gobierno repentiza y de una calle de tres carriles mágicamente nace un carril adicional para las bicicletas. Estas pifias aunadas a las infracciones cotidianas de conductores, cobran vidas como de la joven Montserrat Paredes. Asociaciones civiles, que tanto molestan a la izquierda, como Bicitekas, trabajan cotidianamente a favor de la adecuada movilidad en la ciudad y han aportado recursos como su Manual del Ciclista Urbano de la Ciudad de México que Miguel Ángel Mancera podría retomar, dijo el director de la organización.
Emilio Guerra Díaz
Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.
Bravo Emilio
Efectivamente, estas personas ignoran el tratamiento fiscal de los donativos, entidades como el Teletón, toman el lugar que el estado ha descuidado , así mismo le liberan de una responsabilidad que al estado le corresponde y no lo hace, el proporcionar servicios de salud adecuados a la población.