A la semillera mundial Monsanto le negaron la siembra de maíz transgénico en 100 hectáreas del norte del País, afirmó José Manuel Madero, director general de la empresa en México.
«Tuvimos una fase de experimentación y de acuerdo con los resultados creímos que es tiempo para la fase piloto que es en superficies mayores, pero en diciembre recibimos la negativa», dijo.
La empresa pidió 5 permisos, 3 en Sinaloa, por 100 hectáreas, las cuales fueron rechazadas.
Y otras 2 por 100 hectáreas, las cuales están pendientes de resolución.
Explicó que los argumentos del Gobierno federal de la negativa fueron porque podría afectarse a los maíces criollos o nativos.
Sin embargo, la empresa recurrió al derecho de réplica porque en Sinaloa no hay maíces criollos, y están a la espera de la resolución.
Para que el Gobierno decida deben estar de acuerdo la Sagarpa y Semarnat.
Fuente: Reforma.com, Negocios.
Reportera: Verónica Martínez
Publicada: 19 de enero de 2011.
Es perfectamente válida la negativa del gobierno mexicano y ya era tiempo de evitar que esta transnacional siga metiendo su transgénico en el país, aunque si bien no existe suficiente investigación independiente sobre los efectos a largo plazo que deja en el subsuelo y en las especies criollas así como en el ser humano, en el sureste donde existen especies criollas sí les han autorizado meter sus semillas (justamente en el gobierno del presidente Fox dentro de su último año de gobierno). Lo que resulta curioso es que en los principales países desarrollados de Europa como Alemania, Inglaterra, Holanda, etc. no se los permiten y es en países en vias de desarrollo donde han hecho sus grandes negocios. Es preocupante que México si compra fructuosa de maíz procedente de los Estados Unidos de Norteamérica que proviene justamente de excedentes orginados por la sobreproducción que ellos tienen precisamente de estas especies de semilla. Existen argumentos esgrimidos por el fabricante donde aseguran un mayor rendimiento (lo cual es cierto) y junto al pretexto de la falta de alimento en los países de tercer mundo, validan la invasión de estas semillas y minimizan los efectos negativos.