Desde la tragedia en Bangladesh, tanto consumidores como empresas han tenido que dejar de fingir y abrir los ojos a la importancia de trabajar más en la RSE en la cadena de valor en la industria de la moda. Dado que todos tenemos que vestirnos, este no es un tema de elección e involucra a la gran mayoría de la población mundial.
¿Es posible en 2015 vestir una prenda libre de explotación laboral? Esto se pregunta The Atlantic en un reportaje reciente que analiza el caso de una de las marcas más éticas del mundo: Patagonia. La respuesta no es muy alentadora, ya que ni siquiera esta compañía con un fuerte compromiso sustentable puede prometer que ha eliminado la explotación en su cadena de suministro.
La publicación se basa en entrevistas con ejecutivos de la empresa y con representantes de prestigiosas OSC, además de citar los datos obtenidos por una investigación que encargó Patagonia hace cuatro años para conocer las condiciones de los talleres que producen sus telas. El estudio descubrió que a estos trabajadores se les cobran altas cuotas a cambio de un trabajo y se les confiscan sus pasaportes, entre otras malas prácticas.
6 obstáculos para la responsabilidad en la cadena de valor
La investigación de The Atlantic identifica varios obstáculos para lograr una cadena de valor 100% responsable:
1. La mayoría de las OSC y la Fair Labor Association solamente auditan a proveedores de primer nivel, sin pedir constancias para los proveedores de segundo nivel, donde se cometen más violaciones a derechos humanos, porque se trata de talleres donde por lo general se subcontrata a quienes proveerán del material con el que trabajarán los de primer nivel.
En el caso de Patagonia, muchas de las fábricas de sus proveedores de segundo nivel están localizadas en Taiwán, y ahí se encontraron casos de tráfico de personas. Esta localización hace que sea muy fácil que se explore a trabajadores, ya que las instalaciones de las empresas que proveen las telas y otros componentes están lejos del control directo de la marca.
2. Los proveedores de segundo nivel por lo general son más en cantidad, lo que hace más difícil conocer sus prácticas. En el caso de Patagonia, la empresa trabaja de cerca con 75 proveedores directos, pero los de segundo nivel son alrededor de 175.
3. El costo prohibitivo de auditar y monitorear a todos los proveedores. Como bien dice la publicación, por algo las compañías trabajan con fabricantes extranjeros: quieren ahorrarse dinero. Si implementan programas para contratar al personal directamente, sin intermediarios, el ahorro se reduciría por mucho.
4. La barrera del lenguaje. Este punto se relaciona directamente con el anterior, ya que la contratación directa significaría que el personal hablara varios idiomas, para comunicarse directamente con los candidatos.
5. Los empleados de las fábricas que violan los derechos humanos no quieren hablar de las condiciones en las que trabajan por miedo a represalias o a perder su trabajo, lo que hace más difícil comprobar exactamente qué está pasando.
6. La falta de alcance de los programas de RSE. The Atlantic define a los programas de RSE de la mayoría de las empresas como «relativamente poco establecidos» y «desdentados.» Es decir, que los directores de responsabilidad no tienen el poder para realmente cambiar las políticas de cadena de valor en la compañía.
Conclusiones:
Los expertos entrevistados por The Atlantic coinciden en que Patagonia es, a pesar de todo esto, una de las compañías líderes en responsabilidad en cadena de valor. Después de recibir los resultados del estudio, ha trabajado aún más para limpiar sus políticas. Por ejemplo, implementó estándares para trabajadores migrantes, educa a proveedores en mejores prácticas de contratación y reclutamiento, y también les pidió que reembolsen a sus trabajadores las cuotas por encima del límite legal que les hayan cobrado para obtener sus puestos.
Todo esto demuestra que es posible generar un cambio, aunque son pocas las compañías que realmente están haciendo un esfuerzo para lograrlo.