En la actualidad, uno de los principales problemas a escala mundial es el calentamiento global. La biosfera terrestre ha llegado a niveles de erosión jamás vistos y muchas especies de flora y fauna se encuentran en peligro de extinción, es por eso que es responsabilidad de todos crear conciencia ecológica para preservar de la mejor manera posible nuestro planeta.
Es importante pensar en el futuro de las nuevas generaciones por lo que debemos educar a nuestros hijos desde muy temprana edad inculcándoles hábitos ecológicos y sustentables que se vuelvan sistemáticos con acciones sencillas que se deben adoptar tanto en el hogar como en la escuela.
Es importante relacionar al niño con la naturaleza para que la entienda y la cuide, en nuestra sociedad moderna existe un sinfín de intermediarios a esta conexión y es por eso que es un deber de los padres y maestros propiciar el acercamiento con el medio ambiente.
Los individuos tenemos una interacción permanente con el mundo que nos rodea y nuestra forma de vida es influenciada por nuestro entorno cultural, por lo que debemos cambiar nuestra forma de ver el planeta desde pequeños para lograr verdaderos resultados.
¿Cómo podemos lograr el cambio?
Desarrollando valores, conocimientos y habilidades que nos permitan vivir armónicamente con el medio ambiente apoyándonos en la educación ambiental.
En la actualidad, el tema ambiental ha cobrado tal fuerza que en los colegios ya se imparte como materia de estudio, pero es importante que los padres reforcemos la teoría impartida para que se vuelva un verdadero aprendizaje llevándola a la práctica en la vida diaria con acciones fáciles, como enseñarles a apagar las luces para reducir el consumo de energía, cerrar las llaves del agua mientras se cepillan los dientes, separar la basura orgánica e inorgánica, reciclar siendo creativos por ejemplo, en lugar de desechar las cajas de cartón que utilizamos, convertirlas en algún juguete u objeto útil y explicarles que de esa forma ponemos nuestro granito de arena para evitar la tala indiscriminada de árboles con lo que al mismo tiempo que estimulamos la creatividad del pequeño, ese aprende y forja una conciencia formando un hábito de por vida.
Otra forma en la que los adultos podemos ser solidarios y coherentes con nuestra enseñanza es consumiendo sólo aquellos productos que sean amigables con el medio ambiente, ya que un sinfín de estudios en el mercado han demostrado que por imitación, tradición y costumbre en la etapa adulta preferimos los productos que utilizaban nuestros padres.
Los aprendizajes al aire libre son muy adecuados y atractivos para los menores ya que son experiencias prácticas y reales que les permite estar en movimiento, un ejemplo muy sencillo es la siembra de árboles ya que además de ser una experiencia divertida e más atractivo que estar sentado.
Debemos fomentar en nuestros hijos el deporte y las actividades físicas, así como los juegos didácticos que además de contribuir con su bienestar físico y mental nos ayudan a eliminar el consumo de pilas alcalinas y otras formas de energía que utilizan ciertos juguetes y aparataos, los cuales son altamente contaminantes y dañan el suelo, en cado de utilizarlos debemos enseñarles a desecharlos en los contenedores adecuados para evitar deterioros causados por este tipo de materiales o substancias. Los padres tenemos la posibilidad de elegir con qué juegan nuestros hijos y es nuestra responsabilidad optar por los artículos que no dañen al ecosistema, está en nuestras manos el futuro de los pequeños y el principal regalo que podemos darles es la educación para que vivan una vida plena, saludable y en armonía con el planeta en el que viven.
Nota de: Excélsior – tema del día, p. 23
Autor: María Anciano
Publicada: 29 de julio 2010
