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No todo lo verde es bueno: Hartmut Michel

Lindau, Ale. En los últimos meses Hartmut Michel, director del Instituto Max Planck de Biofísica en Frankfurt, ha ganado notoriedad gracias a una editorial publicada en marzo del 2012 en la revista Angewandte Chemie International Edition –una de las revistas más importantes en el área-, donde cuestiona seriamente el uso de los biocombustibles como fuente alternativa de energía.

Michel es considerado un experto en el transporte de energía en plantas y, por ello, su artículo titulado “El sinsentido de los biocombustibles” es un análisis digno de ser considerado en la discusión sobre tecnologías alternas de energía. Si hay alguien que podría opinar sobre el tema, ése es Michel.

Para su conferencia en la 62 Reunión Anual de Premios Nobel en Lindau, Alemania, Michel retomó el tema de su editorial para enviar un mensaje claro: la producción de biocombustible es una forma muy ineficiente de utilizar al campo, ya que las plantas no son la mejor opción para obtener energía.

En la conferencia, Michel lanzó una reflexión que valdría la pena revisar con cuidado: “Si fuera posible transportar la energía eléctrica sin pérdidas (mediante cables superconductores de electricidad), bastarían tres grandes campos fotovoltaicos para proporcionar toda la energía eléctrica que requiere el planeta, uno en el norte de África (en el desierto del Sahara o Kalahari), otro en China (en el Gobi) o Australia, y uno en México”.

Hay que tener presente que nuestro país cuenta con más de 1 millón de kilómetros cuadrados de zonas áridas y semiáridas, ricas en un recurso natural prácticamente inagotable y aún no explotadas.

En entrevista en Lindau, Michel habla sobre su trabajo actual y sobre su posición acerca de los biocombustibles. Michel es amable en su trato, aunque ligeramente tímido y habla el inglés con un fuerte acento que destaca su origen teutón.

—¿Cuál es el mayor reto que enfrenta ahora su grupo de investigación?

Nuestro mayor reto en este momento es estudiar una enzima –un tipo de proteína que actúa como catalizador en reacciones químicas- llamada Citocromo C Oxidasa. Esta proteína participa en la respiración, junto con otras muchas proteínas. Utiliza oxígeno para producir agua y, más importante aún, colabora con otra enzima para producir ATP, la moneda energética que utilizan las células. Esta proteína fue descubierta en 1886 y ¡aún no sabemos cómo funciona! Cuando la gente se envenena con cianuro, justo lo que ocurre es que se inhibe la actividad de esta enzima. Queremos saber todo sobre ella.

—¿Por qué ha decidido ahora escribir 
sobre los biocombustibles?, parece un tema muy distinto al trabajo que está desarrollando en su laboratorio.

En realidad están muy relacionados, porque trabajo en fotosíntesis y, por lo tanto, conozco las limitaciones del proceso. Como laureado Nobel, siempre te preguntan sobre temas generales y los biocombustibles pertenecen a mi campo de estudio porque están hechos de biomasa y la biomasa es el producto de la fotosíntesis.

Entonces, simplemente hice algunos cálculos sobre cuánta biomasa (cuántas plantas) obtengo de 1 hectárea de tierra y cuánta energía solar recibe esa área. Y resulta que muy poca de la energía del sol se convierte en biomasa.

—Es decir, ¿la energía que se obtiene 
de los biocombustibles es muy poco eficiente?

Para que se dé una idea: necesitaría cultivar el doble de toda la superficie que ocupa Alemania para obtener suficiente gasolina y diésel para autos y camiones.

Se termina consumiendo más energía para producir los biocombustibles que 
la que éstos proporcionan.

Ése es mi punto. La producción de biocombustibles requiere muchísima energía. Dudo mucho que la producción de etanol en Alemania tenga algún beneficio.

Con la investigación que usted y otros científicos han realizado para comprender cómo funcionan las proteínas que participan en la fotosíntesis, ¿cree 
posible que puedan, eventualmente, 
manipularse en el laboratorio estos complejos fotosintéticos para hacerlos más eficientes?

Muy probablemente. Hay tres puntos principales donde la eficiencia es baja. El primer punto es que sólo parte de la energía solar es absorbida por las plantas. Esto se debe a que la fotosíntesis sólo ocurre en un rango del espectro de luz. Si pudiéramos aumentar dicho rango, particularmente para poder usar la luz ultravioleta o el infrarrojo, podríamos quizás aumentar la eficiencia de la fotosíntesis en 20 por ciento.

Una línea más promisoria es mejorar la eficiencia de una enzima del complejo fotosintético llamada RuBisCo. El problema con esta proteína es que es muy lenta y se equivoca con frecuencia en la reacción química en la que participa. Algunos calculan que hay que invertir entre un tercio y la mitad de la energía que obtiene la planta del sol para corregir la equivocación. Las algas rojas tienen una RuBisCo más eficiente que la de las plantas, lo que nos indica que habría posibilidad de hacer cambios en la RuBisCo de plantas. El último punto donde podrían hacerse mejoras es en la tolerancia que tienen las plantas a la luz solar. Las plantas no toleran bien la luz del sol directa. Cuando el sol brilla con su máxima intensidad, una hoja sólo puede utilizar 20% de esa energía. El resto se pierde en forma de calor.

—¿Usted propone a las celdas fotovoltaicas (también llamados paneles solares) como una mejor alternativa?

Sí. Son mucho más eficientes que la fotosíntesis. Con los biocombustibles, en general, menos de 1% de la energía solar se guarda en forma de biomasa. En cambio, con las celdas fotovoltaicas uno logra obtener entre 15 a 20% de esa energía. Esto hace a las celdas fotovoltaicas más eficientes en la conversión de energía por un factor de 50 a 100 con respecto a la fotosíntesis.

Mas aún, al menos 50% de la energía necesaria para producir biomasa para biocombustibles tiene que obtenerse de fuentes de energía convencionales (petróleo, carbón o gas natural) de manera que tampoco es tan amigable con el ambiente. El mismo problema tiene la producción de biogás. Cultivar plantas para obtener biocombustibles es una forma muy ineficiente de usar la tierra de cultivo, necesaria para alimentar a la población humana.

Fuente: eleconomista.com.mx
Por: Laura Vargas-
Publicada: 12 de Julio de 2012

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