Durante años, el presidente Barack Obama fustigó a republicanos y demócratas por igual por tratar el oleoducto Keystone XL como una prueba de si EU enfrentaría con seriedad el problema del calentamiento global. Ahora que rechazó el proyecto, Obama enarbola su decisión como evidencia clara en momentos en que trabaja para asegurar su legado ambiental con un poderoso acuerdo climático mundial.
El rechazo de Keystone, el propuesto oleoducto de 1,900 kilómetros desde Canadá hasta Texas, fue el más reciente en una larga lista de pasos tomados por Obama para mostrar que EU lidera los esfuerzos para combatir el calentamiento global. Incluso con los republicanos oponiéndose acérrimamente a Obama en el país, el presidente ha usado esos pasos para presionar a otros gobiernos a tomar medidas similares, especialmente países en desarrollo que durante años han dicho que los cambios climáticos no son su problema.
En el centro de las gestiones de Obama están históricos límites a las emisiones de dióxido de carbono de las plantas eléctricas en EU, que han sido elogiados por ambientalistas y criticados por el sector de energía y sus defensores. Aunque esas reglas proceden por el momento, enfrentan un futuro incierto. La mayoría de los estados en el país están demandando para bloquearlas.
Si las reglas para las plantas de electricidad no son implementadas, Obama tendría una gran presión para garantizar el recorte en las emisiones estadounidenses que ha prometido, como su compromiso con el tratado climático.
Fuente: El Economista