Al menos 500 indígenas mayas han encontrado una forma de sustento productivo mediante la capacitación en técnicas artesanales y productos de alto valor, que van desde joyería fina, la creación de alimentos gourmet, hasta servicios de masajes.
A través de la marca Taller Maya, uno de los proyectos productivos más exitosos de la Fundación Haciendas del Mundo Maya, se han facturado desde 2005 a 2012 más de 14 millones 500 mil pesos, que han ayudado al sustento de comunidades de Yucatán y Campeche y que habían quedado en rezago social, expone Carola Díez, presidenta de la fundación.
A través de sus tiendas propias ubicadas en Mérida, Izamal,en Yucatán, así como en Campeche, e incluso en almacenes de Liverpool y en ferias en Estados Unidos, Taller Maya ofrece artesanías de alto valor.
Ropa para bebé, artículos decorativos para el hogar, joyería, jabones y sales para el baño, así como exclusivas bolsas para dama, únicas en el mundo, forman parte del extenso catálogo de la marca. Además, cientos de mujeres recibieron capacitación sobre masajes y se pudieron emplear en los servicios de spa de los hoteles.
Carola Díez narra que la fundación Haciendas del Mundo Maya tuvo como objetivo inicial la elaboración de proyectos de desarrollo integral autogestivos y autosustentables en comunidades rurales mayas de la Península de Yucatán, luego del paso del Huracán Isidore el 22 de septiembre de 2002.
Comenta que en un primer momento, la idea era crear fuentes de trabajo para los integrantes de las comunidades en el proceso de restauración de las Haciendas Henequeneras que llevaban casi un siglo abandonadas y que después se convirtieron en hoteles de lujo. A la par, la fundación se encargó de rescatar las técnicas artesanales de los indígenas.
En la segunda etapa, la fundación elaboró proyectos de desarrollo social sustentable, así como programas en las áreas de vivienda, salud, educación y ecología, haciendo partícipes a las comunidades de sus propios procesos de desarrollo.
«Luego nos dimos cuenta que los ingresos no eran sostenibles si no había empresas locales.Teníamos los productos que vender con un alto pero no había mercado porque el turismo que llegaba a las haciendas era de bajo impacto, pues tenían pocas habitaciones», comenta.
Así, ya con las comunidades organizadas en cooperativas comenzó la comercialización de productos a través de socios comerciales, entre los que hoy destacan Walmart y Liverpool.
«Hoy por hoy las cooperativas son sanas financieramente, todos los trabajadores tienen seguridad social y garantizados sus ingresos, desarrollaron habilidades para maximizar su producción y para ampliar sus relaciones comerciales», destaca.
Fuente: Reforma