La muy anticipada cita global, auspiciada por la ONU, para alcanzar un ansiado acuerdo que permita atajar el cambio climático, comenzó ayer con un apasionado llamado a cumplir con lo que es percibido aquí como un imperativo político y moral.
«El cronómetro marca cero», advirtió durante la inauguración a los delegados de 190 países el negociador principal para el clima de la ONU, Yvo de Boer. «Después de dos años de negociación, es hora de entregar resultados».
Desde ayer y hasta el 18 de diciembre, los delegados participantes tratarán de superar los más grandes obstáculos para un acuerdo planetario que sustituya al Protocolo de Kyoto, que vence en 2012, que frene las emisiones de contaminantes que provocan el cambio climático.
Entre las cuestiones más difíciles estará el convencer a Estados Unidos y China, los más grandes contaminantes globales, de adoptar medidas obligatorias para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Adicionalmente, las naciones más ricas y, también, las principales contaminadoras, están llamadas a contribuir con cientos de millones de dólares para ayudar a los países más pobres a adaptarse a las consecuencias del cambio climático, tales como sequías e inundaciones devastadoras.
Para muchos participantes, incluidos funcionarios como De Boer, será difícil que de Copenhague salga un acuerdo climático vinculante al estilo de Kyoto. Más bien, se inclinan a concretar un fuerte mandato político para finalmente adoptar un documento en los próximos meses.
Si los Gobiernos desperdician esta oportunidad, es probable que no haya otra mejor, advirtió Connie Hedegaard, ex Ministra del Medio Ambiente de Dinamarca y presidenta de la conferencia.
En tanto, el Primer Ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, puso un tono optimista a la inauguración, al recordar que la participación de 110 jefes de Estado y de Gobierno en la cita, incluido el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, indican que un acuerdo está cerca.
«(La presencia de tantos líderes mundiales) implica una oportunidad inmensa. Una oportunidad que el mundo no puede permitirse perder», dijo Rasmussen.
Abonando al optimismo, en Washington, la Agencia de Protección del Ambiente (EPA en inglés) decretó que Estados Unidos debe regular las emisiones de efecto invernadero sin necesidad de que el Congreso apruebe una nueva ley, tras concluir que éstas perjudican la salud.
La medida reflejó el compromiso del Presidente Obama para actuar contra el cambio climático y aumentará la presión para sacar adelante la nueva legislación ambiental, hoy entrampada en la Cámara Baja, y que permitiría poner el mismo tipo de límites, pero sin el peligro de que estos sean cuestionados en las cortes, como sí se espera que ocurra con la orden de ayer.
EPA emitiría las reglas en 2010 para regular las emisiones de los vehículos, servicios de energía, además de la industria pesada.
Por otro lado y en una carta abierta, Friends of the Earth, la Third World Network y otras agrupaciones, acusaron al Gobierno danés de «prácticas antidemocráticas», en referencia a versiones de que se están preparando «tratados alternativos» para que sean suscritos por los grandes contaminadores, en caso de que fracasen los intentos de alcanzar un borrador global.
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