Un proyecto de Ojos que Sienten, que nació en 2006 con la idea de ofrecer talleres de fotografía para personas con discapacidad visual, a fin de que pudieran ser vistas y escuchadas en un mundo dominado por imágenes visuales, ha evolucionado y transformado las expectativas sobre lo que es posible lograr personal y profesionalmente.
Debido el éxito de los talleres de fotografía para cambiar percepciones sobre la discapacidad visual, surgió la idea de brindar también talleres de desarrollo humano, los cuales se enfocan en las fortalezas de este grupo de personas a fin de lograr su inclusión en el ámbito laboral.
Se les capacita en aspectos como comunicación, gramática, oratoria, computación, liderazgo y manejo de grupos, entre otros aspectos, con el objetivo de fortalecer su presencia y que les sea más fácil su inserción en el mercado laboral. Incluso, llegan a ser capacitadores de las mismas personas con discapacidad o a impartir talleres en diversas empresas.
Gina Badenoch, fundadora y presidenta de Ojos que Sienten, comenta que son personas que pueden manejar grupos, impartir talleres o ser guías en cenas de experiencias sensoriales o trabajar como entrevistadores en áreas de Recursos Humanos. Saben escuchar, trabajar en equipo, superar obstáculos y no tienen las distracciones visuales de otras personas.
Destaca que son personas intuitivas, responsables y, en muchos casos, profesionistas que -pese a que la sociedad no lo fomenta, ni el sistema educativo- realmente pueden obtener un puesto por sus propios méritos si se ve más allá de su discapacidad visual. Saben escuchar, resolver problemas y manejar situaciones de incertidumbre, entre muchos otros talentos.
Experiencias sensoriales
Una parte importante de las actividades de Ojos que Sienten son las cenas de experiencias sensoriales, actividades de sensibilización, integración y confianza para demostrar que personas con discapacidad visual pueden ser miembros productivos de la sociedad. Su éxito, considera Gina Badenoch, se debe a que se rompen paradigmas, toda vez que los eventos se llevan a cabo en completa oscuridad, y realmente se enfocan en la persona, en trabajo en equipo y en sobrevivencia.
Invierten los papeles, y ahora quienes sí pueden «ver» o guiar son las personas con discapacidad visual, aunque quienes reciben la experiencia no se dan cuenta de quién está apoyándolos hasta que las luces se encienden.
La fundadora y presidenta de Ojos que Sienten resalta que se tumban barreras y etiquetas; se aprende a ver al ciego como persona, por lo que sí puede ver y hacer. Adicionalmente, las empresas pueden utilizar estas actividades para canalizar mensajes de valor organizacional.
Asegura que son eventos que rompen con la ceguera mental. Ayuda a la sustentabilidad de la organización y, desde luego, de las personas con las que trabajan. Genera empleo para ellos y genera sensibilización en las empresas y en la sociedad. «Es trabajar por la causa y con la causa», puntualiza Gina Badenoch.
En Ojos que Sienten estiman que la mejor manera de garantizar la comprensión de estos «dos mundos» viene de aceptar, respetar y valorar la diversidad.
Fuente: Reforma.com
Publicada: 13 de marzo de 2012.