Es la estrategia que afectará el bienestar de los más de siete mil millones de habitantes del orbe porque influirá en su alimentación y salud. Es la investigación y desarrollo de granos genéticamente modificados como soya, algodón y maíz, que consorcios transnacionales como Monsanto casi controlan alrededor del mundo. Prometen a los países un desarrollo excepcional mediante el cultivo de semillas modificadas con altos rendimientos de producción, más fuertes al clima y resistentes a las plagas. En sus bancos de germoplasma concentran las mejores características de granos criollos, adaptándolos a las semillas transgénicas, con la intención de patentarlas y venderlas en exclusiva, igual que los insumos necesarios para su cultivo.
Un estudio realizado en Austria sobre los efectos de los transgénicos, identifica graves amenazas para la salud. La fertilidad de ratones de laboratorio alimentados con maíz modificado genéticamente se alteró, con una descendencia menor que los ratones alimentados con maíz convencional. En la tercera y cuarta generaciones se redujo el tamaño y peso de la camada, en comparación con los ratones alimentados con maíz convencional. En los humanos habrá que esperar las primeras manifestaciones y sus efectos degenerativos en los grupos sociales más vulnerables. Los alimentos transgénicos parecen actuar como un agente de control de la natalidad terminando en una potencial infertilidad. Otra vez se juega con la naturaleza bajo la premisa de la investigación y el progreso. El maíz modificado está aprobado para alimentación humana y animal en algunos países, declarándolo tan seguro como el maíz convencional.
En la India, campo de pruebas de los cultivos genéticamente modificados, con una devastadora pobreza y más de mil millones de habitantes, convencieron las promesas de las nuevas biotecnologías. Las transnacionales prometieron mejores y mayores cosechas. Paulatinamente abandonaron las semillas tradicionales para plantar semillas modificadas, sin saber que el costo de la nueva semilla es muy alto al igual que los agroquímicos y se necesita demasiada agua. Las cosechas fracasaron, los campesinos se endeudaron, perdieron sus tierras y se calculan en más de 125 mil los suicidios.
En México la misma transnacional ya trabaja a través del Proyecto Maestro de Maíces Mexicanos. Académicos de la UNAM confirmaron la presencia de maíz transgénico en la sierra norte de Oaxaca en muestreos realizados desde 2001. Es prioritario conocer los riesgos para evitar nuevas crisis de efectos económicos, políticos y sociales insospechados. No es una acción en contra del desarrollo del país, y todavía es tiempo de poner las reglas. Es necesaria una visión social y económica sin perder de vista que los maíces del país pueden tener rendimientos importantes con métodos tradicionales de mejoramiento. México, país centro de origen y diversificación del maíz y otras especies de plantas, debe definir sus criterios de bioseguridad, diferentes a los empleados en naciones que no lo son y con sistemas agrícolas diferentes.
De continuar la operación encubierta, el resultado será la pérdida de la biodiversidad del maíz en México, facilitando la menor resistencia a las plagas y la pérdida de cosechas. Puede ser ventaja que gran parte de la siembra de maíz en México es de temporal y esas semillas no están desarrolladas para esa siembra. Aun es tiempo de rescatar a los más de dos millones de campesinos que conservan las cerca de 60 variedades criollas de la planta y las más de nueve mil colecciones lo que da a México la mayor diversidad en el mundo.
La forma: esconder las verdaderas intenciones en el canto de las sirenas.
El fondo: es tiempo de recuperar nuestra riqueza alimentaria porque con ella: TODOS SOMOS NATURALEZA.
ACACIA FUNDACIÓN AMBIENTAL A. C. [email protected]
