Cada enero desde 1970 se reúnen en Davos, una montañosa ciudad suiza, líderes de todo el mundo para abordar asuntos económicos de impacto global.
Fue ahí en 1999, cuando el entonces secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, convocó a un “global compact” (pacto mundial) a través del cual empresas de todo el mundo promovieran y se comprometieran con principios sociales y ambientales de carácter universal.
La idea era que la iniciativa privada se convirtiera en un agente de cambio que encaminara la economía mundial hacia una senda sostenible e inclusiva.
Dieciocho años han pasado. En este tiempo surgieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Kofi Annan terminó su gestión en la ONU. Ban Ki-moon llegó en su lugar. Finalizó el plazo de los ODM. Se lanzó una nueva Agenda al 2030 con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Ban Ki-moon se va en unos días, apenas termine 2016…
Y la iniciativa de Naciones Unidas que adoptó el nombre de Global Compact o Pacto Mundial ha sumado 13,000 participantes del sector privado en todo el mundo y algo así como 800 en México.
Si pensamos que tan solo en el país hay 5.6 millones de empresas, no se diga instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil, cámaras empresariales, sindicatos y demás organizaciones privadas que pueden sumarse a la red de Naciones Unidas, ¿a qué se debe la baja participación -hablando en términos numéricos- en esta iniciativa?
De acuerdo con el presidente de la red del Pacto Mundial en México, Jesús González, “a la visión cortoplacista” que impera por tradición en el sector privado: “todo ocurre antes del 31 de diciembre. El después no existe”.
“Ha habido una transformación tal en apenas una décadas que no hemos tenido la capacidad de entender y aceptar que debemos de cambiar. No estamos viendo que el modelo actual nos está llevando a un terrible problema el día de mañana”, consideró durante el Encuentro Regional de Redes Locales de América del Pacto Mundial, realizado el 8 y 9 de diciembre en la Ciudad de México.
Una guía práctica
Las empresas que sí han entendido esta transformación se han dado cuenta que alinear sus objetivos centrales de negocio con criterios de desarrollo sostenible funciona como si se tratara de una guía para entender el mundo cambiante en que vivimos.
“Cuando en la empresa nos dimos cuenta que el perfil del consumidor estaba cambiando, que se estaba volviendo más responsable, más comprometido con el medio ambiente y la sociedad, decidimos anticiparnos y alinear nuestra estrategia de negocio con ese nuevo consumidor”, recuerda Miguel Rincón, director general de BioPappel.
“Sabemos que estamos en una industria que es señalada, pero gracias a que adoptamos una agenda de desarrollo sostenible hoy lideramos la producción de papel en México sin cortar un solo árbol y manteniendo el precio de producción más bajo en la industria, lo que me convence plenamente de que la sustentabilidad va de la mano con la competitividad y la rentabilidad”, compartió como parte de su participación en el encuentro regional.
Esos criterios alineados con el desarrollo sostenible son los promueve el Pacto Mundial al hacer suya la Agenda 2030 de la ONU y comprometer al sector privado en la adopción de 10 principios en derechos humanos, derechos laborales, medio ambiente y anticorrupción.
El Pacto Mundial ofrece a las empresas la posibilidad de gestionar sus propios riesgos, anticipar la demanda de usuarios o clientes, diferenciarse de la competencia y fortalecer las cadenas de valor, considera Sergio Hidalgo, director General de OHL México, que se adhirió a la red en 2014.
“Esto nos ha permitido que al interior de la empresa llevemos a cabo un esfuerzo para alinear nuestras líneas de negocio con objetivos de responsabilidad social en tres áreas principales: gobierno corporativo y toma de decisiones, empoderamiento y capacitación de mujeres a través de apoyo a diversas organizaciones, y el cuidado del medio ambiente. Hace menos de un mes, firmamos un apoyo para financiar la autopista de la mariposa monarca a través de jardines agroecológicos que desarrollaremos en el Estado de México, nuestra zona de influencia”, explicó.
Nueva era
El 1 de enero próximo, tomará las riendas de la ONU el portugués Antonio Guterres. De acuerdo con Lise Kingo, directora ejecutiva del Pacto Mundial también presente en el encuentro regional, el nuevo secretario general está convencido del rol fundamental que tienen los programas e implementaciones del sector privado para desarrollar estrategias y alianzas que permitan cumplir la nueva Agenda 2030.
Cuando venció el plazo de los objetivos del Milenio, en 2015, su fracaso comenzó a entenderse por el enfoque que dieron a la perspectiva del gobierno, dejando fuera la corresponsabilidad de otros actores como las empresas para resolver las grandes problemáticas mundiales.
En Perú, la pobreza logró reducirse de 54% a 20% en sólo 15 años. El presidente de la red del Pacto Mundial en ese país dice que “eso se debió, en 80%, a los esfuerzos de las empresas para fortalecer las fuentes de empleo digno y formal”.
Si pensáramos en las 100 economías más importantes del mundo, nos sorprendería saber que 53 de ellas son empresas, empresas que son más importantes que el Producto Interno Bruto de muchos países.
Entonces, ¿tienen o no el poder de convertirse en agentes de cambio para el mundo? ¿De multiplicar el impacto que hasta ahora continúa acotado a muy pocas de ellas? Lo sabremos en 2030.