Quizá uno de los hombres más odiados de Estados Unidos, Bernard Madoff no está seguro ni en la cárcel. Aunque éste sea un penal donde los reclusos son vigilados cada segundo del día y las autoridades aseguren que es «virtualmente imposible» que Madoff fuera atacado. Según se acaba de conocer a través del The Wall Street Journal, el financiero condenado a 150 años de cárcel por defraudar miles de millones de dólares sufrió una paliza a manos de otro preso el pasado mes de diciembre. Como resultado, Madoff, 71 años, acabó en el hospital de la penitenciaría de Butner (Carolina del Norte) con la nariz partida, varias costillas rotas y cortes en la cabeza y la cara, según tres fuentes distintas familiarizadas con el suceso y a las que ha tenido acceso el diario de Nueva York.
Entonces, la Oficina de Prisiones dijo que el rumor de la paliza era sólo eso, un rumor, y que no había nada de cierto en ello. Madoff sufría de «hipertensión y mareos», razón por la que fue trasladado al pabellón sanitario. Ésa fue la versión oficial de diciembre. Ahora, una portavoz de prisiones cuestionada por el Wall Street Journal ha asegurado que no hay constancia del ataque y que además era «virtualmente imposible» debido a que el supuesto atacante está encerrado en un recinto diferente al de Madoff.
Según un tercer reo que cumplía una condena por tráfico de drogas en Butner y que ya está en libertad, el financiero fue golpeado por otro preso que le acusaba de deberle dinero. Pendenciero y convicto por asuntos relacionados con las drogas, el supuesto atacante es cinturón negro de judo, según su madre, quien ha sido entrevistada por el periódico de Wall Street.
Los abogados de Madoff guardan silencio. «No comentamos nada sobre su estancia en la cárcel o sobre su familia», han dicho los letrados. No es inhabitual que los reclusos que sufren abusos a manos de otros compañeros de cárcel no denuncien los asaltos, para evitar ser considerados chivatos