Ir al cine es una experiencia que solo parece completarse con nachos, refrescos o palomitas. Pero ¿qué consecuencias tiene esto para nuestra salud?
Las empresas se valen de nuestro antojo por botanas de cine, y ofrecen paquetes con bebidas grandes, lo que parecen kilos de palomitas, malteadas y demás comida chatarra, haciendo que una salida familiar o con amigos para ver la última película de Hollywood se convierta en un atentado contra la salud. Según expertos, podemos consumir hasta 2 mil calorías extra durante una función.
Por supuesto, no se trata de una situación exclusiva de la industria cinematográfica. El documental de 2004 Super Size Me, nominado al Oscar, alertó sobre las terribles consecuencias de consumir comida chatarra regulamente, y su título hace referencia a cómo McDonald’s y otras empresas ofrecen paquetes más grandes por diferencias mínimas de precio, tentándonos a tomar más litros de refresco solamente porque no será más caro.
Cada vez más estos establecimientos están intentando llamar la atención sobre sus productos más saludables, pero tampoco han dejado de tener a la venta grandes combos que incluyen papas fritas y refrescos azucarados, que al cambiar por otras opciones incrementan su precio considerablemente.
Como consumidores ¿es nuestro deber conocer los riesgos de salud de este tipo de combos? ¿o son las empresas las que deben proporcionar aún más información sobre sus ingredientes y niveles calóricos y ofrecer más opciones saludables? ¿Se puede separar la experiencia del cine de la comida chatarra?
