En los próximos años, la ciudad de México enfrenta un desafío: revertir la sobreexplotación de los mantos acuíferos, reducir el consumo de agua, incrementar el tratamiento de las aguas residuales, así como la captación de agua de lluvia. En resumen: cambiar el modelo hídrico actual hacia uno sustentable y de equilibrio.
Para Pedro Moctezuma Barragán, coordinador general del Programa de Investigación Sierra Nevada de la Universidad Autónoma Metropolitana, el gran reto es modificar el paradigma que ha funcionado más de 400 años y de forma errónea que expulsa el agua de lluvia, en lugar de aprovecharla.
El sistema actual ya colapsó, dice uno de los participantes de la Caravana por el Agua, la cual culmina hoy e impulsa el proyecto de Lago Tláhuac-Xico.
El académico asegura que las grietas, las inundaciones y la mala calidad del agua que se padecen en el Distrito Federal, principalmente en el oriente, son consecuencia de una política errónea en el manejo del líquido en la cuenca del Valle de México.
“Se nos aplicó una receta que es buena para los negocios, buena para los que hacen las obras, pero pésima para las comunidades, para el medio ambiente, para la flora y la fauna y el equilibrio ambiental”, sostiene.
Insiste en que una de las principales carencias es la baja captación de agua de lluvia, que con proyectos como rehabilitar las chinampas y canales de Xochimilco o instalar presas de gavión para la recarga en las áreas boscosas, pueden aprovecharse esa cantidad de líquido que hoy, en su mayoría, es expulsada de la ciudad por el drenaje.
Para Agustín Breña, especialista en hidrología urbana de la UAM, también coincide en que el sistema hidráulico actual está a punto de colapsar y lo que se requiere es un equilibrio entre los tres servicios del agua que son abastecimiento, drenaje y saneamiento.
En este último rubro, apunta, existe el mayor rezago porque actualmente se expulsa más agua residual —42 metros cúbicos por segundo— que el agua de lluvia y esto genera contaminación a su paso hacia el Valle del Mezquital, hacia el estado de Hidalgo.
Expuso que además el tema del abastecimiento de agua a una ciudad, incluida la zona conurbada de 20 millones de personas, es un reto porque no hay suficiente líquido y una evidencia es el tandeo, es decir, que miles de personas reciben agua durante unas horas o un día a la semana.
Indicó que las propuestas que se han planteado son la reducción en el consumo por habitante a 150 litros por día, cuando hoy día se registra en el poniente hasta 600 litros.
También se debe atender el problema de las fugas porque se tienen datos de que se pierden más agua ahí —25 metros cúbicos por segundo— que los que llegan por los sistemas Cutzamala y Lerma juntos que, en promedio, son 20 metros cúbicos.
En los próximos 10 años, si continúa la tendencia en el manejo y cuidado del agua y no se actúa, en la ciudad bajará de 71% a 28% el número de capitalinos que contará con un servicio de calidad, advierte un análisis del Sistema de Aguas de la Ciudad de México.
Esto se traduce, según la proyección, que se duplicará el porcentaje de personas que reciben agua una vez a la semana al pasar de 10% a 20%, mientras que quienes la reciben por tandeo, es decir unas horas, será de 35%.
De acuerdo con Ramón Aguirre, director del organismo capitalino, el DF no se quedará sin agua, pero la tendencia si implicará afectación en el servicio.
El reto para evitar este escenario, reconoce, es complicado pues hay que atender una demanda de agua, por el crecimiento de la ciudad y el rezago en la infraestructura, que es de 150%, es decir, 50% más de la capacidad de lo que se obtiene del acuífero el cual ya está sobreexplotado pues se extrae el doble de lo que se recarga.
“El tema del agua no lo resuelves con dinero solamente porque no es fácil traer agua al Valle de México, porque demandas mucha agua, y no es fácil que vayas a una zona donde haya agua y te la traigas”, expone Ramón Aguirre.
Para ello, el gobierno capitalino elaboró el Programa Especial de Agua 2020 que delinea las acciones y obras que deben emprenderse en un plazo de 20 años, con una inversión de 105 mil millones de pesos, para atender desde la sustitución de tuberías, la creación de plantas de tratamiento, la micromedición, captación de agua de lluvia y hasta la nueva fuente de abastecimiento.
Mala calidad del agua
Don César Henaro Sánchez no recuerda alguna vez en que haya tomado agua directamente de la llave. El líquido que sale es de color amarillento y huele feo.
“Siempre ha salido el agua así, no conocemos otra forma, no se puede tomar un trago. Nada más sirve para lavar y usarla en el sanitario”, explica el señor quien desde hace 24 años vive en la unidad Cananea, colonia El Molino, Iztapalapa.
Cada vez que abren la llave, principalmente por las mañanas, el agua tiene color amarillo, incluso, café y con un olor a podrido. Los vecinos han decidido ya no hervirla; la tiran al drenaje. La opción que han encontrado es la compra de garrafones.
Jesús Rebollo, miembro de la UPREZ y quien apoya a la comunidad, comenta que se han impulsado proyectos para recargar, como es la creación de áreas verdes o lugares para captar la lluvia y usarla para la agricultura urbana.
Fuente: El Universal.com
Por: Johana Robles.
Publicada: 5 de junio de 2011.