“Solamente una vida dedicada
a los demás merece ser vivida”
Albert Einstein
Por Emilio Guerra Díaz
De las personas que participan en diversas actividades como voluntarios admiro con mayor cariño y afecto a aquellos que colaboran en rescates, protección civil y primeros auxilios, pero también a aquellos que sirven en organizaciones de derechos humanos.
Quizá las razones de esa primera preferencia están vinculadas a aquel difícil 19 de septiembre cuando de plano me pasmé. El miedo que despertó en mi el intenso y duradero sismo me paralizó. Salía de la Universidad es mismo jueves, era el último día de clases. Desde entonces admiré a todos aquellos que tienen el valor de enfrentar esas adversidades pese a lo que se puedan encontrar en su acto de servicio.
Algo similar sucede con los activistas en derechos humanos. Ellos enfrentan las peores conductas, aberraciones y las indignaciones más soases que la humanidad pueda conocer cuando una persona desea hacerle daño a otra, es capaz de torturar, herir… matar. Enfrentan todas las vergüenzas y actos ruines y denigrantes.
Estos dos campos de acción son fundamentales para la conservación de la vida y la dignidad de las personas. No obstante que son dos causas muy valiosas y que convocan a un gran número de voluntarios no sólo en México sino en todo el mundo, pero en nuestro país no reciben el suficiente apoyo de las autoridades públicas, vaya del gobierno.
Por ejemplo, los cuerpos de rescate, socorro y primeros auxilios trabajan en su mayoría con los recursos y donaciones que levantan de sus actividades de procuración de fondos. Bomberos, miembros de Cruz Roja, de otras asociaciones de socorro, perros de búsqueda y salvamento, topos rescatistas, etc. cuentan con recursos limitados en un buen número de comunidades.
Para colmo el personal no voluntario y que presta esos servicios como el H. Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de México cobran un raquítico salario, tienen pocos vehículos y equipo obsoleto. Tan solo hace algunos días algunos asambleístas organizaron una colecta de su dieta para destinarlo a los vulcanos.
Respecto a los derechos humanos, debido a la tardanza en la adecuación del marco legal a la ley federal del Impuesto Sobre la Renta, la mayoría de organizaciones de este tipo no cuentan con la autorización para recibir donativos deducibles.
Pero los activistas en derechos humanos enfrentan varias problemáticas. En algunas ocasiones se les identifica como miembros de la “zoociedad civil”, personas contestarías que se enfrentan al gobierno de manera sistemática. Otros más ni siquiera muestran interés por conocer qué hacen los voluntarios en derechos humanos y recuerdan la lamentable frase que dijo un ex gobernador como si fuese una sentencia definitiva y real: “los derechos humanos son sólo para los humanos derechos” nada más.
Hoy con el avance de la democracia hemos pasado de un estado totalitario a jerarquías parcializadas donde todos los partidos cuentan con recursos públicos para meter el pie al adversario. Los ciudadanos que tienen ciertos derechos como el libre tránsito enfrentan la falta de autoridad y el “secuestro de la ciudad” queda impune. En ese marco el voluntario que es activista en derechos humanos y que siempre tiene como referencia para su trabajo a la ley, se le califica de un ciudadano parcial, identificado con una corriente o partido político.
No, no es fácil ser voluntario en este tipo de acciones. Ambas requieren que colectivamente sean apreciadas y revaloradas. Los dos campos salvan vidas y sus voluntarios no cuentan con los recursos suficientes.
Emilio Guerra Díaz
Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.