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PEMEX-Repsol: buen plan, pésima comunicación

Prensa, legisladores y público en general hemos seguido el tema principalmente a través de filtraciones y declaraciones originadas en España.

Pemex no ha tenido una estrategia de comunicación social para su aventura en el Consejo de Repsol. Para España no tenía un plan para contrarrestar la oposición nacionalista y, además, explicar su alianza con el socio rebelde en el Consejo de la petrolera: Sacyr Vallehermoso. Para los mexicanos no ha tenido siquiera un discurso completo dedicado al tema. Es una operación del siglo XXI comunicada como si estuviéramos en 1979.

La inversión de US1,700 millones tiene lógica financiera y corporativa, pero carece de pies y cabeza en el vector de la comunicación. Ha causado estragos en España y confusión en México. El sigiloso intento de incrementar la participación e influencia en Repsol se ha convertido en una ruidosa escaramuza que ha dañado la reputación de Pemex allá.

Según ha trascendido, el aumento de la participación de Pemex en Repsol trae una estrategia de negocios muy interesante: aumentaría la eficiencia de la exploración de Pemex de 38 a 40%; le otorgaría acceso a una cartera tecnológica y al know how en aguas profundas, y mejoraría su posición en Cuba, Colombia y Asia.

La estrategia parece buena: tiene visión y sentido de la oportunidad. La implementación ha tocado un escollo. “Si Pemex quería tener más influencia y acceso a conocimientos estratégicos, tomó el peor camino posible”, dijo el consultor texano George Baker a la agencia Bloomberg. Al enfurecer a los altos directivos, Pemex se aleja de su objetivo de conseguir lo que quiere, añadió. “Otro camino era la inversión en proyectos, en vez de adquirir acciones”, concluyó. Los medios españoles han encontrado en este episodio un pretexto para golpear al gobierno de Zapatero y poner en marcha o reeditar una leyenda negra sobre Pemex. A Zapatero lo acusan de ser incapaz de ver la dimensión estratégica de la alianza de Pemex con Sacyr. Traen a colación su tibieza en los grandes momentos de su mandato. A la petrolera mexicana la catalogan como socio poco confiable, de baja calidad y comparsa en la conspiración del presidente de Sacyr, Luis del Rivero, para derrocar a Antonio Brufau, mandamás de Repsol.

Los mexicanos nos hemos encontrado con un muro de silencio. Medios de comunicación, legisladores y público en general hemos seguido el tema principalmente a través de filtraciones y declaraciones originadas en España. Las respuestas de Juan José Suárez Coppel y José Antonio Meade han sido esqueléticas. La carnita ha sido importada.

Al barroco español han opuesto un minimalismo mexicano. Podrían haber enmarcado la inversión en Repsol en el contexto del plan de modernización de Pemex. Podrían hablar de una nueva etapa donde la mayor empresa de México asume un rol global más activo. Podrían haber hablado más, pero no lo han hecho.

Si Pemex es una empresa con tendencia a la opacidad comunicativa, esta debilidad se agudiza cuando se trata de sus operaciones en el extranjero. Repsol no es un caso aislado. Tenemos la refinería de Deer Park y las actividades de PMI, su brazo financiero internacional. La segunda inversión de Pemex en Repsol es una operación del siglo XXI comunicada como si se realizara en 1979, cuando Pemex entró por primera vez. España iba saliendo del franquismo y México estaba en pleno lopezportillismo. Los tiempos han cambiado. El modelo de comunicación no tanto.

Fuente: Eleconomista.com.mx
Por: Luis Miguel González.
Publilcada: 30 de septiembre de 2011.

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