Según un nuevo estudio, las suposiciones infundadas sobre cómo afecta la maternidad a la productividad de los trabajadores pueden perjudicar las carreras de las mujeres en el campo de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas mucho antes de que sean madres o tengan la intención de serlo. Hablemos de la penalización por maternidad.
¿Penalización por maternidad?
Es bien sabido que las mujeres están insuficientemente consideradas en la fuerza laboral de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas («STEM», por sus siglas en inglés), incluso en el mundo académico.
Por ejemplo, en 2017 las mujeres solo constituían el 20% de los puestos de profesoras titulares en ciencias físicas y el 15% en ingeniería, a pesar de que su proporción de títulos de doctorado en esos campos ha aumentado considerablemente en las últimas décadas.
El portal The Conversation, quería entender qué podría estar causando que las mujeres sean más propensas que sus pares masculinos a renunciar a las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas en el ámbito académico.
Por esta razón se encargó de realizar extensas entrevistas a 57 estudiantes de doctorado y becarios posdoctorales sin hijos —tanto hombres como mujeres— en programas de ciencias naturales e ingeniería de universidades de investigación de élite de Estados Unidos.
Las entrevistas abarcaron una amplia gama de temas, como las experiencias y relaciones en el lugar de trabajo, los antecedentes personales y los planes profesionales y familiares. A partir de los datos obtenidos en las entrevistas, se analizaron las diferencias de género en las intenciones de seguir una carrera como profesor después de obtener el doctorado.
Se descubrió que, al entrar al programa de doctorado, los hombres y las mujeres estaban igualmente interesados en trabajar como profesores al terminar su carrera.
Pero, en el momento de las entrevistas, las mujeres tenían más probabilidades que los hombres de decir que habían decidido no seguir la carrera de profesor.
El análisis descartó una serie de factores que podrían explicar este patrón de género, como la disciplina del entrevistado, la carrera de su pareja y su edad. En cambio, descubrimos que las mujeres que habían cambiado de opinión sobre la posibilidad de convertirse en profesoras citaban una cultura laboral que asume que la maternidad —pero no la paternidad— es incompatible con una carrera académica. Lo denominamos el «espectro de la maternidad».
Entre una carrera académica y la maternidad
Varias de las mujeres que se entrevistaron dijeron que sus asesores les habían dicho explícitamente que tenían que elegir entre una carrera académica y una familia y que «hay más cosas en la vida que los bebés».
Las mujeres también afirmaron que experimentaron una intensa presión para rechazar, denigrar u ocultar la mera posibilidad de la maternidad por miedo a dejar de ser tomadas en serio en la profesión. Algunas llegaron a hacer todo lo posible, como ocultar los abortos espontáneos médicamente peligrosos o decir estratégicamente a los demás que no tenían intención de tener hijos.
Una estudiante contó que, en una mesa redonda sobre cuestiones de género en STEM, una profesora dijo que «tener hijos es una especie de narcisismo. Y ella está por encima de eso… como si los simplones quisieran tener hijos».
¿Por qué es importante?
Las investigaciones demuestran que las madres que ejercen profesiones de élite y de alto nivel —que exigen niveles significativos de formación y largas horas de trabajo— no están menos comprometidas ni son menos productivas que los padres o sus compañeros sin hijos. Sin embargo, los estereotipos inexactos persisten y son una fuente crítica de discriminación.
La ironía es que, a pesar de que las culturas laborales pueden ser hostiles a la maternidad, las carreras de élite, a menudo dominadas por los hombres, pueden ser muy favorables para los padres, al menos en lo que se refiere a los niveles generales de remuneración y el acceso a las prestaciones.
Las mismas cosas que hacen que estos trabajos sean deseables en primer lugar —como los salarios elevados, los horarios flexibles, el acceso a un seguro médico y a una guardería de alta calidad— también los hacen especialmente favorables a la paternidad.
Pero si la cultura de estos lugares de trabajo expulsa a las mujeres, resulta doblemente difícil desafiar estos estereotipos perjudiciales.
Lo que aún no se sabe
Una cuestión pendiente es saber hasta qué punto las mujeres de profesiones de élite y dominadas por los hombres que no se han estudiado, como el derecho corporativo y las finanzas, pueden verse afectadas de forma similar por el «espectro de la maternidad».
Algunos datos sugieren que sí
Si el problema es generalizado en muchos sectores y lugares de trabajo, las políticas específicas, como la mejora de las guarderías o la flexibilización de los horarios, son importantes, pero no suficientes. Los líderes también tienen que desafiar proactivamente la narrativa de que la maternidad no puede coexistir con el éxito en una carrera de élite.