Se trata de una actividad menospreciada: meter las manos en los desperdicios es poco aceptable socialmente. Sin embargo, al menos en los paises en vias de desarrollo, la pepena sigue siendo la mejor alternativa para separar y reciclar los desechos.
La palabra pepena. nos dice la Real Academia, proviene del náhuatl, y significa «recoger del suelo, escoger». Por eso, en México y Centroamérica, llamamos pepenadores a quienes recogen, escogen y clasifican los desperdicios en los basureros. Se trata de una actividad propia del tercer mundo, realizada por los más pobres entre los pobres, producto de nuestro proverbial mal manejo de los desechos y la falta de Interés por dignificar una actividad imprescindible: la separación de la basura para obtener materia prima.
De acuerdo con Mundo Sustentable, una asociación civil apoyada en 2011 por Iniciativa México, en nuestro país al menos 200 000 personas subsisten de la pepe na; lo mismo menores de edad que «adultos en plenitud». Familias enteras han vivido de la basura por generaciones, y es común que establezcan asentamientos irregulares en los mismos tiraderos. Por regla, se trata de mano de obra poco calificada: campesinos desplazados, indigentes e incluso expresidiarios que encuentran en esta actividad un magro ingreso.
La basura vale oro (para algunos)
La SEMARNAT ha señalado que apenas 11% de los 77 millones de toneladas de basura que se producen anualmente en el pais se reciclan, y en gran medida la labor de separación -imprescindible para el reciclado-la realizan los pepenadores quienes, por cierto, se ubican en el sector informal de la economía.
De acuerdo con el texto publicado por el Instituto Nacional de Ecología (INE), De pepenadores y triadores. El sector informal y los residuos sólidos municipales en México y Brasil, de Anna Lúcia Florisbela Dos Santos y Günther Wehenpohl, el recolector es el último eslabón de una cadena que incluye a barrenderos, burreros (aunque en muchos municipios se ha prohibido el uso de animales para transportar basura) y pepenadores (los voluntarios que viajan en los camiones de basura; así es: aquellos que cobran una cooperación «voluntariamente obligatoria» por recibir la basura).
Para cuando los desechos llegan a los vertederos, ya han sido preseleccionados, pero todavía se pueden encontrar tesoros: plástico, $1.00 el kilo; PET, $5.00 el kilo; aluminio, entre $15 y $18 el kilo (esto es aproximadamente 67 latas). El cobre es un garbanzo de a libra: hasta $100 por un kilo, muy difícil de reunir.
Por supuesto, la búsqueda se hace sin guantes o algún equipo especial. La pepena extrema se realiza en aguas negras: el desagüe, cada tanto, recompensa con un anillo o un arete a quien busca. Las infecciones estomacales y enfermedades respiratorias son constantes. Y hay que sumar un grave problema de desnutrición. Sin embargo, y como señala De pepenadores y triadores, el pepenador «no desea trabajar en empresas debido a que consiguen un ingreso mayor en la pepena del que podrían ganar en el sector formal»
Así y como señala Mundo Sustentable, el pepenador se ubica «al margen de las políticas públicas y a merced de liderazgos que se han beneficiado a costa de ellos». Y es que eso sí: estos trabajadores son carne de cañón, siempre a la mano para políticos poco escrupulosos. Las organizaciones de pepenadores en México giran en torno a líderes, auténticos caciques, que controlan el negocio multimillonario de la basura. El texto antes citado lo explica de la siguiente manera: «El ‘líder’ controla el proceso de comercialización y también mantiene la forma de distribución de los rendimientos económicos y del funcionamiento de la disposición final. En esta distribución, el líder y sus ayudantes, nombrados cabos, concentran para sí los beneficios». Y sobre las supuestas «asociaciones» o «cooperativas», agrega: «Estas organizaciones, aparentemente cooperativas, no son tales, ya que los pepenadores no son socios y los beneficios no se distribuyen como en una cooperativa. Se trata de una empresa privada informal que es propiedad del líder». ¿El mejor ejemplo de lo anterior? La dinastía del finado líder Rafael Gutiérrez Moreno, el Zar de la Basura, y el tufo, precisamente a basura, que despide.
El pepenador unido … ¿jamás será vencido?
Es imprescindible un enfoque moderno en el manejo de desechos, que conlleve a la recuperación de materia prima, como vidrio o PET; ya no hay marcha atrás en la concesión de basureros. Sin embargo, ¿realmente estamos tomando en cuenta al pepenador en este esquema? Ellos consideran que no. Tras el cierre y concesión del Bordo Poniente y otros rellenos sanitarios en el país, los pepenadores se encuentran en la incertidumbre. Miles se están quedando de golpe sin ingresos. Claro, se habla hasta el cansancio de dignificarlos, pero ellos no están de acuerdo con los salarios ofrecidos por las plantas, y saben que serán desplazados de las comunidades irregulares que han formado alrededor o dentro de los rellenos.
Como dijeron pepenadores del DF a la reportera Laura Gómez de La Jornada, en un articulo publicado en noviembre pasado: «el gobierno nos dice que para seguir (trabajando) debemos transformarnos, pero ¿en qué? No sabemos hacer otra cosa. Nacimos y hemos vivido entre la basura, y no tenemos papeles. Nos están mandando a la uña o a las drogas para salir adelante y desaparecer a los pepenadores, que ya no encajamos en la nueva imagen de ciudad».
Fuente: Revista Equilibrio No. 59
Publicada: Julio de 2013