La Asociación Nacional de Artistas Discapacitados A. C. fue fundada hace una década; ha difundido el teatro, la danza y otras actividades, a pesar de la poca ayuda que recibe y de la carencia de espacios que padece.
En un país en el que no suele haber cultura para respetar la discapacidad de las personas, es todo un logro que una agrupación como la Asociación Nacional de Artistas Discapacitados A. C. (ANADAC) sobreviva después de una década.
La idea de formalizar la ANADAC surgió al llegar a la Presidencia de la República Vicente Fox, y al constituirse la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación, presidida en ese entonces por Gilberto Rincón Gallardo.
En febrero y marzo de 2001, Rincón Gallardo, el jazzista Juan José Calatayud y el actor Guillermo Meyer iniciaron la redacción del proyecto ejecutivo de la asociación. Ahí definieron sus objetivos, prioridades y propuestas artísticas. La agrupación se formalizó en noviembre de 2002, y fue el tres de diciembre del mismo año cuando hizo su primera actividad en el teatro María Teresa Montoya, de la Delegación Benito Juárez, donde Calatayud interpretó el piano.
Desde ese momento hasta la fecha, la ANADAC se ha tenido que debatir entre los escasos recursos que tiene para difundir sus actividades, el poco salario que perciben sus integrantes y el rechazo del público a sus presentaciones.
“Cuando actuamos en lugares abiertos no tenemos tantos problemas, porque la gente que pasa por el sitio se suele detener a ver lo que hacemos; pero en los teatros cerrados, en los que tenemos que difundir la actividad nos cuesta mucho trabajo”, dice Guillermo Meyer, director de ANADAC.
Comenta que esto se debe a que en México la gente tiene lástima por las personas con discapacidad y piensa rápidamente en la palabra “asistencialismo” cuando los ve arriba de un escenario. No se imaginan que un discapacitado pueda tener el talento necesario para presentarse frente a ellos.
A pesar de ello, explica en entrevista, la constancia de su trabajo los ha llevado a presentarse en lugares como Puebla, Acapulco y Guanajuato, a realizar puestas en escena de danza aérea, teatro y a obtener algunos apoyos gubernamentales, gracias a las gestiones que él ha hecho en el Congreso de la Unión, en el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y en la Secretaría de Cultura del Distrito Federal (SCDF).
La primera ayuda económica que la asociación obtuvo fue en diciembre de 2003, cuando la Fundación Harp Helú le donó 50 mil pesos a través de Banamex. Un año más tarde fue la SCDF la que le brindó apoyó.
En 2006, recibieron 100 mil pesos de Conaculta y en 2007, la SCDF les donó 50 mil pesos y les pidió que se presentaran en 12 espacios culturales de la Delegación Coyoacán. A partir de 2010, Meyer presenta anualmente un proyecto en la Comisión de Cultura del Congreso de la Unión. Los cabildeos para que fuera aprobado su proyecto cultural los hizo con Kenia López, entonces presidenta de esa comisión.
A pesar de las donaciones que relata Meyer, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), que depende de Conaculta, no cuenta con programas de apoyo o becas para compañías y asociaciones de artistas discapacitados, como los tienen las agrupaciones de teatro y danza con la beca México en Escena, en la que las agrupaciones ganadoras obtienen dos millones de pesos cada dos años.
En Conaculta no existen áreas específicas que atiendan agrupaciones de artistas discapacitados. La única oficina que puede ayudarlos es la Subdirección de Atención a Públicos Específicos que se encuentra dentro de la Dirección General de Vinculación Cultural.
Meyer explica que, aunque las compañías de artistas discapacitados pueden participar en los programas de beca del Fonca, es muy difícil que ganen, pues tienen una desventaja respecto a los demás.
Al buscar a las autoridades de Conaculta, cuando todavía era dirigido por Consuelo Sáizar, para preguntarles al respecto, la oficina de prensa informó a MILENIO que los programas están diseñados para cubrir necesidades por disciplina artística: “En muchos de nuestros programas, como el Sistema Nacional de Creadores de Arte o México en Escena, hay becarios que cuentan con alguna discapacidad, por ejemplo el grupo Seña y Verbo del programa México en Escena, que cuenta con actores sordos y se dedica a promover la lengua y la cultura de los sordos a través de la Lengua de Señas Mexicana (LSM) y el español hablado. Los programas y convocatorias no discriminan a grupos artísticos o personas con alguna discapacidad”.
En la actualidad, recuerda, son la única asociación integrada por artistas discapacitados profesionales. “Nuestra coreógrafa, Minú Landa, estudió en el Instituto Nacional de Bellas Artes; la chelista Maricarmen Graue ha sido becaria en Rusia en tres ocasiones, y nuestro maestro de canto y música, Carlos Monsiváis Reyna, estudió en la Escuela Nacional de Música (ENM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ellos se dedican a hacer los castings para los integrantes de la agrupación”.
Los 26 artistas que tiene la ANADAC son profesionales. A pesar de ello, no obtienen buenos salarios con las presentaciones que hacen y tampoco tienen seguridad social —es decir: seguro médico, de vida o de gastos mayores. “Solemos hacer cinco presentaciones al año. Intento garantizar que nos paguen 10 mil pesos por presentación. Anualmente mis artistas ganan 50 mil pesos en promedio. Por eso tienen que trabajar en otras cosas”, destaca Meyer.
UN CANTO A LA ALEGRÍA
Monsiváis Reyna es alegre. Proviene de una familia de músicos. Su padre tiene un grupo norteño que toca en las cantinas; nunca quiso que Carlos se dedicara a la música y siempre le dijo que tenía que ser contador o médico. Pero no pudo evitar los deseos de su hijo por ser cantante.
Cuando tenía un año y medio, Carlos tuvo secuela de poliomelitis, lo cual casi le impide mover brazos y piernas. Sin embargo, no se rinde ante nada. A pesar de la negativa del padre, ingresó a la ENM de la UNAM y fundó un grupo de música tropical. Las giras de trabajo hicieron que dejara los estudios, pero no su verdadera vocación. Más adelante empezó a cantar rancheras, género al que se ha dedicado hasta hoy.
Se integró a la ANADAC cuando trabajaba como mariachi en la Calle 5 de Mayo de la Delegación Iztapalapa. Un amigo suyo, José Luis, le entregó la tarjeta de Guillermo Meyer para que se contactara con él.
Después de conocerse, Guillermo y Carlos coincidieron en la necesidad de integrar las diferentes discapacidades de las personas para hacer un espectáculo de calidad. “Nuestras puestas en escena no solo son de y para personas con discapacidad, también se observa gente sin problemas físicos al lado de bailarines en silla de ruedas, o hay una chelista ciega y una cantante que no tiene complicaciones de ningún tipo”, dice Carlos.
Recuerda que la trascendencia de su trabajo ya ha traspasado los teatros y las plazas públicas, para instalarse en las redes sociales como Facebook, donde recientemente leyó un comentario sobre su obra Un sueño. Danza aérea en silla de ruedas. Revista musical: “Este evento fue muy bonito porque me causó un shock darme cuenta de que yo no tengo una discapacidad y suelo decir que no puedo hacer algo, y ustedes con discapacidad lo hacen todo”.
A pesar de que a Carlos le cuesta mucho trabajo levantar los brazos, en la primera parte de los espectáculos suele tocar el piano acompañado por la voz de su hija. Después canta con el mariachi, toca la quena con uno de sus alumnos y la guitarra.
—¿Qué hace falta para generar cultura hacia la discapacidad?
—Conciencia, tanto de los discapacitados como de los convencionales. Nos podrán decir: “No te sientes en ese lugar, no te estaciones en ese lugar”, pero si como humano no soy capaz de ver que el que está a mi lado también es humano y está discapacitado, no se solucionará el problema.
UN BAILE AÉREO
Violeta Flores es la integrante de mayor edad en la asociación. Tiene 46 años. Nació con una malformación del vientre. Su situación normal es sentada en una silla de ruedas; no conoce otra forma de vida. Antes de dedicarse a la danza fue nadadora, atleta y ciclista de la Federación Mexicana de Deportistas sobre Silla de Ruedas. Participó en danza deportiva sobre silla de ruedas. Ganó medallas en justas nacionales e internacionales.
Está sorprendida por poder hacer danza aérea en silla de ruedas, espectáculo que ha promovido la ANADAC en los últimos tiempos en diferentes teatros de la Ciudad de México y el interior del país.
Una de las mayores satisfacciones que le ha traído la puesta en escena que actualmente presenta la ANADAC en diferentes teatros, Un sueño. Danza aérea en silla de ruedas. Revista musical, es que cuando empezaron los ensayos todos creyeron que la menos indicada para realizar danza aérea era ella, porque la consideraban pequeña y débil; sin embargo, al probar al resto de sus compañeros, cambiaron de opinión y creyeron que podía hacerlo mejor, porque los demás tienen sobrepeso.
“Hasta donde sé no hay en México otro espectáculo de danza aérea en silla de ruedas. Además, esto ayuda a que la gente se dé cuenta de que los discapacitados podemos hacer cualquier cosa. A nosotros nos suelen limitar, y debe ser al contario: nos deben dar la oportunidad de hacer las cosas para que le demostremos a cualquiera que somos capaces de salir adelante”, explica.
—¿Por qué crees que los minimizan?
—Me atrevo a decir que es por la mala cultura y educación que tenemos. La educación que hay en las familias es muy mala. Cuando vas a una casa que tienen un integrante discapacitado, los padres suelen decirte: “No juegues con él o ella”. La mayoría de los discapacitados permanece en una burbuja intocable, nadie les puede dirigir la palabra, nadie los puede tocar porque piensan que lo van a lastimar. Esto es un problema, porque en realidad lo que quiere el discapacitado es jugar, golpearse.
—¿Qué significado ha tenido para ti la danza aérea?
—La disfruto, la gozo, la siento. Es parte de mí. La estoy practicando desde hace dos meses. Siempre me ha gustado mucho expresarme con mi cuerpo, pero hacerlo de forma aérea no se me había presentado la oportunidad.
—¿Cuál ha sido la reacción del público?
—Sorpresa. Generalmente me preguntan: “¿Cómo te atreviste a hacer danza aérea, ¡jamás me imaginé que tú lo hicieras!”. Suelen felicitarme. Me motivan a realizar proyectos más extremos que éste.
LAS COREOGRAFÍAS
Minú Landa es coreógrafa de la Asociación Nacional de Actores con Discapacidad. Trabaja desde 1995 con jóvenes en silla de ruedas, ya sea en espacios deportivos o artísticos. “Algunas de las personas con las que he colaborado son campeones deportivos nacionales e internacionales”, dice. Los integrantes de esta compañía tienen entre 22 y 46 años. Son egresados de escuelas convencionales de danza y folclore.
Meyer la invitó a trabajar a la ANADAC hace unos años para que fuera la encargada de diseñar las puestas en escena de esta agrupación que, además de danza y teatro, integra música disco, salsa y hip hop, entre otros géneros. La idea es hacer coreografías que hagan atractivo el trabajo de los jóvenes.
“Los chicos que integran la ANADAC tienen diferentes discapacidades. Por eso no podemos montar una coreografía y ya. Tenemos que adaptarlas a ellos. Cada uno tiene habilidades diferentes. Por ejemplo, acabamos de hacer un espectáculo variado de hip hop, danza contemporánea y baile de salón; y para hacer nuestra última obra, Un sueño. Danza aérea en silla de ruedas. Revista musical, nos tardamos dos meses en montarla”, explica Minú.
Uno de los problemas a los que más se han enfrentado en la asociación es al rechazo de la gente. Según la también bailarina, cuando promueves este tipo de espectáculos hay una especie de rechazo al trabajo de la asociación. “Deben pensar que los discapacitados se van a dar dos vueltas sobre el escenario en sus sillas de rueda y se van a ir. Pero, en realidad, la gente que ha asistido a nuestras presentaciones queda muy impresionada. Se sienten conmovidas por lo visto”, comenta.
—¿Cuál ha sido el mayor aporte del arte en la vida de estos jóvenes?
—No todos los integrantes de la ANADAC habían tenido contacto con el arte. Si acaso, habían tenido trato con el deporte: basquetbol, atletismo o natación. Sin embargo, se acercaron a la danza, al teatro y les llamó la atención. Empezamos a trabajar desde cero. Fue tanta su voluntad y disciplina que han aprendido a ser grandes ejecutantes.
—¿Qué es lo más importante para ti en este trabajo?
—Que no me siento como la maestra o la coreógrafa. Siento que aprendo día a día de ellos. A veces elegimos una canción y ellos aportan. Lo que más he aprendido con ellos es que todo es posible. No se rinden a pesar de los problemas que puedan tener.
LA ANADAC
26 integrantes
45 presentaciones y una revista musical en 10 años
5 presentaciones al año en promedio
10 mil pesos por presentación
50 mil pesos gana cada artista anualmente
50 mil pesos fue la primera donación que les hizo la Fundación Harp Helú en 2003
100 mil pesos les dio Conaculta en 2006
50 mil pesos les dio la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México en 2007
Fuente: Milenio
Hola, que tal me interesa contactar a esta asociación de artistas con discapacidad para hacerles una invitación para presentar un espectáculo en una muestra de Arte y Discapacidad en Chihuahua.
Agradecería que se comunicaran a la brevedad.
Gracias!!!
Hola:
Soy la encargada de promoción y Difusión en la Asociación Nacional de Artistas con Discapacidad A. C. – ANADAC y me gustaría que se pusieran en contacto conmigo ya que estamos afinando detalles para nuestra magna presentación anual y en el Distrito Federal nuevamente será en el Teatro Hidalgo.
También, este año, saldremos de gira y nos presentaremos en Guadalajara, Tampico y Tijuana.
Si es de su interés cubrir este evento o presenciarlo, por favor ponganse en contacto via correo, telefónicamente o por nuestra página de Facebook.
[email protected], [email protected],
(55) 2612 2547
Estoy planeando una presentación de artistas con discapacidad para el 6 de diciembre en Guadalajara, ¿se te ocurre algo?