Tal parece que Japón busca cualquier pretexto para seguir con la cacería de ballenas a pesar de las críticas y prohibiciones que existen dentro y fuera de su país. Hace tres años lo hizo «en nombre de la investigación» y ahora argumenta que la caza de esta especie es parte de su cultura y ésta debe continuar.
Será en julio de 2019 que Japón se retirará de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), el organismo encargado de la conservación de las ballenas, y que prohibió su caza con fines comerciales en 1986.
Según grupos ecologistas, la decisión de Japón, miembro de ese organismo desde 1951, tendrá graves consecuencias, entre ellas que el país podrá cazar libremente especies actualmente protegidas por la CBI, como las ballenas minke.
La caza de ballenas ha sido criticada por los defensores de animales, ya que ésta ha provocado que la población disminuya drásticamente. Sin embargo, tanto para Japón, Noruega e Islandia, esta práctica es parte de su cultura.
A pesar de que en varias comunidades costeras de Japón, la caza sigue siendo parte fundamentar de su economía, los miembros de la CBI acordaron en 1986 una moratoria para permitir que las poblaciones de ballenas se recuperaran.
La caza de ballenas ha sido criticada por los defensores de animales, ya que ésta ha provocado que la población disminuya drásticamente. Sin embargo, Japón las seguirá cazando.
Se esperara que dicha moratoria fuera temporal, hasta que se pudiera llegar a un consenso sobre cuotas de captura sostenibles. Sin embargo, se convirtió en una prohibición casi permanente, para alegría de los conservacionistas y pesar de las naciones balleneras.
Hace unos meses Tokio quizo que se aprobara la caza comercial, pero su propuesta fue rechazada.
Es así que ahora, el gobierno de Japón dijo que la CBI no estaba comprometida con uno de sus objetivos, la caza comercial sostenible, y acusó al organismo de centrarse solo en la conservación de los números.
Ahora, Japón dejará de cazar en aguas antárticas y en el hemisferio sur y se limitará a realizar esta práctica en sus aguas territoriales y en su zona económica exclusiva.
La ballena como fuente de alimentación
La caza de ballenas es irrelevante para la alimentación de la población asiática. Según datos de Animal Político la caza de ballenas comenzaron después de la Segunda Guerra Mundial, en un momento en el que Japón se encontraba en ruinas y su población moría de hambre.
Desde fines de los años 40 hasta mediados de los 60, la ballena fue fuente principal de la alimentación en Japón. En 1964. el país nipón mató a más de 24 mil ballenas en un año.
Hoy en día Japón puede permitirse importar carne de otros países, como Australia y Estados Unidos, y el consumo de la carne de ballena se ha desplomado en las últimas décadas.
Según el periódico japonés Asahi, la carne de ballena representa solo el 0,1% de toda la carne vendida en Japón.
La industria ballenera ha intentado revertir la tendencia organizando festivales de comida e incluso visitando escuelas, pero sobrevive fundamentalmente gracias a subvenciones estatales.
Pesca de ballenas en Japón a pesar de prohibición
Japón lleva años cazando ballenas y pone como pretexto la excepción a la prohibición que permite la caza de ballenas con fines científicos.
Lo que significa que las ballenas pueden ser capturadas para estudios científicos y luego la carne puede ser vendida para el consumo.
Cada año entre 200 y 1200 ballenas han sido capturadas por ese país, argumentando que está investigando los niveles de poblaciones para ver si las ballenas están en peligro o no, y por tanto, si la prohibición de la caza comercial puede ser eliminada.
Son varios los críticos que dicen que se trata de una cubierta para que puedan matar ballenas por su carne. De hecho, la carne de las ballenas sacrificadas para la investigación, generalmente termina en venta.
El profesor Atsushi Ishii, de la Universidad de Tohoku, experto en política ambiental, sostiene que es una excusa para subsidiar una industria no rentable, pero políticamente sensible.
Por su parte, la ministra de Relaciones Exteriores de Australia, Marise Payne y la ministra de Medio Ambiente, Mellisa Price dicen que están «extremadamente decepcionadas» con la decisión de Japón.
En un comunicado en conjunto dijeron que «Australia sigue oponiéndose decididamente a toda forma de caza de ballenas, tanto comercial, como la llamada científica».
Greenpeace instó al gobierno de Japón reconsiderar su decisión, su director, Sam Annesley dijo que «está claro que el gobierno está intentando escabullirse en este anuncio a fines de año, lejos de la atención de los medios internacionales, pero el mundo ve esto como lo que es. La declaración de hoy está fuera de sintonía con la comunidad internacional».