En una investigación que fue realizada en la Universidad de Oxford se determinó que desde China hasta el Reino Unido, las personas que enfrentan un problema económico grave, esto ha hecho que además de la pérdida de oportunidades, también se tenga un autoestima bastante bajo.
Para el World Economic Forum, los esfuerzos por reducir la pobreza tienden a centrarse en las manifestaciones tangibles de la privación como la falta de ingresos o de educación. En consecuencia, las soluciones para la pobreza suelen asumir implícitamente que una mayor riqueza material o mejores condiciones de vida automáticamente se traducirán en beneficios no tangibles, entre ellos un mejor bienestar mental.
«Si queremos aliviar el sufrimiento humano y alcanzar el principal Objetivo de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas, el de terminar con la pobreza «en todas sus formas» para 2030, encarar los roles intrínsecos e instrumentales que juega la vergüenza en la pobreza debe ser un punto central y prioritario en nuestros esfuerzos».
La mayoría de las personas que se encuentran en situación de pobreza tienen una sensación «devastadora» que todo mundo percibe.
En la India, la vergüenza asociada con las pérdidas de los cultivos y esto ha llevado a los agricultores hasta al suicidio.
En Tanzania, investigadores que estudiaron la educación bilingüe determinaron que el miedo a las burlas puede llevar a los alumnos con menores habilidades para aprender inglés a no participar en clase.
En Uganda, los estudiantes pobres de escuela secundaria dicen que la imposibilidad de pagar las cuotas, comprar uniformes o conseguir útiles escolares es una constante causa de humillación.
Según el WEF, para abordar la vergüenza asociada con la pobreza, y explicar en forma adecuada el rol que desempeña la vergüenza en la perpetuación de la pobreza, deben tomarse varias medidas:
Primero, los responsables de las políticas deberían reconocer el problema. En lugar de ver la vergüenza como una consecuencia desafortunada de vivir en la pobreza, los planificadores del desarrollo humano deberían considerar de qué manera la pobreza mina la dignidad humana.
Ellos también deben ser conscientes de que los programas destinados a reducir la pobreza, si no se implementan correctamente, pueden en verdad aumentar los sentimientos de vergüenza.
La cuestión de la vergüenza, y la necesidad de tomársela más en serio en las políticas de reducción de la pobreza, lentamente está cobrando fuerza. Los académicos que investigan el sufrimiento humano han reconocido que la «dignidad de los receptores» es un componente crucial de una reducción exitosa de la pobreza. Por ejemplo, una revisión de 2016 de los programas de transferencia de dinero en África determinó que la falta de estrés y vergüenza mejoraba la confianza de los receptores, lo que derivaba en una mejor toma de decisiones y productividad.