FORMA Y FONDO CCLX
Las dimensiones de epidemia mundial alcanzadas por la obesidad y el aumento de enfermedades relacionadas con el sobrepeso como diabetes y padecimientos cardiovasculares, amenaza a más de mil setecientos millones de personas en los cinco continentes, con un alto porcentaje de niños y jóvenes.
El sedentarismo de la vida urbana, el abuso en los medios electrónicos, más los deficientes hábitos alimenticios, la pobreza y la ignorancia, son el origen del problema.
Es notable la sobrealimentación por la excesiva oferta de carnes, grasas, sal y azúcar, ante el menor consumo de pescado, legumbres, frutas y vegetales. Los alimentos frescos y cocinados en casa se sustituyen cada vez más por alimentos industriales, procesados, precocinados, con conservadores y aditivos. Se abusa de carnes tratadas, panificación industrial, papas fritas y más, con exceso de azúcares y grasas saturadas que estimulan la palatilidad.
La industria alimenticia destina cuantiosos recursos para investigar y producir sustancias químicas que consigan un efecto agradable al paladar e induzcan a comer más.
Los aludes publicitarios de comida chatarra, convencen con anuncios en los que aparecen deportistas, mamás, niños y adultos mayores con aspecto saludable e hiperactivos, mascotas juguetonas y alegres, siempre en ambientes de fantasía. Sin embargo nadie obliga a las empresas a informar de los peligros que sus productos ocasionan a la salud. El negocio es redondo: las ventas de las transnacionales y las enfermedades cardiovasculares en la población siguen a la alza.
La carne procede de granjas con deficientes estándares de higiene y hacinamiento de animales. El procedimiento de engorda es obtener más kilos de carne en menor tiempo, mediante el sedentarismo estabulado, empleando antibióticos, hormonas y anabolizantes dañinos al humano.
La agricultura se dedica a la producción de alimentos baratos para el ganado en lugar de destinarse a producir alimentos nutritivos para la población. El crecimiento en el consumo de carne también aumenta la basura y los problemas de gestión y disposición de residuos.
Se minimiza el abuso en el consumo de azúcar refinada en variedades como golosinas, alimentos procesados y refrescos, que además de descalcificar, aumentan las complicaciones por la ingesta de los químicos empleados en su blanqueado. Las frutas y verduras que contienen azúcares naturales, nutrientes y minerales pasan al olvido.
Hay que educar desde el hogar y la escuela en otro tipo de consumo: comparar ventajas entre una alimentación natural sin problemas de salud y una artificial con productos chatarra y graves consecuencias.
Poco se habla de las alteraciones por el uso de fertilizantes, pesticidas y agroquímicos, además de sus impactos toxicológico sobre la salud humana y eco toxicológico sobre los ecosistemas.
El uso prolongado de sustancias químicas durante más de 50 años, se ha extendido y acumulado en agua, aire, suelo, tejidos grasos de animales y seres humanos, conformando un cuadro creciente y permanente de contaminación.
Pasarán años antes de que aparezcan los problemas, las empresas responsables continuarán negando los daños reales y presionando a las autoridades para impedir que prohíban sus productos.
Los informes sobre los pesticidas, no son completos. Algunos están prohibidos en muchos países y, cerrando los ojos, las autoridades toleran su uso en otros; ahí están el endosulfan y el paracuat. No importan los problemas, presentes o futuros en personas animales y tierras mientras el negocio sea redituable en vías del desarrollo y la modernidad.
La forma: mejor educación para prevenir enfermedades y plagas.
El fondo: recuperar el equilibrio de los agrosistemas y la biodiversidad como tarea pendiente, porque: TODOS SOMOS NATURALEZA.
ACACIA FUNDACIÓN AMBIENTAL A. C. [email protected]