Por Francisco Chávez Visoso
El reciente caso de Florence Cassez es un excelente ejemplo de lo que evoca la indiferencia hacia los temas de ética y anticorrupción que tanto se promueve en la Responsabilidad Social Empresarial, pero que no hemos entendido ni a ese nivel, ni tampoco como un pilar de la Responsabilidad Social Individual.
Esta historia concluye con una resolución a favor de los derechos humanos y un castigo a quienes los violen en los procesos penales. Pero ¿quién protege los derechos humanos de quien ha sido agraviado por un tercero que ha decidido estar por encima de la ley? Con este fallo, se da un paso contundente en la consolidación del país como un Estado de Constitucionalidad, pero un revés fuerte en la construcción de un Estado de Derecho.
Sin embargo, este resultado no es culpa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o del poder Judicial. Es una responsabilidad que nos atañe a todos los mexicanos, pues hemos optado por cerrar los ojos y quedarnos pasivos, en el mejor de los casos, frente a un cáncer que nos ha ido consumiendo fuertemente. Este caso demuestra cómo los mexicanos estamos inmersos en una cultura de trampa, de distorsión y de indiferencia ante la ética y la responsabilidad.
Si el poder judicial hubiera actuado responsablemente, el ministerio público fuera ético y la clase política comprometida, (una historia ideal) la secuencia de eventos hubiera evolucionado con hechos donde los culpables estaría tras las rejas y los inocentes hubieran gozado siempre de libertad sin pisar siquiera el frío suelo de la prisión.
Sin embargo, la realidad nos muestra una historia donde la falta de ética y de responsabilidad en nuestras actividades diarias generan situaciones de injusticia cotidianas. Trabajamos mucho, con pocos resultados, los inocentes pasan años en la cárcel y los criminales gozan de impunidad. Los Estados se endeudan estrepitosamente, los políticos se involucran con el crimen organizado y la Suprema Corte analiza los casos solamente desde un arista, sin importar el daño que cause a la sociedad. Y las preguntas siguen siendo: ¿cuándo nos preocuparemos por crear nuevamente ciudadanos en todo el sentido de la palabra? ¿cuándo volveremos a preocuparnos por ser personas de honor y palabra? ¿cuándo serán la ética y los principios los ejes de las negociaciones? ¿y cuándo nuestros ídolos y héroes serán quienes buscan el bien común y el beneficio social y no quienes secuestran, abusan o extorsionan?
La tarea de quienes trabajamos en Responsabilidad Social, deberá incluir un fuerte enfoque en la reconstrucción del tejido social y de un cambio de perspectiva frente a valores que nos permitan convivir y relacionarnos bajo un esquema sustentable. Será solamente mediante la vinculación entre diferentes células sociales que alcanzaremos un impacto suficiente para dejar atrás las heridas de nuestros compatriotas que viven o han experimentado el dolor, la soledad y la impotencia de la impunidad, la corrupción y la indiferencia.
Así es, somos culpables de no tener ciudadanos preocupados por redactar una constitución actualizada, sin tantas enmiendas, con reglamentos y procedimientos claros que no permitan la impunidad. Somos responsables de no fomentar ciudadanos éticos que trabajen por sus compatriotas y no por intereses particulares. Tenemos una gran deuda por no educar ciudadanos empáticos, interesados en destrabar asuntos penales basados en la justicia. Somos culpables de no construir un concepto de personas como sinónimo de oportunidad de progreso y bienestar y somos totalmente responsables de no preguntarnos a tiempo qué clase de sociedad y de personas estamos educando, preparando y “fabricando” todos los días.
Javier Visoso
Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en el Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México. En la Escuela Bancaria y Comercial (EBC) cursó la maestría en Administración y Mercadotecnia. Desde 2008 ha trabajado en actividades de Responsabilidad Social en empresas trasnacionales de origen mexicano. Actualmente labora en Grupo Bimbo desde donde busca aportar un grano de trigo a la mejora y fortalecimiento de la Responsabilidad Social y la Sustentabilidad.