Las repercuciones del cambio climático son evidentes. Sus efectos negativos están dañando a todos los ecosistemas, y aunque ya se han tomado medidas para revertir el daño, el avance ha sido muy lento.
El cambio climático ha causado alteraciones en los ecosistemas y por ello, algunas firmas que se benefician de diversos recursos de la naturaleza, están preocupadas, eso se debe a que su principal producto está siendo afectado. Tal es el caso de la industria del café y del vino.
En los lugares en donde se planta el café existe sequía, por lo tanto las lluvias son escasas y la cosecha nula. En el caso de las uvas pasa lo mismo: éstas son muy sensibles a los cambios en el clima y la temperatura.
¿Podría el vino desaparecer por crisis climática?
Gizmodo da conocer una investigación en la que se muestra que si las temperaturas globales aumentan en 2 grados por encima de los niveles preindustriales, el mundo podría perder más de la mitad de sus mejores regiones productoras de vino.
Si las temperaturas aumentan en 4 grados, el porcentaje de regiones degradadas vitivinícolas perdidas podría llegar al 85%, lo que implica que una gran parte de la población mundial estaría el riesgo de decir adiós al buen vino.
El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences de los Estados Unidos, da a conocer una estrategia de adaptación: cambiar a otras variedades de uva en las regiones afectadas.
«Todavía hay oportunidades para adaptar la viticultura a un mundo más cálido», dijo el coautor del estudio Benjamin Cook.
Aumento de tempraturas
Las uvas maduran más rápido en climas cálidos, lo que puede hacer que el vino sea menos ácido, más dulce, de color más oscuro y más alto en alcohol.
Aunque cada uva funciona diferente en los distintos climas y temperaturas, los cambios estacionales afectan la forma en la que crecen y maduran, así como la calidad de vino que producen.
En el estudio se analizaron 11 variedades de uvas de vino utilizando datos pasados de enólogos y científicos, los investigadores construyeron modelos para determinar cuando florecería y maduraría cada uva en regiones vitivinícolas de todo el mundo en tres escenarios de calentamiento diferentes: 0, 2 y 4 grados de calentamiento por encima de los niveles previos.
Según el estudio, tanto 2 como 4 grados centígrados de calentamiento hicieron que las pérdidas fueran inevitables. Pero los investigadores también usaron proyecciones de cambio climático para ver qué uvas podrían crecer en cada región en el futuro y descubrieron que la reorganización de cada variedad podría reducir significativamente esas pérdidas.
“Con 2 grados de calentamiento global y sin intentos de adaptación, el 56% de las áreas vitivinícolas del mundo puede que ya no sea adecuado para el cultivo del vino. Pero si cambian a variedades más adecuadas para el clima imperante, solo se perderá el 24%”, dijeron los investigadores.
Los enólogos, asesores técnicos responsables de dirigir el proceso de elaboración del vino de todo el mundo, ya están comenzando a cambiar las variedades para adaptarse a los cambios climáticos.
En Burdeos, la famosa ciudad vinícola ubicada en Francia, algunos vitivinicultores utilizan menos uvas en sus mezclas, y en el Valle de Napa de California, las uvas cabernet sauvignon están siendo afectadas a medida que aumentan las temperaturas.
En la región de Borgoña en Francia, por ejemplo, los investigadores encontraron que las variedades de garbanzos y mourvèdre amantes del calor podrían reemplazar a las uvas tradicionales como el pinot noir.
El nuevo estudio podría ayudar a los vitivinicultores a tomar estas decisiones. Las temperaturas más altas están creando cosechas más confiables en Alemania y los vinos espumosos en Inglaterra, lo que muestra que se podrían abrir nuevas regiones vitivinícolas.